
En la historia reciente del fútbol italiano, el Empoli nunca ha sido un equipo banal. Desde Sarri en adelante, en el Castellani quedó una idea de fútbol proactiva, declinada de varias maneras por varios entrenadores, con pases cortos y delanteros especializados en el arte de la demarcación.
Cada temporada de los toscanos en el último lustro de Serie A ha sido definida sobre todo por el regista bajo, cada vez profeta en el campo de la visión del entrenador. Así Valdifiori con sus centros detrás de la defensa conseguía la verticalidad de Sarri. Paredes en cambio, fuerte de un talento de enganche, mandaba a su placer las jugadas más intrigantes del juego de Giampaolo. Al regresar a la Serie A en cambio, un argelino con el diez a la espalda se posicionó en el centro del campo a tres y encantó al público gracias a detalles técnicos y ciertamente anómalos para esa posición.
Ismael Bennacer prolonga la gran tradición de registas empoleses (¿el primero fue Almirón o Valdiriofi?) y en general confirma la tendencia de la Serie A en los últimos años en producir metodistas realmente peculiares y reconocibles, a pesar del contexto táctico tan reactivo. Gracias a la influencia de Sarri y Giampaolo, está lleno de registas minimalistas, habituados a jugar en dos toques, haciendo de pared a los compañeros y guiando los tiempos de la alta presión.
Jorginho, Torreira, Paredes y obviamente Valdifiori, aman descargar y luego recibir con continuidad para manipular la posesión. De manera complementaria se impusieron dos virtuosos como Pjanic y Brozovic, menos inclinados a jugar a dos toques pero capaces de aguantar más el balón e incidir en la producción ofensiva con regates, remates o centros milimétricos a la carrera de sus compañeros.
Bennacer, a pesar de haber crecido en un contexto más similar al de Sarri y Giampaolo, tiene un talento que le permite variar notablemente sus soluciones con el balón al pie: sabe adaptarse al sistema pero no es un jugador de sistema. En esto, el argelino hace de punto de unión entre la tipología Brozovic con la de Jorginho. Su primera temporada en Serie A fue excelente, quien haya visto algún partido del Empoli quedó sorprendido por su estilo de juego, el virtuosismo de los pases y los regates.
Cuando circulaban rumores sobre su traspaso al Genoa, parecía imposible que ninguno de los grandes de Italia lo buscase, viendo la relación calidad-precio. Al final se lo adjudicó el Milan, con una decisión que parece bien lejana de los desastres estándar de mercado de los rossoneri de los últimos años. Los últimos partidos de la Copa de África son la demostración de la autosuficiencia de Bennacer fuera de un contexto táctico bien definido.
Argelia es el equipo más técnico de la competición, pero sin mecanismos que líen el talento. Jugadores con una sensibilidad en los pies tan tremenda como Mahrez o Feghouli que son libres de buscar su posición, recibir balón y regatear a cualquiera o lanzar centros hacia la punta incluso desde la mitad del campo. Un contexto por tanto en las antípodas con respecto al Empoli de Andreazzoli.
Bennacer no solo no se resintió, al contrario, en los dos partidos más importantes del grupo, ante Kenia y Senegal, consiguió el MVP. Argelia es un equipo que se expande tanto al atacar como defender. Bennacer para emerger no ha podido contar con compañeros pero pudo desfogar todas sus dotes individuales. En fase de no posesión se dio cuenta de cuando tenía que defender cerca del área y cuando notó las inseguridades del rival, los agredió en ataque, como le gusta hacer en la Serie A.
En fase ofensiva a ratos cubrió la insólita posición de volante izquierdo, con cierres y subidas al ataque. Su lado fuerte, Bennacer siempre intenta asociarse con el lateral o con el mediapunta más cercano para ganar la línea de fondo y poner en medio, como la gran asistencia de gol a Mahrez ante Kenia. A veces tuvo que conducir las transiciones portando el balón durante bastantes metros.
Por tanto, el talento de Bennacer se ha visto que puede enriquecerse y sobrevivir en contextos caóticos y áridos de inmediatas soluciones. Mientras recibía, los compañeros se alejaban y es entonces cuando está obligado a proteger y a tocar más veces el balón antes de encontrar la línea de pase, sin que por ello tenga que entrar en pánico.
Cuando se habla de los años de Torreira en la Samp se afirmaba siempre sobre su interpretación en la fase de posesión, en la frecuencia y precisión con lo que jugaba a dos toques, resistiendo la presión. Pero para Giampaolo, su contribución era preciosa sobre todo sin balón. En ese tipo de sistema, el vértice bajo del centro del campo, mucho antes de la tarea de mando, debe poseer excelentes dotes en la presión y en las lecturas defensivas.
