
El cortocircuito surrealista de los últimos días entre Conceiçao y su portavoz, con las supuestas quejas del entrenador sobre el mundo rossonero filtradas a los medios, el consiguiente cabreo de Sergio -un eufemismo- y la dimisión de su spin doctor, sólo nos dice una cosa: en el Milan este año puede pasar cualquier cosa. Ya hemos superado con creces la ley de Murphy.
Aparte del aspecto financiero -que en cualquier caso a medio plazo tendrá que hacer frente a la falta de ingresos de la próxima Liga de Campeones-, no hay ningún ámbito en el que el Diavolo pueda sentirse cómodo. También por este motivo -además de por razones personales de índole laboral- el consejero delegado Furlani se ha presentado en los últimos días ante Gerry Cardinale, prefiriendo una reunión cara a cara a la llamada habitual.
Ahora mismo, el universo milanés está hecho jirones, y llama la atención que la situación sea tan precaria cuando aún faltan dos meses y medio para el final de la temporada. Significa que todo se ha desintegrado muy rápidamente. Para rehacer la convergencia del Diablo, será necesario seguir un camino obligatorio, en el que no pueda haber desviaciones de un determinado calendario de actuación. El primer aspecto para controlar el caos es clarificar eficazmente los equilibrios internos y las relaciones de poder.
Furlani se lo preguntó a Cardinale, que regresó a Milán con la confirmación de su cargo de alto directivo. Es decir, un consejero delegado no sólo con poder de firma en términos burocráticos, sino con poder de decisión. Incluso en el ámbito deportivo. Esto no es nada nuevo en el sentido estricto de la palabra, pero es evidente que había que reiterarlo ante los demás hombres de la sala de control.
Porque cuando las cosas no funcionan, los resultados no llegan y el cielo está plomizo, a veces el equilibrio corre el riesgo de saltar por los aires, o saltar por los aires del todo. Ocurre en el vestuario con los jugadores -el grupo se fragmenta, algunos empiezan a ir por libre, surgen drafts malintencionados-, también puede ocurrir en la dirección.
A la espera de que los responsables completen la “remodelación” entre ellos en nombre de objetivos comunes, la segunda estación del vía crucis es necesariamente el nombramiento del director deportivo. Porque se puede discutir de entrenadores y de nombres de mercado todo el tiempo que se quiera, pero para asegurar el barco encallado, lo primero que hay que hacer no es vaciarlo del agua, sino cerrar el agujero de la quilla. Por lo tanto, el primer paso es necesariamente identificar al director general más adecuado para el proyecto.
Es una situación esperpéntica, digamos, porque es una figura que lleva desaparecida casi dos años y la carencia se ha notado bastante no sólo en los últimos tiempos. Ahora el club corre para cubrirse y ha pasado de la dirección colegiada del área deportiva al entrenador Moncada, que reitera lo obvio: “En el fútbol, el papel del director deportivo es importante”. Por delante, pues, el casting, tras el cual se dará paso al entrenador, una figura revuelta y que funcionó mal en la edición del Milan’24-25.
Al RedBird, por filosofía, no le gusta cambiar a lo largo de la temporada, pero en algún momento se vio obligado a hacerlo. Y eso no es todo: a falta de un giro decisivo en los resultados en esta última parte de la temporada, Conceiçao también podría ser enviado a la puerta antes de tiempo (con Tassotti, a su pesar, llamado a terminar el año).
Parece, además, bastante seguro que las posibilidades de que el portugués se quede el año que viene son poco más que nulas en estos momentos. Por decirlo en dos líneas: el parche no ha cerrado el agujero, probablemente habrá que hacer más cambios, y habrá que pasar por un director general, que todavía no está. Después, habrá que meter más o menos mano en el roster entre jugadores que no están al final de su contrato, pero sí de su ciclo, jugadores cedidos cuyo destino aún está por entender, jugadores que volverán a la base y para los que vale lo mismo, y los refuerzos del roster actual.
El noveno puesto actual en la clasificación, aunque no refleje en absoluto el valor y la calidad del equipo, certifica la necesidad de cambiar el grupo. Todo ello mientras esta temporada será recordada -también- como la de los grandes nombres castigados (por ambos entrenadores: eso significará algo), la de los penaltis robados y la insubordinación flagrante, la de un entrenador que estuvo a punto de pelearse con el antiguo capitán del equipo, la de los fiscales quejándose de las actas de sus clientes.
Y todo esto mientras se ha perdido vergonzosamente la Liga de Campeones, igual de vergonzoso es encontrarse fuera de la carrera por la próxima edición a principios de marzo. Por último, el estadio: la enésima ralentización de los últimos días no preocupa demasiado, pero mientras tanto el reloj de arena sigue corriendo y, tras cinco años perdidos en discusiones y polémicas, volvemos al punto de partida. Sí, hay bastante caos en el mundo rossonero, con una ventaja: si se empieza a meter mano ahora, se puede llegar al verano con buena parte del trabajo ya hecho.

EL SUEÑO SIGUE SIENDO ANTONIO CONTE
La carrera por el puesto de director deportivo del Milan está muy abierta y hay varios candidatos en la pista. Igli Tare había llegado a un principio de acuerdo con Zlatan Ibrahimovic y Gerry Cardinale en una reunión celebrada hace unas semanas en Londres, pero Giorgio Furlani se ha tomado su tiempo porque también quiere evaluar otros perfiles.
La idea común sería incluir en el equipo a una figura con un gran conocimiento del fútbol italiano, una vasta red de contactos internacionales y un currículum hecho de victorias y goles conseguidos. El identikit responde perfectamente al de Fabio Paratici, a punto ya de cumplir definitivamente su inhabilitación de 30 meses. Las cotizaciones del técnico emiliano están en claro ascenso: al principio había dudas en la propiedad, pero éstas se van disipando poco a poco, hasta el punto de que ya está previsto un enfrentamiento con Giorgio Furlani esta semana.
El posible nombramiento de Fabio Paratici mantendría en órbita la candidatura de Massimiliano Allegri, un técnico especialmente del agrado de Giorgio Furlani y Gerry Cardinale porque se le considera perfecto para iniciar un nuevo ciclo ganador. Pero la preferencia de Fabio Paratici sería Antonio Conte: el técnico de Salento ha firmado un contrato con el Nápoles hasta 2027 con un salario, según parece, de unos 6,5 millones por temporada más primas en función de los resultados. Un objetivo complicado, por toda una serie de razones, pero no imposible: el Milan de Paratici lo intentaría al 100%.