Confianza, pero época de crisis…

Riad, que significa “jardines”, ha echado raíces en Milán. Todas las certezas de toda una vida con Pioli, arrancadas a la fuerza. ¿Es el equipo que ganó un Scudetto atacando a Italia? El miércoles no corría. ¿Es ese el equipo que durante años ha salido de situaciones difíciles como Houdini? El miércoles nunca reaccionó. ¿Es ese el equipo al que no le importaban los pronósticos y luchaba unido? El miércoles parecía la suma de once individuos, muchos asustados.

El día siguiente, en estos casos, siempre es el peor: salen los moratones. Stefano Pioli habló brevemente con el equipo al final del partido, y luego todos subieron al avión rumbo a Italia. Según los informes, fue un viaje silencioso: sueño y pocas, muy pocas ganas de hablar.

Pioli, que tras las derrotas ante PSV y Torino había llevado al equipo a Milanello, optó por evitar la línea dura… que evidentemente, con este equipo, no es necesaria: todos en casa desde por la mañana y reanudación de los entrenamientos prevista para mañana. Hoy, sin embargo, todo el mundo estará pensando en la Supercopa y en el futuro.

Gerry Cardinale lo pensó desde Nueva York, donde seguía el derbi. Naturalmente, el principal hombre de RedBird no está contento con la derrota ni con la semana, que llegó como un rayo tras la victoria en Salerno y los 85 minutos jugados de maravilla contra el Roma.

Sin embargo, como deportista, sabe que los altibajos no son inusuales, y confía plenamente en su capacidad para analizar y resolver los problemas, para devolver a Milán a la senda virtuosa. Un camino que llevó al Scudetto pero que ahora parece abandonado.

Cardinale, en definitiva, da confianza a su equipo y no aprieta el botón del pánico: a día de hoy, no hay presupuesto extra para el mercado y, por supuesto, Stefano Pioli no está en cuestión. Milán, sin embargo, no puede ser esto. El Milan debe reaccionar con rapidez.

El calendario no ayuda. El martes, el partido fuera de casa contra el Lazio; el domingo, el Milan contra el Sassuolo; el 5 de febrero, el derbi liguero; después, el regreso de la pesadilla turinesa y, el día de San Valentín, la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones contra el Tottenham. No un mes en el spa.

De estas cuatro semanas de fuego, el Milan saldrá regenerado o abatido: las vías intermedias, hoy, parecen improbables. Así pues, es bueno dejar claro que el cuarto puesto será inevitablemente el punto de inflexión entre una temporada gris y una temporada que desvirtúa un proyecto… lo cual es mucho peor.

La clasificación para la Liga de Campeones es fundamental para dar continuidad al trabajo, para apoyar el presupuesto con los premios de la Uefa y el dinero de los patrocinadores, para convencer a los jugadores de que se queden en un entorno competitivo, al nivel de los mejores clubes del mundo.

El Milan es ahora segundo, a -9 del Nápoles y +4 del trío Roma-Lazio-Atalanta, que persiguen convencidos. Si Pioli defiende la plaza de Liga de Campeones -el Scudetto parece ahora un espejismo-, probablemente habrá retoques, cambios, no revoluciones. En cambio, si el Milan no da marcha atrás y se hunde, habrá que tomar decisiones difíciles.

El equilibrio más delicado, en este sentido, es con el área técnica, luego con Ricky Massara y sobre todo con Paolo Maldini, que ayer estuvo en Bérgamo para ver a su hijo Daniel en la Copa Italia. Maldini y Massara han construido la hazaña-scudetto (difícil, muy difícil), pero el acuerdo para su renovación por dos años ha sido tenso, impulsado por los abogados más que por el amor mutuo.

El 30 de junio se trazó un límite: la propiedad, como de costumbre, conservó la paternidad de las opciones estratégicas (fijación de objetivos, determinación de los métodos de gestión, establecimiento de un presupuesto), mientras que Maldini obtuvo autonomía de decisión dentro del perímetro fijado por Elliott primero y RedBird después.

El verano, sin embargo, complicó el panorama porque el mercado decepcionó -De Ketelaere esperado pero muy decepcionante, Origi casi nulo, Adli prácticamente nunca utilizado- y dejó más de una perplejidad en el aire.

Maldini no ha realizado los “dos-tres fichajes importantes” que pretendía, mientras que la propiedad ha invertido más de 40 millones -una cifra superior a la de sus competidores, si se tiene en cuenta el balance de gastos e ingresos- sin dar un salto adelante en la clasificación. Aquí, más que en ningún otro lugar, se escribirá la historia de Milán 2023.