De Ketelaere: crisis sin fin

Hay quien intenta suavizar la incomodidad de la situación con ironía: ‘De Ketelaere consigue derrotar incluso a las leyes de la estadística y la probabilidad, ni siquiera puede acertar una’. Y quien es mucho más agudo: ‘Ya basta a estas alturas de la temporada.

Se acabaron los experimentos’. La entrada de Charles en el Olímpico no pasó desapercibida y, una vez más, el contexto es negativo. Entre otras cosas porque, a un mes del final de la temporada, cuando los puntos pesan como bloques de granito, una mala actitud -digámoslo así- puede costar cara.

Los 23 minutos del CDK en Roma han certificado, una vez más, la actual insuficiencia de carácter del belga en el contexto rossonero. No cabe duda de que Charles mejorará -y debería hacerlo, teniendo en cuenta el pobre rendimiento de su primer año en Milanello-, pero esta temporada parece estar realmente en marcha sin esa chispa que el entrenador y la directiva llevan meses esperando.

Electrocardiograma plano, en efecto: esta vez no hablamos de impalpabilidad, sino de situaciones de las que han surgido problemas. La referencia va al gol de los giallorossi, que vino de un lance rossonero que se fue con CDK: Hernández le sirvió en vertical en la línea del centro del campo, éste pasó a Tonali pero el pase fue descargado. Tonto. Tanto que no permite que el balón llegue a su compañero. Roma lo recogió y lo llevó hasta los hombros de Maignan (que conste: el movimiento de hombros que recibió Charles de Mancini no fue falta, y por cierto ya se había deshecho del balón).

En este pasaje equivocado está la esencia estacional de De Ketelaere: la suavidad. Falta de fiereza, la que tiene Díaz, por ejemplo, para mantenerse en el puesto. Llamémosle timidez competitiva, que, sin embargo, ocho meses después de su llegada debería al menos haber reducido, no empeorado. El CDK está envuelto en una espiral de baja confianza, que ha ido creciendo semana tras semana, un gol fallado tras otro -ha habido algunos verdaderamente sensacionales-, una entrada a trompicones tras otra.

En este caso, sin embargo, se da la circunstancia agravante del error azulgrana, que podría haber tenido un apéndice aún más desagradable si su intervención en el área giallorossi en el gol del empate de Saelemaekers se hubiera valorado de otra manera. De hecho, cuando Leao lanzó el centro, CDK empujó visiblemente a Ibáñez, que cayó al suelo. Fue un empujón venial pero flagrante, y que quizás podría haber sido valorado de forma diferente por Orsato o por el Var (de hecho, la Roma protestó ruidosamente por este episodio).

Muchos aficionados sostienen que en un partido así, contra un rival decididamente áspero y nervioso, en medio de un desafío trabado y tenso, Pioli debería haber optado por un cambio diferente. Pero se trata de una tesis excesivamente cómoda, también porque el belga tendría potencialmente todas las cualidades para aportar en un contexto así.

Por no hablar de que hay 35 millones de buenas razones para intentar darle más confianza, independientemente de los números de Charles en la temporada: 1.355 minutos sobre el terreno de juego para 36 apariciones, 12 de ellas como titular, sin un gol, con una asistencia de gol y una valoración media de 5,46.

Mientras tanto, el único que mantiene el buen nombre del conjunto belga es Saelemaekers, pero las ideas del club sobre el CDK son muy claras: la próxima temporada será la del salto de calidad, en todos los aspectos, y la directiva deja claro que eso ocurrirá en Milanello y no en otro sitio.