Nkunku ya corre para ser titular

Cuando Christopher Nkunku está involucrado, todo sucede increíblemente rápido. Desde su llegada al Milan, el club exploraba el mercado en busca de un delantero de peso al que confiar el centro del área. A dos días del cierre del mercado, llegó la sorpresa con el fichaje del exjugador del Chelsea: 68 kilos, 1 metro y 77 centímetros de altura. No es un gigante en el área, pero sí un malabarista por 37 millones más cinco de bonificación. Un comodín ofensivo de gran calidad técnica y velocidad de ejecución.

Cualidades evidentes desde su llegada a Milanello, aunque su estado físico no podía ser el óptimo: Nkunku había estado ocupado en julio en el Mundial de Clubes con el Chelsea, 86 minutos en la semifinal contra el Fluminense y menos de un cuarto de hora en la final ganada con el PSG. Luego, un agosto sin estrés: reanudación de la preparación con los reservas de los blues. El ritmo y la intensidad no eran los de la Premier, donde, de hecho, Christopher nunca ha debutado esta temporada.

Entonces llegó el Milan, una vez que Max se convenció de que la mejor formación para su Milan era el 3-5-2. Así, en la primera ocasión propicia, el entrenador le dio una oportunidad: en Milanello había entrenado incluso en los días de descanso del equipo, siguiendo una preparación personalizada para ponerse gradualmente al nivel de sus compañeros. Si en su debut en San Siro era pronto para jugar como titular, Nkunku debutó en carrera y, como se ha visto, fue muy rápido.

Primer pie en el campo en el minuto 84 y 29 segundos. Veinte segundos después, sufre una falta en el saque de Terracciano, justo después de que el balón volviera a entrar en juego. En el minuto 85 y 20 segundos, está dentro del área para recoger el pase en profundidad de Pulisic: un segundo después, es derribado por el boloñés Lucumi, se levanta y vuelve a caer en el choque con Freuler. Aquí, el árbitro Marcenaro señala el punto de penalti antes de ser llamado por el VAR Fabbri: los dos deciden anular el penalti, pero no tienen en cuenta el primer empujón, evidente y claramente antirreglamentario.

Mientras espera a que se consuma el error arbitral, Nkunku coge el balón y espera a que se autorice el lanzamiento desde los once metros: son Pulisic y Rabiot, los primeros lanzadores de la jerarquía rossonera, los que le ofrecen la oportunidad de chutar. Esperando con el balón bajo el brazo: esa es la imagen que el jugador elige para publicar en una historia de Instagram, acompañada de dos emoticonos que lo dicen todo y que, evidentemente, hacen referencia al episodio, una carita sonriente y otra con la mano delante de la boca. Una protesta «simbólica», pero eficaz.

Decidido dentro y fuera del campo, otro jugador que ha aportado experiencia y personalidad: ha ganado 14 títulos en tres países diferentes, Francia, Alemania e Inglaterra. Busca el póquer con la camiseta rossonera y, antes de eso, la garantía de un puesto fijo. Un talento así no puede considerarse un suplente de lujo: Allegri está dispuesto a modificar la formación, dejando la defensa de tres pero añadiendo un delantero en lugar de un centrocampista.

El Milan puede rediseñarse así con un 3-4-2-1 (o 3-4-1-2) con Nkunku como mediapunta junto a Pulisic o más adelantado junto al delantero centro Leao. En Udine, aún sin Rafa, podrá ocupar su lugar (superando a Giménez) si su forma mejora entretanto. Yendo tan deprisa, es muy posible que así sea.

FABBRI Y MARCENARO SERÁN CASTIGADOS

Suspensos. Ambos. Pero con notas más bajas para el árbitro del VAR (Fabbri) que para el árbitro de campo (Marcenaro). La noche de San Siro, la noche del apagón comunicativo y decisorio, tiene consecuencias inevitables: Michael Fabbri se mantendrá alejado del VAR durante un par de jornadas, mientras que a Matteo Marcenaro podría bastarle con un simple cambio, aunque todo está siendo evaluado por quien toma las decisiones, es decir, el designador Gianluca Rocchi.

El hecho es que el VAR del Milán-Bolonia (Fabbri, y quién sabe si también Paterna, que era AVAR) necesitará un periodo lejos de Lissone, lo que no excluye que el árbitro de Rávena pueda luego dirigir un partido en el campo, quizás empezando desde la Serie B.

Lo que es seguro es que a los dirigentes de la AIA no les gustó el cortocircuito en San Siro al final del partido, cuando se le mostró al árbitro una jugada ocurrida en el área del Bolonia (Freuler-Nkunku, penalti no pitado) en lugar de otra que era claramente penalti (y tarjeta roja), es decir, el empujón (con contacto evidente en la pierna) de Lucumi al propio Nkunku. Moraleja: para Fabbri, parada del VAR durante un par de jornadas; a Marcenaro le podría tocar un turno en… el banquillo.

TRES PARTIDOS DE CUATRO SIN ENCAJAR GOLES

La victoria del Milan el domingo por la noche contra el Bolonia por 1-0 es el reflejo del pensamiento de Allegri: «defensa compacta, centro del campo organizado y experimentado, delantero encargado de echar una mano en la fase de cobertura, protección de los derechos de su equipo a costa de acabar cara a cara con el cuarto árbitro tras agitar la mítica chaqueta».

Así lo escribe esta mañana el Corriere della Sera, que recoge un dato de este comienzo de temporada que dice mucho: en los cuatro partidos oficiales disputados hasta ahora por el Milan (el Bari en la Copa de Italia más los tres primeros partidos de liga contra el Cremonese, el Lecce y el Bolonia), los rossoneri han terminado el partido sin encajar ningún gol en tres ocasiones. Sin embargo, los defensas que han jugado son los mismos que el año pasado, lo que sin duda ha cambiado es su actitud y la de todo el equipo.

Ha pasado poco tiempo desde el inicio de la temporada, pero la mano de Massimiliano Allegri ya es evidente, y no solo por la solidez que ha aportado a la formación milanista, que el año pasado encajaba demasiados goles y concedía infinitos espacios a sus adversarios.

Entre las peticiones del técnico de Livorno al club estaba también la de fichar a algún jugador con experiencia que pudiera servir de ejemplo a los muchos jóvenes que hay en la plantilla, y los directivos le han complacido con Luka Modric, un campeón eterno que ya se ha convertido en un referente de su Milan. Con él y Adrien Rabiot han aumentado la personalidad y el liderazgo, justo lo que le faltaba al Diablo.