Las tres armas de Conceiçao

A medida que nos acercamos a la final de la Copa Italia, en la que el Milan tendrá la oportunidad de endulzar al menos en parte una temporada todavía negativa, los puntos fuertes del Diavolo son cada vez más evidentes. Y no, no es el juego. Ya no hay tiempo para trabajar en eso y, en cualquier caso, seamos sinceros: aparte del triunfo en la Supercopa y el desaire al Inter en la Copa, el Milan no ha mejorado su juego con Conceiçao, que antes tampoco era emocionante. Esperar y reanudar: así es como lo hace el Milan cuando gana, y también era así con Fonseca, aunque Paulo predicaba y exigía la posesión del balón y el dominio visto muy pocas veces. Conceiçao al menos no promete tiqui-taka, va al grano y ha encontrado tres maneras de llevarse alguna satisfacción.

He aquí otra, por si alguien no se había dado cuenta de que es la auténtica arma letal del Diavolo de Sergio. El partido de liga entre el Milan y el Bolonia ha sido el que ha enfrentado a los dos equipos que más puntos han sacado de situaciones de desventaja en este campeonato: los emiliani se han quedado parados en 18, el Milan se ha disparado hasta los 22 puntos. Eso es mucho, muchísimo: en las cinco mejores ligas de Europa, sólo el Atlético de Madrid ha ganado más (23). Es una tendencia, una actitud, una fuerza mental por la que -esto sí- el entrenador merece crédito.

Algo, sin embargo, que, dada la actitud del portugués, no resulta especialmente sorprendente. Cuando Orsolini deshizo el empate en un partido que hasta entonces parecía un mero traspaso al Olímpico, el Meazza contempló a un Milan aturdido, con los fantasmas de lo que podría esperarle cinco días después. Entonces llegaron los goles de Giménez y Pulisic, que transformaron un ambiente tibio -por no decir otra cosa- en un pico de decibelios como hacía tiempo que no se escuchaba. Para el Bolonia es una lección importante: este es un Milan que nunca muere, el miércoles habrá una copa en juego y es superfluo recordar el rendimiento de los partidos contra la Juve y el Inter en Riad.

Haberlos tenido, estos números durante un otoño cada vez más complicado y el invierno del sueño largo. Desde que cambió al 3-4-3 -al menos como esquema titular-, los rossoneri han encadenado cinco victorias en seis partidos, con sólo tres goles encajados y tres porterías a cero. Incluyendo el derbi de la Coppa Italia, ya son cuatro victorias consecutivas. Pero hay que señalar que en algunos momentos Conceiçao ha variado la disposición durante el partido, y esto también es un punto de mérito: cambiar a lo largo del partido puede nublar las ideas y las referencias del adversario.

Sergio le está cogiendo el tranquillo, lo hizo en Génova y lo ha vuelto a hacer esta vez. Ayer, por ejemplo, volvió al viejo 4-2-3-1 cuando entró Giménez y las viejas directrices funcionaron, pero mientras tanto el cabreo es mayúsculo porque despertar cuando ya es demasiado tarde amplifica el arrepentimiento. Y de todos modos, interpretaciones tácticas aparte, se encontró el equilibrio que faltaba. No todo es perfecto, por supuesto: los tres goles encajados a lo largo de esta racha ocultan errores bastante evidentes en las individualidades y en los departamentos.

Sin embargo, se trata de situaciones que pasan a ser remediables porque ya no conforman una lista interminable, sino que permanecen circunscritas. En otras palabras: ya no vemos al Milan sufrir sonoras y múltiples reanudaciones en campo abierto, como sucedía hace algún tiempo. Las zonas del campo están más cubiertas, los jugadores se sienten más seguros y eso se nota en su actitud. Incluso en la postura.

Al igual que en Génova, para seguir con el pasado más reciente, con el Bolonia fue el suplente quien marcó la diferencia. En el Penzo, Giménez y Joao Félix habían hecho el trabajo, esta vez Santiago concedió un bis y Conceiçao se sacó de la chistera al gran olvidado Chukwueze, que se coló en las praderas emilianas y desgarró la defensa del Bolonia.