Debe moverse en ataque para agredir la primera construcción y hacer subir el bloque del equipo: cuando la punta y el volante se mueven al lado para agredir al lateral, debe acompañar el corredor lateral para bloquear la línea de pase a sus espaldas y cerrar los espacios para el cambio de juego. Debe saber guiar la vuelta a la agresión en zona de balón y dar cobertura a los laterales si suben. Sus centros desde el fondo con la defensa mal posicionada debe cubrir el pase libre. Todas estas cosas que Bennacer realiza a la perfección.
El argelino se exalta en la defensa de ataque, no es casualidad, como reporta Opta, es el jugador de movimiento con mayores balones recuperados de la Serie A (312). Bennacer tiene grandes tiempos en la presión. Es explosivo en corta distancia, donde el equipo es compacto es capaz de sacudirla en ataque con sus escaladas. Lee bien las intenciones de los rivales e individualiza la zona por la que salir.
Sobre todo, suele elegir a menudo el lado adecuado donde atacar al recibidor. No se limita a una presión defensiva a sus espaldas, que impida girarse al rival, sino que intenta agredir en un lado donde cubra el balón para recuperar la posesión y lanzar la transición. Nadie en la Serie A golpea las inseguridades de los rivales mejor que Bennacer. Mérito suyo de sus lecturas, tanto de un talento defensivo vistoso también a nivel individual.
Su fuerza parece inversamente proporcional a su altura (1,75m). Físico compacto, piernas y cadera potente, hacen que sea enérgico en los contrastes y para cualquiera es difícil resistir a su presión. A veces se aferra al rival e intenta cambiar la posesión usando la pierna como un escalpelo para robar el balón y llevárselo. Si se encuentra con rivales hábiles en el uso del cuerpo a cuerpo y no gestiona bien ese tipo de presión, arriesga con ser usado como pivote.
Por tanto, es un jugador que ama imponer su contexto también en fase defensiva. Bennacer nunca es alguien pasivo, ni siquiera en su mitad del campo. Cuando se encuentra cerca del área busca siempre las posibles líneas pase rivales, para ganar la posición o bloquearlo antes de que llegue a su destino gracias a su gran movilidad lateral.

Si luego sus compañeros ofrecen cobertura, le gusta pegarse a la línea para ponerse en contra del portador e impedirle que juegue fácil. Impone bien el uno contra uno; la postura nunca es plana, cubre la parte interna del campo y solo deja la conducción hacia el fondo. Si el rival intenta saltarlo hacia el fondo, es explosivo y tiene fuerza para pararlo en esos duelos espalda contra espalda. Consciente de haber orientado bien el cuerpo, a menudo no espera el movimiento del delantero e intenta robarle el balón enseguida.
También aquí, debe aprender a modular mejor el ímpetu para no exponerse al regate de jugadores fuertes en el uno contra uno. En cualquier caso, es difícil superarlo: solo recibe 1,9 regates frente a los 2,9 contrastes ganados cada 90′, séptimo en Serie A entre los centrocampistas con al menos 25 presencias es mejor que jugadores como Barella y Bakayoko. El baricentro bajo y la fuerza de las piernas lo hacen rápido en colocaciones laterales, por esto recibe fácilmente contacto y se hace valer en los aislamientos.
Si luego las distancias se alargan, tiene velocidad y suficiencia para defender con carrera hacia atrás y apoyar las transiciones defensivas. Como en la acción de Empoli-Torino, en un momento de la liga donde Belotti había visto demasiados vídeos de Diego Costa y en cuanto tenía espacio se lanzaba con la cabeza gacha a la conducción. El delantero protege un balón poco antes del centro del campo y consigue girarse. El Empoli se llevó a todo el equipo, incluyendo los centrales en la zona de tres cuartos granata, cuando Belotti toma velocidad, los centrales, más lentos, se les escapaba.
Es una situación de gran riesgo y Bennacer empieza a esprintar para ir hacia el rival. Consigue mantener la mente en carrera y en tomar contacto. Obviamente Belotti es más potente, pero cuando parece que está cerca de librarse del argelino, se lanza al suelo y recibe el balón, con una elasticidad digna de un verdadero especialista en entradas.

Sin balón, Bennacer tiene virtudes y defectos bien claros, sobre todo con el balón que consiguió distinguirse como uno de los mejores centrocampistas de la liga, tanto por sus dotes asociativas como por la combinación de técnica de alto nivel y uso inteligente de la parte baja del cuerpo. Su talento con el balón en los pies no pasa desapercibido, un clásico para todos los mejores jugadores de origen norteafricano. Pocos en la Serie A pueden tener mayor control orientado que él.
Antes de recibir mueve el balón para sondear el terreno y saber qué tipo de control realizar. Lee las intenciones de los rivales, la dirección en la que portarán la presión, orientando el cuerpo y el primer o segundo toque para mandar al vacío la agresión. Los fulminantes movimientos laterales le permiten, balones a puerta, ganar metros sobre el marcador antes que estos puedan recibir contacto, abriendo el campo para la jugada frontal.
