
Al final de la temporada 2018/19, el Milan se encontró fuera de Europa. Excluido como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones del Fair Play Financiero, pero en el campo el equipo había conquistado la quinta plaza que podría haber valido la Europa League. Y hasta el final soñó con la Liga de Campeones. De hecho, una historia completamente distinta a la del Milan actual, que sufre la vergüenza de no clasificarse para las copas por deméritos deportivos.
Y a falta de una ronda. Para remontarse a un año tan malo hay que retroceder nueve años, primero con Sinisa Mihajlovic en el banquillo y luego con Cristian Brocchi. El equipo acabó 7º en la clasificación y perdió, como esta temporada, la final de la Copa Italia. Siempre por 1-0 y siempre en el Olímpico. Sólo el rival era diferente, fue la Juventus de Massimiliano Allegri quien derrotó al Diavolo entonces.
Aquel Milan, sin embargo, estaba desorganizado. En el ocaso de la era Berlusconi, que, además, ya llevaba tiempo buscando compradores. Un equipo en horas bajas a nivel técnico y con una situación financiera decididamente desfavorable. Y uno que venía de otros dos años horribles en los que se quedaron fuera de la clasificación para Europa. El agravante para este Milan es que las condiciones comparadas con el de hace nueve años son muy diferentes: hay estabilidad financiera, una cantera de jugadores que en términos de calidad absoluta sólo es superada por el Inter, y partían de un segundo puesto.
Al término de la final de la Copa Italia, el director general Giorgio Furlani habló de “temporada fracasada”. Y aunque hay que reconocerlo, la pregunta es: ¿quién pagará las consecuencias del fracaso? El Milan, que pertenece a un fondo especulativo, debe rendir cuentas a sus inversores y, en consecuencia, los directivos tendrán que responder ante el propietario. En una empresa normal ya se estaría hablando de una revolución, también porque la quiebra del Milan debería extenderse también al proyecto Milan Futuro, en el que hemos cobrado la humillación histórica de ser el primer equipo B que desciende a cuarta división.
No sería aceptable seguir así, pero cuanto más tiempo pasa, más se tiene la sensación de que seguiremos en esta línea. También se oyen declaraciones como: “Jugar en B, C o D no es tan importante para nosotros”. El infame director deportivo tradicional no ha llegado, puede que ni siquiera llegue. El entrenador dirá adiós, es un secreto a voces que seguirá siéndolo durante toda la semana. Y no hay ni sombra del nombre de un sustituto.
Ha habido otros Milan en desgracia, que han logrado clasificaciones aún peores y con plantillas también preparadas para luchar por el título. El de 1998, por ejemplo. Décimo en la clasificación y derrotado en la final de la Coppa Italia. No se perdió tiempo: poco después se anunció a Alberto Zaccheroni y con él al máximo goleador del torneo: Oliver Bierhoff.
Ideas claras, un club fuerte que quería resurgir inmediatamente después de dos años de pesadilla. Tener éxito. Traer un nombre fuerte al banquillo tras las elecciones del verano pasado sería el primer paso de una admisión de culpa y de la voluntad de ser competitivos. Suponiendo que se quiera serlo.

AMISTOSO EL 31 DE JULIO EN PERTH
El Milan jugará un amistoso en Perth el 31 de julio contra el Perth Glory, el equipo local que participa en la A-League australiana. El partido cerrará la gira de julio de los orientales, que también incluye partidos contra el Arsenal en Singapur (23 de julio) y el Liverpool en Hong Kong (26 de julio). El partido se disputará en el HBF Park, en la misma ciudad donde el Milan jugó hace un año -fue el 31 de mayo- en un amistoso contra la Roma ante más de 56.000 espectadores, en el primer desafío histórico entre dos equipos de la Serie A.
El regreso a Perth subraya el vínculo entre el Milan y Australia, donde los rossoneri tienen más de 2 millones de seguidores y numerosos clubes de aficionados en ciudades importantes como Melbourne, Sydney y Adelaida. En toda la región Asia-Pacífico, el Milan es el club italiano más seguido, con una afición en constante crecimiento que supera los 20 millones de seguidores. La relación entre el Milan y Australia también se ha consolidado gracias a la apuesta local por las nuevas generaciones.
Entre 2007 y 2018, Milan dirigió el programa Milan Junior Camp y promovió actividades sociales con la Fundación Milan, como el proyecto “Welcome Football” en Melbourne (el fútbol como herramienta de inclusión para niños de origen inmigrante) y la colaboración con el equipo de fútbol para ciegos Perth SC y Blind Sports WA para desarrollar el fútbol para ciegos.