Milan Primavera 0 – 3 Cagliari Primavera

La Arena Cívica se tiñó de rojo y azul y, por una tarde, hubo un trozo de Cagliari de fiesta en el corazón de Milán. Los chicos de Fabio Pisacane aplastaron al Milan Primavera por 3-0 (Vinciguerra, Bolzan, Trepy) y ganaron la Copa Primavera italiana. El primer trofeo de su historia (también fue la primera final), igual de histórico -más de 200 años- es el césped donde levantaron el trofeo.

Allí donde la selección italiana jugó su primer partido en 1910, allí donde tanto el Inter como el Milan han sido locales, allí donde hace 39 años Berlusconi había descendido en helicóptero, iniciando su fantástico ciclo. Aquellos tiempos, observando la temporada rossonera en su conjunto, parecen el Mesozoico: ni siquiera el equipo Primavera rossonero -que parecía bastante cansado- ha conseguido arrancar una sonrisa a la temporada de este año, aunque la decepción por la final perdida no empañe el excelente año de los chicos de Guidi, que además son uno de los equipos más jóvenes de la categoría.

Hay bueno, mucho bueno, creciendo en Vismara. Bajo la mirada de Ibrahimovic, Moncada, Kirovski, Oddo e incluso Barella, el Cagliari mereció sin embargo el triunfo, con una actuación impecable: defensa bloqueada (es la mejor de la liga, no por casualidad) y pura deportividad arriba. Los sardos llevan mes y medio invictos.

Guidi no pudo alinear a Ibra jr, que no estaba en su mejor momento, pero contó con el apoyo de Sia, Magni y Hodzic, sacados del Milan Futuro e incluidos los tres en el once inicial bajo la atenta mirada de Oddo. Sin embargo, a pesar de que la Serie C es una maestra de la concreción y la ferocidad deportiva, el Milan casi nunca consiguió adueñarse realmente del partido en los primeros 45 minutos. O, mejor dicho, de encontrar salidas concretas al lado de Iliev, porque en los primeros veinte minutos el balón permaneció casi por completo en los pies de los rossoneri, pero lo perdieron inexorablemente a la hora de tomar la decisión correcta en la zona de tres cuartos.

En otras palabras: media vuelta con presión constante y bien llevada colectivamente, el Cagliari se atrincheró en los últimos treinta metros, pero sin preocupaciones particulares. Por otra parte, si los Rossoblù presumen de tener la mejor defensa de la liga, por algo será. El Diavolo se encendió sobre todo gracias a Liberali, un exterior derecho sólo en teoría: el 10 rossonero se movió como de costumbre por todo el frente de ataque, buscando aperturas que, sin embargo, se complicaron por la atención de la defensa sarda.

La sensación es que tras veinte minutos de posesión casi absoluta (zurdazo de Eletu, volea de Sia) el Milan pensó que el reto sería cuesta abajo. Una sensación que se refleja en la dinámica del primer gol rojiazul, con una doble incertidumbre grave de los defensas rossoneri. La culpa fue del Milan, pero sólo hay que levantarse para aplaudir el gesto técnico de Vinciguerra, que colocó una media volea de derecha clamorosamente bella, intuyendo los errores del rival.

Fue prácticamente la primera acción ofensiva real de los sardos, una toma de conciencia que hizo mucho daño al Milan. Un puñetazo en el estómago que restó músculo y lucidez a los rossoneri. Se perdió la presión inicial, se disolvieron las certezas, la fase ofensiva fue demasiado blanda: tras la desventaja, los Diavolo volvieron a jugar así y, salvo un bonito derechazo de Comotto, fueron incapaces de asustar a Iliev.

En cambio, el Cagliari fue implacable, y unos diez minutos antes del descanso dobló el marcador: otra jugada visionaria de Vinciguerra por la banda, mano de Longoni a los pies de Bolzan, y el sardo dobló el marcador. En resumen: dos ocasiones, dos goles. En términos anticuados se llamó cinismo. La defensa rossonera estuvo mal en los dos goles, pero también mal delante: en el minuto 43, Bonomi tiró un penalti a la papelera al dar en el larguero.

El partido podría haberse reabierto, en su lugar cayó otro jarro de agua fría. En la segunda parte, el guión no cambió: el Milan con el balón entre los pies, el Cagliari con el puente levadizo levantado sin demasiados problemas: el juego con balón de los rossoneri era demasiado lento como para molestar, hasta que el recién entrado Trepy escribió el epitafio del partido al marcar el tercer gol. Del resto se encargó Iliev, muy sensible a la hora de proteger su portería. En la final, las cámaras encuadraron a Ibra bostezando: medio dormido también, como este Milan.

MILAN-CAGLIARI 0-3

GOLES: 20′ pt Vinciguerra (C), 36′ pt Bolzan (C), 24′ st Trepy (C)

MILAN (4-3-3): Longoni; Bakoune (18′ st Perrucci), Paloschi, Dutu, Magni (35′ st Asanji); Comotto (9′ st Nissen), Victor, Hodzic (9′ st Sala); Liberali, Sia (18′ st Scotti), Bonomi. Banquillo: Colzani, Mancioppi, Parmiggani, Ossola, Perera, Colombo

CAGLIARI: Iliev; Franke, Pintus, Cogoni; Grandu, Marcolini (37′ st Marini), Liteta, Balde (23′ st Malfitano), Arba (14′ st Langella); Bolzan (14′ st Achour), Vinciguerra (14′ st Trepy). Banquillo: Ausenklis, Collu, Simonetta, Suslev, Ardau, Costa