
La temporada del Milan Futuro se puede valorar dependiendo del ángulo desde el que se mire. Si se mira la situación tras la jornada número 33, en la que la clasificación entregó el último puesto junto con el Legnago, de todos modos hay motivos para alegrarse. Si, por el contrario, nos fijamos en el último partido, hay motivos para quejarse, porque el Milan Futuro, que no pudo pasar del empate en casa ante el Vis Pesato, se metió en problemas de cara al playout contra el Spal, al verse superado en la clasificación por el Baldini: en caso de empate, se salvaría el equipo que jugara el partido de vuelta en casa, por estar mejor situado en el campeonato (con una victoria cada uno, sin embargo, decidiría la diferencia de goles).
En general, no se puede hablar de una temporada positiva. Por supuesto, era el debut del segundo equipo rossonero, con todas las dificultades del caso, pero eran dificultades que iban más allá de lo lícito -el americano Kirovski de entrenador, Ibra de supervisor-, con el equipo siempre en la zona caliente y un camino resbaladizo que le costó el puesto a Bonera. Oddo ha conseguido enderezar parcialmente las cosas, pero seguimos hablando de un proyecto que costó unos 15 millones en total, con el equipo en peligro de descender a la D.
Mientras tanto, hay que reconocer a Oddo (con la supervisión de Tassotti, llamado a la cabecera del segundo equipo cuando todo se desmoronaba) el mérito de haber dado a los rossoneri una oportunidad de salvar la categoría. Si la eliminatoria decreta un final feliz, el matrimonio podría incluso continuar. Por lo demás, lo más importante es haber iniciado un camino que, tarde o temprano, está destinado a dar frutos (por otra parte, se emprendió precisamente por eso): es decir, poder formar “en casa” a jugadores que puedan llegar a la plantilla del primer equipo. Las tres recientes victorias consecutivas -que es lo que ha evitado el descenso directo- demuestran que el potencial está ahí y que se puede extraer confianza de los jugadores incluso en un contexto difícil, porque la C es difícil y, sobre todo, es difícil afrontarla con el logotipo del Milan en la camiseta.
Banalmente: el camino en el campeonato. De lo contrario, el Milan Futuro no se encontraría en el interior del play-out. Los números de la temporada regular hablan de 7 victorias, 13 empates y 18 derrotas, con 36 goles a favor (penúltimo ataque) y 57 en contra (penúltima defensa). Problemas en todos los departamentos: muy pocos goles en función de la producción ofensiva, y malas amnesias en defensa en lo individual y en lo colectivo. Tampoco funcionó la planificación de confiar al principio sobre todo en chicos del equipo Primavera: una categoría demasiado complicada para premiar un talento que carece de la astucia necesaria.
Tanto es así que en enero la directiva operó fuertemente en el mercado, trayendo a Milanello varios perfiles con experiencia en el equipo C. También podrían revisarse algunos aspectos de la integración entre el primer y el segundo equipo, con jugadores sacados del Futuro y agregados al Milan-A sin uso real (esto ocurrió con Camarda más de una vez), y por tanto con fines de semana totalmente sin minutos en las piernas, o con pocos cambios.
El trabajo es complejo y a medio plazo, pero ya se han visto cosas interesantes. Camarda tuvo el placer y el honor incluso de debutar en la Liga de Campeones (con un casi gol) y tiene el camino trazado para una andadura muy importante. Jiménez, tras los primeros meses con Bonera, se ha convertido en un pilar del primer equipo (el club espera arrancarlo por fin del control de la Real), al igual que Bartesaghi ha sido el alter ego de Theo en algunas ocasiones.
También cabe destacar los debuts de Liberali y Omoregbe, así como la aparición de Zeroli, cedido posteriormente al Monza. Y en la rampa de lanzamiento está ahora también Alesi, gran protagonista del final de campeonato con tres goles en los últimos cinco partidos.