¿Puede el Milan ganar el scudetto?

En comparación con el Napoli y el Inter, el Milan tiene un privilegio nada menor: nadie puede exigirle ganar el Scudetto, no después de una temporada terminada sin competiciones europeas. Esta ligereza mental —la misma que ayudó a Conte el año pasado— es una gran ventaja.

El Milan comenzó en fase de reconstrucción pero, tras 10 jornadas, mantiene el ritmo de los favoritos: ha derrotado a Napoli, Roma y Bologna, y ha empatado con Atalanta y Juventus. La única derrota, en el debut contra la Cremonese, fue el precio de la transición. No se puede negar que el asunto se ha vuelto interesante en un campeonato con cuatro equipos en la cima separados por un solo punto.

El primer motivo, sin discusión, es Modric, considerado por algunos un jugador “retirado” al llegar al Milan. Pero ni hablar: una cosa es el Real Madrid y LaLiga, y otra distinta es la Serie A, con ritmos menos frenéticos y un Milan que puede concentrarse por completo en el campeonato, gestionando la Copa Italia y la Supercopa sin perder de vista el verdadero objetivo: volver a la Champions League.

Modric es para el Milan lo que Çalhanoğlu es para el Inter y el mejor Lobotka para el Napoli: lo que le falta a la Juventus. Es el hombre que recibe el pase bajo presión, mantiene la posesión de forma creativa, tranquiliza a sus compañeros y anticipa el desarrollo de la jugada como un maestro de ajedrez. Modric multiplica el rendimiento colectivo y lidera un mediocampo de los más ricos de la Serie A, con el llegador Rabiot, más Fofana, Ricci y Jashari, que pueden alternar como interiores o pivotes, y Loftus-Cheek, algo olvidado. Nadie tiene tantas opciones.

Max Allegri tenía que recomponer la defensa, y parece haberlo logrado bajando el bloque y compactando las líneas. Todavía le falta resolver el ataque porque, a riesgo de equivocarse, la posición central de Leao no puede ser más que temporal. Aun así, Leao está respondiendo con jugadas decisivas, menos humo y más pragmatismo. Allegri —a veces discutible en su estrategia ofensiva— sabe gestionar un equipo que pelea por el título y sabe cómo dar confianza a un talento al que, de una vez por todas, nadie puede exigirle la regularidad de un Fofana.

El Milan se mueve bien, tiene una amplia circulación de balón, sabe sufrir y reaccionar, y es práctico, como se vio contra la Roma. No marca en avalancha, pero tiene el cuarto mejor ataque del campeonato y la tercera mejor defensa, con un Maignan de nuevo en su mejor nivel. Casi todo está listo para soñar. Estamos a mitad de la primera vuelta y aún faltan dos rivales de alta clasificación: Inter y Como. El derbi, después del parón (y con sus consecuencias), dirá mucho más.

Muchos son los signos positivos que animan el ambiente, pero conviene no olvidar que Inter y Napoli siguen siendo superiores a todos los demás aspirantes. Tienen experiencia al más alto nivel, banquillos más amplios, más soluciones técnicas y tácticas, y han sido construidos para el gran objetivo. El Milan, junto con la Roma, es el outsider más interesante: la victoria en el duelo directo ha exaltado sus ambiciones. Pero, respecto a Conte y Chivu, hoy por hoy Allegri tiene algo menos. Empezando por el ataque.

La potencia de los cuatro delanteros del Inter (Lautaro, Thuram, Esposito y Bonny) garantiza a Chivu goles incluso con las rotaciones. El Napoli tiene algunos problemas físicos, pero Højlund (a veces arrollador), Lucca (irregular) y Lukaku (cuando vuelva) tranquilizan a Conte. En cambio, Allegri no logra resolver el enigma Gimenez, demoledor en el Feyenoord pero ausente en el Milan, ni activar el clic de Nkunku, que sin ser un fenómeno, fue letal en el área con el Leipzig. Cero goles entre los dos. Por suerte está Pulisic, pero no basta. Quizá, en este 3-5-2 sin un nueve real, Allegri podría incluso probar la pareja Loftus-Leao.

El “problema” del Milan, por así decirlo, es que para no renunciar al mediocampo de tres y defender con tres centrales, Allegri recurre a su querido 3-5-2. De este modo penaliza al jugador más importante (junto a Modric): Leao, nacido para moverse libremente por la banda. El gol contra la Roma llegó precisamente desde la izquierda. Tarde o temprano habrá que hacer una valoración: ¿conviene perder los superpoderes del portugués por mantener el sistema preferido (3-5-2), o es mejor optar por una fórmula más adecuada a él —como un 4-3-3 o un 4-2-3-1— sin renunciar al equilibrio en el medio?

También desde el punto de vista psicológico, el Milan debe volverse más atrevido: contra la Atalanta sufrió, contra la Roma también, y no siempre los rivales fallarán lo imposible. Además, a la abundancia en el mediocampo no corresponde la misma riqueza en otros sectores. Tomori, Gabbia y Pavlovic forman ahora un bloque fiable gracias a las enseñanzas de Allegri, pero detrás solo está De Winter: poco para toda una temporada.

Tampoco hay mucho margen en los laterales: Saelemaekers está haciendo un gran trabajo, pero si se detiene, ¿quién lo reemplaza? Y por la izquierda, Bartesaghi aún no tiene 20 años y Estupiñán deja algunas dudas. Athekame y otras segundas opciones tampoco convencen. Delante, las alternativas escasean igualmente. En enero habrá que reforzar la plantilla con defensas y mediocampistas: gastos que son inversiones, si el objetivo es volver a la Champions League.