Walker y Joao Félix: cara y cruz

Las dos caras de un mismo mercado. Son diferentes en edad, son diferentes en rol, son diferentes en la fórmula con la que aterrizaron en Milanello. Y sus destinos respectivos también serán diferentes. Kyle Walker y João Félix han pisado el Milan durante el último mes y medio como parte de la amplia campaña de refuerzos invernales que RedBird ha montado con el objetivo de mantener al Milan enganchado a esta Liga de Campeones y a la siguiente.

El primer intento ha fracasado de la manera más sangrienta, el segundo está fracasando aunque la aritmética aún no haya dictado la sentencia definitiva. En semejante contexto, pues, los que en diversas funciones han llegado hasta la mitad de la temporada tendrán que hacer cuentas con su rendimiento personal en esta segunda mitad de la temporada. Aunque todavía estamos a mediados de marzo, con dos meses por jugar, las decisiones sobre Walker y Félix, sin embargo, parecen ya tomadas. Pulgares arriba y pulgares abajo, San Siro como el Coliseo.

Los veredictos son fáciles de adivinar. Walker seguirá en el club rossonero, gracias a una lista de méritos que es difícil encontrar todos juntos dentro de la – exigua – suma que hay que pagar para rescatarlo. Milán y City han acordado de hecho 5 millones, con la fórmula del derecho. El balón en Via Aldo Rossi entonces, y al parecer la pelota se quedará con los rossoneri a los pies del lateral Inglés, que acaba de unirse a su equipo nacional para los partidos de clasificación para la Copa del Mundo contra Albania y Letonia.

En enero, el Milan sólo había exigido y obtenido el derecho de tanteo porque sobre Walker pesaba más de una incógnita, ligada sobre todo a su edad (cumplirá 35 años en mayo) y a su estado físico. Ciertamente, el Kyle “del pasado” ha renunciado obviamente a unos metros de taco y empuje, pero Walker sigue siendo un jugador fiable y evidentemente experimentado. Uno que ha alineado dieciocho trofeos en la estantería de su salón y que pronto rozará los cien partidos con los Tres Leones.

Su experiencia le ha permitido sumergirse en el caos rossonero sin dramas, desde el primer partido. Digamos que quizá no esperaba tener que enfadarse tanto con sus compañeros. Al margen de los tormentos colectivos del Diavolo, Kyle asegura a sus allegados que el impacto con el Milan y con el Milan ha sido muy bueno, y por eso espera que el club siga adelante con la redención. Estará satisfecho, independientemente de quién se siente en el banquillo rossonero la próxima temporada.

Joao Félix, en cambio, es el lado oscuro de lo que al principio parecía una “superluna”: grande, brillante, fascinante. Un faro que llegó en medio de una estación oscura. Alguien debió desenchufarlo porque el faro se apagó. Empieza el espectáculo con goles, asistencias y pases sin mirar. Joao tuvo el poder en las dos primeras semanas de revitalizar a un deprimido Piazza. Lo consiguió junto a Giménez, pero fue sobre todo gracias a él que los aficionados rossoneri de entonces escribían en las redes sociales cosas como “Vuelvo a tener ganas de Milan, estoy deseando que llegue el partido”.

Fue capaz de hablar el idioma favorito de los milaneses: el que acaricia el balón. Una llama apagada demasiado pronto, una curva que tiende inexorablemente hacia abajo y que confirma, por un lado, las razones por las que Joao lleva tiempo buscándose a sí mismo y, por otro, la extrema dificultad -para cualquiera- de dejar huella en una temporada de sufrimiento. El Chelsea le dejó marchar al Milan en calidad de cedido a secas, y le dará la bienvenida de nuevo en junio. Los primeros indicios, convencidos, de que se abriría una mesa con los Blues sobre la estancia del portugués, para la directiva rossonera estallaron como una pompa de jabón.

Entre otras cosas porque traer a Joao en verano, tomando como referencia lo que el Chelsea pagó por él, costaría más de 40 millones, que el Milan empleará en otras cosas. Sin tener en cuenta que Félix es un perfil especialmente del agrado de Conceiçao, un entrenador que es probable que se marche. A Joao sólo le queda hacer marcas importantes en la última parte de la temporada, para intentar cambiar su destino.