Julen Lopetegui el primer candidato

La preocupación generalizada entre los rossoneri -el club esperó demasiado para poner fin a Pioli, y ahora es demasiado tarde para encontrar un entrenador adecuado- parece destinada a desvanecerse pronto. De hecho, el Milan no sólo tiene (tenía) una preselección de candidatos para la eventual sustitución del actual técnico, sino que ahora cuenta con un candidato más fuerte que los demás.

Se trata de Julen Lopetegui, de 57 años, visto por última vez en el Wolverhampton y actualmente agente libre porque el Wolves no pudo satisfacer sus exigencias de mercado debido a problemas financieros. En la trayectoria del ex-portero, nacido en el País Vasco, destacan sobre todo la experiencia como seleccionador al frente de España (además de dos Eurocopas en su palmarés con la sub 19 y la sub 21) y la del banquillo del Sevilla, con el que ganó la Europa League en 2020.

Lopetegui, por tanto, sube a los pedales y para la dirección del Diavolo se lanza a por la competencia formada por Paulo Fonseca, Christophe Galtier y Marcelo Gallardo. Este fue el casting que surgió en las últimas horas en Milanello tras el descalabro del Milan en la Europa League, que convenció al club de considerar el adiós de Pioli como el escenario más viable. El identikit general sobre el entrenador que se filtra -internacional, con un juego reconocible, bueno trabajando con jugadores jóvenes, en línea con el proyecto del club- corresponde además a Lopetegui, que además ya habría mantenido contactos directos con Gerry Cardinale, lo que demuestra que es el nombre de moda en estos momentos.

Un cambio de entrenador -aunque no inmediato- que se cuela a pocas horas de un derby es algo único, y obviamente no es el mejor -eufemismo- para quien todavía se sienta en el banquillo rossonero y, a su vez, para el equipo. Pero también es cierto que en el campeonato el Milan no tiene prácticamente nada más que pedir: la próxima Liga de Campeones está prácticamente adquirida y el segundo puesto es defendible con un poco de astucia. No hay nada más en juego, por lo que el club puede empezar a construir eficazmente la próxima temporada.

Hijo de un aclamado levantador de piedras, la carrera de Julen Lopetegui, ya sea como portero, entrenador o comentarista de televisión, ha estado salpicada de altibajos, hazañas y caídas, triunfos y decepciones. El momento más representativo en este sentido fue su increíble y surrealista despedida de la selección tres días antes del inicio del Mundial 2018. Lopetegui había sido llamado en 2016 para renovar a la caduca España de Vicente Del Bosque y en apenas unos meses había hecho un gran trabajo, llevando a la Roja a Rusia con una inmaculada y virtuosa racha de cuatro empates y 16 victorias, incluido el dolorosísimo 3-0 en el Bernabéu en septiembre de 2017 que envió a la Italia de Ventura a la fatídica repesca contra Suecia. En vísperas del Mundial fue despedido en el acto por Luis Rubiales, presidente federativo, porque el Madrid había anunciado un acuerdo con el seleccionador al término del Mundial. Abandonó Krasnodar deprimido e incrédulo.

Lopetegui acababa de renovar su contrato federativo, y Rubiales lo consideró una traición. Julen no había podido resistir la llamada de la Casa Blanca, dejada huérfana por Zidane, un club en el que había sido canterano, había llegado al primer equipo y había regresado como observador y entrenador del Castilla en los tiempos de Ramón Calderón. España se encomendó a Fernando Hierro y fue eliminada en octavos por Rusia, Lopetegui lloró en su presentación en el Bernabéu y fue destituido poco más de cuatro meses después al término de un Clásico en el Camp Nou que acabó con una gélida manita: 5-1 a los catalanes. En pocas semanas, Lopetegui lo había perdido todo: una selección que jugaba de maravilla y podía hacer grandes cosas en el Mundial y el Madrid, que le había seducido y abandonado rápidamente.

El verano siguiente volvió a ser relevante en la historia del técnico vasco, porque fue el del matrimonio con el Sevilla. Lopetegui es el técnico por el que apuesta Monchi, recién regresado al club tras su experiencia en Roma, para confiarle un renacimiento muy complejo, ya que se incorporan nada menos que 15 jugadores nuevos. Lopetegui se arremangó y llevó al club del Sánchez Pizjuán a la cuarta plaza liguera y a ganar la Europa League al Inter, lo que le valió el premio al mejor entrenador de la Liga, y al año siguiente batió el récord de puntos.

Contacto renovado hasta 2024, pero despedido en octubre de 2022, como ya le había ocurrido en Rayo Vallecano, Oporto y, como se ha dicho, Real Madrid. Inmediatamente aterrizó en el Wolverhampton y lo llevó de la penúltima plaza a la 13ª plaza, para dimitir el pasado verano. Para dar una idea del tipo, Lopetegui les dice a los jugadores cuando llega que les invitará a comer cada vez que no recibieran un gol. Técnicamente, Lopetegui es un gran representante de la escuela vasca que tan bien lo está haciendo en los banquillos en los últimos años: Xabi Alonso, Unai Emery, Mikel Arteta, Andoni Iraola, Imanol Alguacil, etcétera.

El norte de España está produciendo grandes entrenadores que, a pesar de ser diferentes o muy diferentes, tienen predilección por el juego ofensivo, la posesión del balón, la presión alta: los ingredientes que forman la base del ADN del fútbol español. Con Lopetegui vimos al mejor Isco en la selección, por poner un ejemplo bastante significativo. Igual que Roja se inspiró en el ‘Mago’ David Silva. Isco y Silva combinaron de maravilla con Carvajal y Jordi Alba, laterales que se convirtieron en delanteros sumados e imprevisibles: una España rápida y envolvente, llena de buenos pies (Iniesta y Thaigo Alcántara además de los dos ya mencionados).

O el mejor Suso en la época del Sevilla, un equipo que tenía su cerebro en Banega y que, a diferencia de España, que no siempre tenía un delantero centro puro, jugaba con un verdadero ‘9’ como Luuk De Jong o En-Nesyri, demostrando la gran ductilidad e inteligencia táctica de Lopetegui. Yendo más atrás, el técnico vasco fue el primero en destacar las grandes dotes de Casemiro como defensa, cuando se lo llevó cedido del Madrid al Oporto, devolviéndoselo a Zidane, que lo convirtió en la piedra angular de 3 Champions consecutivas.

“No se pueden poner limitaciones al talento, el fútbol es y será siempre de los jugadores, los entrenadores sólo estamos para ayudar”, dijo Lopetegui en el Global Summit del pasado mes de octubre. Unas palabras para explicar su forma de entender su deporte y su profesión.