
Para volver a la cima del fútbol italiano, quizás incluso europeo, y recuperar la ilusión de unos aficionados tristes y decepcionados, no hay nadie mejor que Max Allegri. Puede que sea un entrenador defensivo en un mundo de teóricos del juego de ataque, pero sin duda todas las encuestas en línea en las que participan aficionados rossoneri eligen a Max como el favorito absoluto para la reanudación. Lo mismo ocurre con la dirección, desde el manager Giorgio Furlani, que a estas alturas ya se sabe de memoria su palmarés, hasta el nuevo director deportivo Igli Tare, que siempre lo ha considerado a la altura de Conte, es decir, una primera opción.
En el grupo de los súper tops, el club consideraba sólo a dos elegidos: Antonio y Max. Allegri, por su conocimiento del medio y ganas de revancha, encabezaba aún más la lista. Por eso el Milan no ha perdido el tiempo, prosiguiendo provechosamente los contactos incluso a lo largo del día de ayer. Conversaciones positivas, que dan confianza a las partes. El club tiene absoluta necesidad de un entrenador de primer nivel y el propio Max, que siempre se ha mostrado abierto a regresar al club rossonero.
El Nápoles aún no ha ganado la competición, pero a falta de unos metros, el Milan tiene ventaja: De Laurentiis se ha visto obligado a bajar el ritmo a la espera de que Conte despejara sus reservas, y aquí está el sprint del Diavolo. Milán es la ciudad de Max, que también tiene intereses extradeportivos: una ventaja que el club ha intentado explotar a su favor. ¿Cómo, sin embargo, superar la posible oferta del Nápoles, que tendría listo un contrato de dos años a 6 millones por temporada? Sobre la cuestión hay absoluta confidencialidad. Una solución podría ser un acuerdo de tres años, como el que acaba de firmar el nuevo diesse Tare, demostrando la voluntad de iniciar juntos un largo recorrido. El salario de Max podría rondar los 5 millones anuales.
Como se ha dicho, el perfil del entrenador rossonero ya estaba perfilado desde hace tiempo: un experto en Serie A y copas, un técnico que pudiera garantizar el regreso inmediato a la zona Champions, un profesional con personalidad, un referente de autoridad en el vestuario y fuera de él y, por qué no, un testimonio del que presumir en televisión. El identikit de Max coincide desde todos los puntos de vista: tiene a sus espaldas catorce temporadas de campeonato, las dos primeras con el Cagliari, cuatro en su primera experiencia rossonera y ocho en el banquillo de la Juventus.
Catorce títulos en su palmarés: seis ligas, tres Supercopas de Italia, cinco Copas de Italia. Si la primera vez de Max en Milán fue una apuesta arriesgada (después ganaron Berlusconi y Galliani), esta vez el club espera que sólo haya un camino: Allegri se considera una garantía para volver a la Europa más rica, la Liga de Campeones. Tiene una fuerte personalidad, como saben muchos de los ex campeones rossoneri o aquellos con los que se reunió en Turín. Ha tratado con talentos emergentes, jugadores consagrados, grandes estrellas hasta Cristiano Ronaldo, que es una historia en sí mismo. Por último, Allegri es fuerte mediáticamente, escuchado con respeto.
Los contactos continuarán también hoy, en un intento de llegar a un acuerdo definitivo en el que trabajarán también los abogados de las dos partes. El Milan puede aprovechar el momento para el sprint decisivo y concretarlo ya el fin de semana: el club puede moverse con libertad y sin más incertidumbres. Por eso ahora está a un paso de la llegada, dejando a Thiago Motta sólo como posible opción de reserva. El clásico plan B. Sin embargo, incluso hoy, la atención se centrará en Allegri. Lo importante es llegar un momento antes que los demás, como bien sabe Max. El primero gana, aunque por poco.