Errores… de principiantes en los momentos decisivos, falta de concentración y apagones que no son dignos del Milan. O al menos no del Milan capaz de vencer a Napoli, Roma y Bologna, y de poner contra las cuerdas a la Juventus en el Stadium. Contra Cremonese, Pisa y Parma, en cambio, los rossoneri se han desplomado, concediendo goles banales, no propios de un gran equipo. Allegri dejó el césped del Tardini furioso, tanto al descanso como tras el pitido final.
Al final del partido estaba contrariado por la victoria desperdiciada y por las enormes ocasiones falladas con el 2-2 por Pulisic y Saelemaekers, pero sobre todo estaba enfurecido en el descanso por la forma en la que los suyos, en total control, concedieron el gol del 2-1 y “reanimaron” el partido. En Parma las peores figuras fueron especialmente Estupiñán y Fofana. El zurdo ecuatoriano tiene responsabilidad en ambos goles rivales: clamorosa la falta de atención en el 2-1, cuando en lugar de proteger el balón o despejarlo en lateral, fue desplazado por Britschgi, que después sirvió a Bernabé para su disparo. Grave también la distracción del ex Brighton que permitió al mismo Britschgi centrar para el 2-2 de Delprato.
La llegada del defensor no fue seguida por Fofana, que no es nuevo en este tipo de errores: ¿recuerdan la espectacular chilena de Bonazzoli, autor del 2-1 en la derrota del Milan ante la Cremonese en la primera jornada? En aquel centro de Pezzella, el centrocampista francés fue quien perdió la marca del ex Inter. Otros errores evitables contra los “pequeños” fueron los de Pavlovic, que permitió a Baschirotto marcar de cabeza el momentáneo 1-0, el de De Winter contra el Pisa, dejando el brazo demasiado abierto en el disparo lejano (y previsible) de Cuadrado, y también el de Athekame, que contra el equipo de Gilardino no activó el fuera de juego en la acción del 2-1.
El sábado en el vestuario Allegri evitó los gritos: no estaba contento por la ocasión desperdiciada ni por haber permitido al Parma equilibrar un partido que los rossoneri controlaban. Pero al mismo tiempo es consciente (no desde ahora) de que este grupo ya el año pasado tenía los mismos problemas, cometiendo errores idénticos: no conseguía poner un freno en los momentos negativos. En este sentido, no ha sido suficiente incorporar la experiencia de Modric en el centro del campo, también porque después del parón al croata le ha faltado una pieza clave como Rabiot.
Los nuevos fichajes Estupiñán, De Winter y Nkunku, todos titulares en el Tardini, no han dado el aporte esperado. O al menos no han contribuido a contener la hemorragia en los momentos difíciles, cuando había que sufrir, luchar y tal vez romper el ritmo del partido para que el Parma no se animara. Tampoco brillaron Ricci ni Athekame.
Por eso el término “pipiolos” utilizado por Allegri tiene un significado más amplio: espera más picardía, no solo en las jugadas clave, sino también en los momentos clave del partido. Porque sabe que no tiene una plantilla para dominar el campeonato y ganar siempre. Se necesita, por tanto, un proceso de crecimiento psicológico tanto en los jugadores que ya estaban (y que ya sufrían estas amnesias) como en algunos de los nuevos.
Un equipo que aspire al Scudetto no dilapida puntos (seis) desde situaciones de ventaja como ocurrió contra Pisa, Atalanta y Parma, cuando los rossoneri estaban dos goles arriba, ni tiene bajones así en las segundas partes (el Milan es primero en puntos conseguidos en los primeros 45 minutos). No es posible defender bien contra Roma, Juve, Bologna y Napoli (salvo el penal cometido) y luego sufrir tanto contra equipos que luchan por no descender. Eso no es de grande. Es… de pollos. Allegri lo sabe y busca una “cura”.

RABIOT VUELVE ANTE EL INTER
En el Milan que se dejó remontar por el Parma después de haber ido 0-2, culpable – según el pensamiento de Allegri – de no saber adaptarse a los distintos momentos del partido, faltaba la experiencia de Rabiot y, al menos desde el inicio, la de Pulisic. Adrien, 30 años, tiene a sus espaldas 227 partidos con el PSG, 56 con la selección francesa y después una larga trayectoria en Italia: 212 partidos con la Juventus y sus primeros cinco con el Milan.
Difícil pensar que un centrocampista con esta madurez se habría quitado de la lucha: el propio Max, en el postpartido del Tardini, había señalado que el equipo fue demasiado pasivo cuando en cambio «había que batallar». Modric y Leao fueron los últimos en rendirse, pero faltaba una pieza que los mantuviera unidos: después del gol y el penal conquistado, Saelemaekers se dedicó más a hacer filigranas; Fofana abrió demasiados espacios a las subidas rivales; Pulisic, recién regresado, no tuvo la frialdad necesaria para marcar el gol del nuevo ventaja y Nkunku fue decepcionante desde el inicio.
Con Rabiot, el Milan recupera un gran equilibrador: con él en el campo en cuatro partidos de liga, llegaron tres victorias, un empate y, sobre todo, solo un gol encajado (de penalti) contra el Napoli. Antes de la lesión sufrida con su selección, Adrien había sido siempre titular y nunca sustituido, incluida la Copa Italia contra el Lecce (también victoria sin goles encajados). Un total de 450 minutos jugados, es decir, todo lo posible hasta la llamada de la selección francesa a mediados de octubre y después la lesión en el gemelo diagnosticada al volver a Milanello.
Desde entonces han llegado otras cinco partidas, con resultados mucho más irregulares: dos victorias, tres empates y seis goles recibidos. La contribución de Rabiot es fundamental: Modric tiene un perfecto asistente en la dirección, pero no solo. El equipo encuentra en él un pensador del mediocampo, un fino pasador, un mediocentro dinámico que sostiene a la defensa y no renuncia a las llegadas al área.
Un todoterreno con personalidad marcada, determinante para una plantilla que, hasta el año pasado, carecía de carácter. Rabiot volverá a ser titular en el derbi, el partido que más necesita profesionales experimentados. Adrien aprovechará el parón para recuperar forma y ritmo de juego: también por eso se ha programado para el viernes el amistoso contra la Entella. La Francia de Deschamps, evidentemente, lo ha dejado en manos de Allegri.
Lo mismo ocurre con Pulisic, para quien han sido decisivas las gestiones entre el club y la federación estadounidense: Christian estaba disponible para el Milan ya el pasado fin de semana, así que en teoría podía ser convocado. Pero se quedará en Milanello durante el parón, buscando su mejor condición. Con él, el Milan también gana profundidad: Pulisic tiene la calidad técnica para combinar con Leao y la personalidad para manejar los momentos delicados del partido. Volverá también Tomori y, por si hiciera falta, Allegri recuperará igualmente a Jashari (dos partidos en el banquillo, apunta minutos en el derbi) y Giménez: tiene físico, le faltan los goles pero ha demostrado que las presiones (y las críticas) no le afectan. Y el derby vive de tensiones.