
La pregunta se arrastra cada vez con más insistencia, aunque el partido de vuelta en Rennes en los playoffs de la Europa League digamos que no ayuda al argumento: “¿Y si Pioli ganara ese trofeo que el Milan nunca ha levantado?”. Quizás el escenario cambiaría.
Las palabras de Cardinale, a saber, que “no soy de los que despiden porque sí”, descartarían una salida del técnico rossonero. Luego, sin embargo, hay partidos como los de Monza y Rennes, que parecen restablecer casi por completo las sensaciones. Por supuesto, antes del viaje a Brianza, el Milan no perdía en el campeonato desde el 9 de diciembre. Pero el varapalo en casa de Galliani pesa y el de Bretaña, aunque no afecte a la trayectoria, es otro mal dato, luego parcialmente medicado por la buena actuación contra el Atalanta.
Por lo demás, es una historia de renacimientos y venganzas, de bofetadas dadas y algunas recibidas, porque en cualquier caso el arranque de 2024 sigue siendo positivo. Loftus-Cheek ha vuelto a ser un delantero goleador y asistidor, Gabbia ha regresado transformado de su cesión al Villarreal, Leao se está haciendo útil con asistencias y buenas jugadas, Giroud está que lo tira. Y, al igual que en Monza las elecciones del entrenador parecían revisables, Pioli también tiene mérito, siempre capaz de resurgir como un orgulloso ave fénix.
Los de arriba se han alineado a su lado de forma compacta. Furlani, Scaroni, Ibrahimovic y Cardinale, que defendió a capa y espada al entrenador en una entrevista en el Corriere: “Creo que Pioli está haciendo un buen trabajo en una situación que no es fácil, con un equipo muy renovado”. Traducido: el periodo oscuro, revelado tras el empate con el Salernitana, ha terminado.
¿Las razones? El grupo, por su parte, no ha renunciado a Pioli, que, entre otras cosas, ha sabido tapar las diversas lesiones mediante una serie de intuiciones ganadoras procedentes de los juveniles (Jiménez, Simic, Zeroli, Bartesaghi). Más de una vez, además, ha ganado partidos adivinando los cambios, como Udinese y Frosinone, por no hablar de ese intenso trabajo psicológico sobre una plantilla que puede y debe aspirar ahora al menos al segundo puesto, por detrás de la Juve. En junio, Gerry Cardinale trazará una línea y hará balance, pero la aguja de la balanza será obviamente la Europa League.
El Milan nunca ha ganado la EL. En la antigua Copa de la Uefa nunca pasó de semifinales, alcanzadas en 1972 y 2002, mientras que desde que cambió de nombre el mejor resultado han sido los octavos de final, ganados en 2017/18 y 2020/21, primero con Gattuso y luego con Pioli. Si hace tres años los rossoneri cayeron con el Manchester United tras empatar en la ida, el camino hacia la final de este año presenta rivales potenciales decididamente hostiles.
Rivales de primera. Un eventual éxito, por tanto, valdría el doble, sobre todo porque nunca un italiano ha ganado la Europa League. Los ojos de Pioli están puestos en Dublín, pero es pronto -y también equivocado- para hacer pronósticos. Puede que en San Siro, salvo milagro, ya no suene aquello de “Pioli está on fire”, pero sin duda aún es posible un acercamiento a una plaza que da por “concluido” su ciclo. Marzo y abril serán los meses decisivos para entender el futuro del entrenador.
LEAO IGUALA A RUI COSTA
El gol de ayer por la tarde contra el Atalanta, además de ser bastante bonito, si no uno de los más bonitos del año según el periodista Marco Bucciantini, tiene un peso específico no sólo por la forma en que afectó al partido, sino también por el propio Rafael Leao, que consiguió igualar un récord especial.
El de ayer fue, de hecho, el 42º gol marcado en la Serie A por el número 10 del Milan, con lo que se une a la leyenda rossonera Manuel Rui Costa en el segundo puesto de la lista histórica de goleadores portugueses en Italia. Obviamente, el deseo de los aficionados milanistas es ver a Leao convertirse en el mejor de la historia entre sus compatriotas en la Serie A, pero para ello necesita superar e igualar a otra leyenda lusitana como Cristiano Ronaldo, que en sus años en Italia (4) ha marcado 81.