Si no hay espacio para pararse y el rival lo ataca, planta los pies por el suelo y se predispone con el cuerpo para absorber el impacto desde atrás. Incluso con jugadores más prestadores encima, Bennacer sabe protegerse y conducir, hasta que no se abra una línea de pase. Como alternativa, si hay espacio y la presión del defensa es excesiva, aprovecha el cuerpo para apoyarse en el hombre y usarlo como una puerta giratoria.
Si Bennacer es capaz de girarse, su zurda se cierra con un rango de posibilidades realmente amplio. Partiendo de sus pases: como un verdadero regista de Giampaolo no se crea problemas en descargar enseguida y en moverse a continuación para hacer de pared. Con el juego a dos toques sabe manipular los movimientos de los rivales para abrir espacios a sus espaldas.
Pero no siempre es necesario que haya alguien cerca suyo. Bennacer es capaz de jugar en el suelo a media-larga distancia. Incluso a cuarenta metros de distancia, sus pases láser en diagonal rompen las líneas rivales y permiten a los compañeros entre líneas orientar el control hacia la portería rival. Su zurda, tanto por dentro como por fuera, imprime efectos sorprendentes a los pases, con la trayectoria que curva y filtra en los pasillos más estrechos. Si Krunic jugó la mejor temporada de su carrera, donde pudo realizar con constancia sus conducciones, gran parte del mérito fue obra de Bennacer, capaz de servirlo con una irrisoria facilidad en las espaldas del centro del campo y ya mirando a portería.

El último Empoli de Andreazzoli, aquel sin Zajc tuvo que jugar con un 3-5-2, aprovechaba los movimientos combinados de los volantes y extremos para buscar sus pases por tierra. Los intercambios de posición alargaban a los rivales y abrían líneas de pase en movimiento frente a una de las puntas. Bennacer no tenía problema alguno en bajar el balón, incluso en la zona de tres cuartos.
Es difícil imaginar como Giampaolo quiera encajar a corto-largo plazo al argelino en su sistema. El Empoli subía los laterales-extremos para dilatar los espacios entre líneas y generar recepciones. La Samp en cambio no tuvo amplitud, raramente el volante o el mediapunta recibían de un pase largo; las recepciones entre lineas nacían de pases intercambiados en corto. Sería un malgasto dejar a Bennacer para que hiciera el juego de pared.
El Milan debe buscar mayor amplitud para abrir las defensas y generar huecos detrás del centro del campo. El fichaje de Theo Hernandez podría ir en esa dirección: puede jugar en zonas más avanzadas con respecto a Rodriguez y, sobre todo, ocupa el lado izquierdo, aquel donde Bennacer le gusta moverse para afrontar en diagonal las líneas rivales.
Donde sí es perfecto en el fútbol de Giampaolo es su gusto por los regates. Con las líneas pase bloqueadas, la Samp solía recurrir a menudo al uno contra uno de los volantes para encontrar nuevas soluciones. Bennacer no tiene miedo de llevarse el balón y regatear, para generar en cadena recepciones a las espaldas de sus rivales. Entre los jugadores de la pasada Serie A con al menos 25 presencias, es duodécimo por regates conseguidos cada 90′ (2), cuarto entre los centrocampistas.
El talento nace sobre todo de la sensibilidad donde mantiene el contacto con el balón: en base a la contingencia no tiene problemas en elegir la parte de su zurda donde conducir y cambiar de dirección de manera eventual. Gracias a su explosividad en los cambios laterales, gana espacio en los primeros pasos y con toques sucesivos se pone detrás del jugador. Mientras porta el balón, gracias a su cadera y a las piernas, para el rival es muy difícil el poder intervenir sin cometer falta.
En primera construcción, sobre todo en la Serie A, los espacios siempre son más amplios con respecto a la fase de repliegue. El ex-Arsenal sigue portando el balón no solo en búsqueda de pase, sino también para manipular la posición de los rivales que se exponen a sus cambios de dirección. Tras un primer regate suele ralentizar de golpe para invitar a que le agredan y analizar qué lado está dejando libre. Gracias a la rotación repentina de la cadera, gira antes de la entrada y se va en la dirección opuesta de la presión.
Es sin duda una de las mejores sorpresas de la última liga. Ha demostrado ser un regista de gran valor no solo ante sus directos competidores para salvarse, sino sobre todo en los partidos de cartel, ante Juve, Nápoles y Milan, cuando elevó el nivel de sus prestaciones. Los vídeos que coloca en Instagram y Twitter, donde con balón al pie humilla a media Serie A, son un legado de un jugador que se siente a la altura de los mejores y tiene ganas de demostrarlo a toda costa.
Fuente: UltimoUomo.com