
Otro día repleto de fútbol: Sergio Conceiçao dirigió el entrenamiento matinal, antes de dedicarse por la tarde a los partidos de vídeo y televisión. Europa y la Conference League, del prime time a la noche. La rutina de un entrenador que se esfuerza por elevar a su equipo, el AC Milan, a la altura de Europa. Conceiçao se concentró en defensa y ataque, y esta vez hubo algo extraño: se vio obligado a hacerlo una vez abandonado el campo.
Primero un improbable contraataque, con el portavoz portugués del entrenador transmitiendo todo el descontento de Sergio. Mensajes, articulados punto por punto y transmitidos a la prensa, que serían una transcripción de los pensamientos de Conceiçao. El técnico se quejaría de problemas de funcionalidad en las instalaciones de entrenamiento de Milanello y también de la escasa preparación atlética del equipo.
Pero, sobre todo, de la falta de apoyo directivo, de un proyecto técnico claro y, de nuevo, de la lejanía de Cardinale. Y por último, la falta de compromiso del grupo y en particular de sus jugadores clave. Un ataque directo, aparte de las jugadas del equipo al borde del área, a menudo incapaz de enmarcar el gol. Un juego que sacudió la tarde rossonera y que desde el ataque corría el riesgo de convertirse en rendición: el club no podía permanecer indiferente ante ciertas palabras.
En ese momento, Conceiçao no se apresuró a volver a la defensa, sino que se vio en su antiguo papel de mediapunta y abordó a su propio personal de comunicación. Sergio lo negó todo con determinación: ciertos pensamientos no le pertenecen y están absolutamente fuera de la realidad. Si hay algo en lo que el entrenador tiene que hacer hincapié -ese es el lema del hombre de todas las manos-, lo hace con las personas implicadas. O, si tiene mensajes que quiere transmitir a más de una persona, no duda en hablar ante los micrófonos, las cámaras y los periódicos.
En declaraciones a la Gazzetta: ‘Sufro mucho por el momento del Milan, pero nada de lo que se ha dicho sobre mí es cierto. El club siempre está presente, sé que el club está conmigo’. Sergio es un profesional que ha vivido y vive el fútbol, conoce la dinámica del juego (incluso cuando sale del campo) y sabe cómo manejarla. No se esconde detrás de las palabras de los demás, deja que la gente sepa y oiga todo de su propia voz. Conceiçao niega no encontrar todas las comodidades que necesita en Milanello, hasta el punto de que el centro deportivo es su casa desde hace varias semanas.
Niega con más fuerza y convicción aún la idea de que se sienta solo, abandonado por el club: habla todos los días con dt Moncada, una presencia casi permanente en la concentración, y con Ibra. Ayer volvió a hacerlo. En los últimos tiempos ha sido el propio Zlatan el que ha hablado delante del equipo y ha reforzado la postura del entrenador. Entre Sergio y el grupo ha habido momentos de tensión, como ocurre siempre y más aún en momentos de dificultad: pero cuando llegó el momento de llamar a los jugadores a sus responsabilidades, Conceiçao lo hizo públicamente.
Salió en la tele y en los periódicos para contar que en su carrera había entrenado a equipos técnicamente más pobres pero con más aplicación, y que en cambio encontró en el AC Milan un grupo de grandes intérpretes que a menudo rendían sin intensidad. Que el técnico está decepcionado no es ningún secreto: un entrenador y ex futbolista que ha hecho del compromiso y la aplicación sus premisas ganadoras, no admite errores de distracción o falta de energía en los duelos. Los últimos partidos del Milan han puesto realmente de manifiesto ciertos límites: de carácter más que técnicos.
Muy evidente en la Liga de Campeones, perdida por la imperdonable ingenuidad de Theo Hernández. Hace exactamente un año, el Oporto de Conceiçao abandonaba la Liga de Campeones en octavos de final, derrotado en los penaltis por el Arsenal. Uno a cero en la ida y el mismo resultado en la vuelta: la alineación londinense era muy parecida a la que llenó de goles el Psv (7) hace dos noches.
Un precedente que el entrenador recordó en varios enfrentamientos con el club y el grupo precisamente para reiterar cómo es la fuerza de voluntad la que determina el resultado de un partido. El espíritu, incluso antes que el talento: y por eso el entrenador reflexiona sobre una profunda revolución en el once que saltará al campo mañana en Lecce.
Tras el malentendido con uno de los responsables de la comunicación personal, Conceiçao se enfrentó ayer al club, aclarando el episodio, y luego se apoyó en el gabinete de prensa del club. Por la tarde, el mismo autor del malentendido dio una rotunda marcha atrás. Y aún hablando de mensajes y declaraciones, hoy Conceiçao volverá a hablar en la víspera del partido fuera de casa en Lecce.
Una oportunidad para reiterar sus verdaderos pensamientos y corregir públicamente el malentendido de ayer. Ah, luego hay un partido que presentar: el Milan sólo dispondrá de un resultado. Ganar para intentar el ascenso europeo. Incluso al final del partido, Sergio hará su análisis, y no habrá errores garrafales posibles. Un éxito le permitirá recuperar el aliento y disponer de otra semana de entrenamiento para preparar el próximo desafío. Si no, habrá más palabras: ¿se despedirán club y entrenador?