Samu participó en todos los goles, eligiendo siempre la mejor opción para enviar a sus compañeros a la red. Giménez hizo el resto, más o menos olvidado en un cajón hasta hace un par de semanas y ahora volvió a la belleza de marcar goles que sólo un delantero centro puede entender y disfrutar plenamente. No sabemos si el Milan, en el Olímpico, será realmente capaz de hacer buen uso de alguna de estas tres armas, pero es una base interesante con la que intentar hacerse con la Copa.

DECLARACIONES DE ZVONIMIR BOBAN

Es un Zvonimir Boban lleno de curiosas historias entre bastidores relacionadas principalmente con el mercado futbolístico y su experiencia como directivo del Milan, pero no solo, el que se confesó en una larga entrevista al canal de Youtube de nuestro columnista Andrea Longoni, ‘Milan Hello’. Tantos recuerdos de su breve aventura al lado de Paolo Maldini, desde el verano de 2019 tras el adiós de Leonardo hasta la separación que llegó solo unos meses después.

Tras dejar su puesto en la Fifa junto al Presidente Gianni Infantino, Boban se ha implicado en la construcción del equipo, trabajando también en el mercado. Y estuvo a punto de hacerse con dos talentos del fútbol europeo como Dani Olmo y Dominik Szoboszlai: “Personalmente fui a cerrar a Dani Olmo. No querían hacerlo, era enero de 2020. Estaba todo acordado, quizás había que subir algo, pero era un trato de 18 más 2. También habíamos cogido a Szoboszlai, estaba todo acordado: 20 millones de la cláusula con el Salzburgo. Dos operaciones que habríamos cerrado con las cesiones de Piatek y Suso. Incluso allí lo negaron todo y dijeron: ¿pero qué demonios es esto?”.

Dos jugadores que llegaron en enero de 2020 y contribuyeron notablemente a crear un nuevo ambiente en el Milan fueron sin duda Zlatan Ibrahimovic y Simon Kjaer, según la versión de Zvone Boban: “Llegué, me di cuenta de que había que cambiar todo el equipo y, de hecho, en seis meses cambiamos a 13 jugadores. Estaba claro que no estábamos completos, de hecho después del mercado dije en una entrevista que los niños solos no pueden jugar”.

“Y en la sociedad se enfadaron bastante. Pero tenía que decirlo porque era lo correcto, no podían crecer solos y de hecho en enero conseguimos a Kjaer e Ibrahimovic, dos incorporaciones fundamentales para todo el camino hacia el Scudetto. Sin ellos dos, sobre todo sin Zlatan, no se habría creado nada de ese Milan que va hacia el Scudetto y también hacia una identidad. Que Pioli, a pesar de muchas cosas con las que no estaba de acuerdo, consiguió inculcar”.

Incluso tras la marcha de Boban, la dirección del área técnica del Milan permaneció -hasta junio de 2023- en manos de su gran amigo y ex compañero Paolo Maldini, quien, en tándem con Frederic Massara, trajo a los rossoneri, entre otros, a Sandro Tonali. Sobre su traspaso, al Newcastle, el ex-campeón croata tiene una opinión muy clara: “Paolo nunca le habría dejado marchar. Nos enfrentamos a una diferencia de 70 millones, no sé cuánto concretamente. Mucho dinero, pero que nunca debió llegar al Milan porque Tonali nunca debió salir del Milan. Porque el chico es milanista y dijo no al Inter y también a la Juventus”.

En su entrevista con Andrea Longoni, Zvonimir Boban también añade una opinión sobre las diferencias actuales entre el Milan, que espera cerrar un año complicado ganando la Copa Italia, y el Inter, candidato al Scudetto y en la final de la Liga de Campeones: “A nivel técnico, no creo que estén tan lejos. A nivel de cómo crear un equipo que funcione bien sí, los dos clubes están muy lejos. Si el Milan hace 3, 4 injertos correctos que reequilibren un poco las cosas y den una lógica al juego, que no hay, porque no la ha habido en todo el año, entonces podemos aspirar a tener un equipo de verdad. Ahora mismo este no lo es, pero el Inter sí, un equipo competitivo que siempre sabe lo que tiene que hacer. Nosotros no tenemos una identidad”.