EL FRACASO DE LOS ENTRENADORES EXTRANJEROS
Milan y ese mal rollo con los entrenadores extranjeros. De hecho, en su historia el Diavolo nunca ha logrado encontrar el camino de la victoria con un no italiano en el banquillo, o mejor aún, la continuidad, aunque con Conceiçao se podría pensar que se ha tomado el camino correcto tras la victoria en la Supercopa contra el Inter. ¿Y el resto? Noveno puesto en la clasificación, eliminación en los playoffs de la Liga de Campeones a manos de un Feyenoord tan humilde como rearmado (y el partido de ayer contra el Inter lo demostró) y una media de puntos en liga aún peor que la de su predecesor.
El nuevo Milan de RedBird esperaba que primero con Fonseca y luego con Conceiçao se rompiera esta “maldición”, pero los resultados sobre el terreno de juego han dicho y siguen diciendo lo contrario. A estas alturas es natural creer que al final de esta temporada habrá un nuevo cambio en el banquillo de Milanello, con la directiva rossonera que esta vez irá sobre seguro, sin más apuestas.
La tendencia de este año complicado lo ha confirmado: el Milan necesita un perfil que ya conozca bien la Serie A, también porque el año que viene no podrá dejar de clasificarse para la Liga de Campeones, y por lo tanto no habrá tiempo para adaptaciones varias. Obviamente, la elección del próximo entrenador pasará también y sobre todo por quién será el nuevo director deportivo del Milan, pero el identikit parece estar ya bien definido.
Giuseppe Pastore afirma que el Milanello necesita a alguien que conozca las dificultades de los entrenadores rossoneri, así que ¿qué mejor solución que la que lleva a Massimiliano Allegri? Su anterior aventura en el Milan podría facilitarle las cosas, pero la lista de la directiva rossonera incluiría también los nombres de Maurizio Sarri, Roberto De Zerbi, Vincenzo Italiano, Gian Piero Gasperini, Carlo Ancelotti y Antonio Conte, siendo estos dos últimos más sueños que realidades sólidas en estos momentos, aunque a estas alturas siempre es mejor no excluir nada.

EN LECCE FUERA THEO, LEAO Y GIMÉNEZ
En previsión de una revolución en verano, he aquí una de cerca. Sergio Conceiçao parece decidido a presentar en Lecce un Milan completamente renovado, y no sólo por las descalificaciones de Maignan y Pavlovic. La escoria de las tres derrotas consecutivas en el campeonato, tras la eliminación de la Liga de Campeones, convenció al técnico para probar ayer en Milanello un once inédito: fuera a la vez Theo Hernández, Fofana, Musah, Leao y Giménez.
Todavía falta un día para el partido en la Via del Mare y Conceiçao acostumbra a probar diferentes soluciones antes de llegar a una decisión definitiva. Pero las señales de querer cambiar las cosas ya habían llegado a principios de semana. El técnico portugués está cansado de esperar a unas cuantas estrellas que están rindiendo mucho menos de lo que cabría esperar y quiere al menos dar una oportunidad a los que realmente tienen hambre de campo.
Como las dos últimas llegadas en febrero, Warren Bondo y Riccardo Sottil. El centrocampista francés aún no ha debutado con la camiseta rossonera (el pasado domingo contra el Lazio calentó durante mucho tiempo, sin pisar luego el césped), mientras que el ex jugador del Fiorentina, tras unos alentadores 20 minutos en la final con el Torino, ha estado en el banquillo 180 minutos en las dos últimas. Ahora podría ser por fin su turno.
Al igual que la revolución debería recompensar al menos a uno -si no a los dos- de Davide Bartesaghi y Alex Jiménez. En el plan en el que ambos parten desde el 1′, el primero debería asentarse en la salida por la izquierda en lugar de Theo, el segundo arriba a la derecha en el tres por detrás del único delantero Abraham. Pensar que Jiménez y Bartesaghi durante gran parte de la temporada fueron pilares del Milan… Futuro. Y en el primer equipo nunca estaban en el campo al mismo tiempo: o uno o el otro.
La principal noticia, sin embargo, concierne a los parias. Al Milan, además del campeonato, sólo le queda la Copa Italia, con el primer derby contra el Inter fijado para el 2 de abril. Quedan 25 días, no hay motivos para pensar en lógicas renovaciones. El rechazo, por tanto, sería puramente técnico. Y para Theo y Leao no sería la primera, después de haber conocido ya el banquillo a las órdenes de Fonseca. Más sorprendente, tal vez, sería la exclusión de Giménez, la gran compra del mercado de reparaciones.
El bombardero mexicano ha estado seco en sus tres últimas salidas, en las que le ha costado incluso hacerse peligroso. Pero después de gastarse unos 30 millones de euros, sería chocante verlo fuera de la alineación titular apenas un mes después. Musah, por su parte, tuvo una de las peores noches de su carrera el domingo contra el Lazio, cuando Conceiçao lo sacó en el minuto 37 de la primera parte porque estaba claramente pasando apuros.
Mientras que Fofana ya ha ocupado dos banquillos con el seleccionador, en el partido de vuelta con el Feyenoord en la Liga de Campeones y en Turín en la liga. En la lista de los que podrían ver jugar a sus compañeros en Lecce también podría figurar uno de Joao Félix y Pulisic. En ese momento, de las cuatro estrellas que prometía el Milan para despegar, sólo quedaría una. Singular, en todos los sentidos.