
En el último partido que el Milan cerró sin encajar un gol, en Zagreb, Simon Kjaer estuvo al mando de la defensa: habla de liderazgo, experiencia, eficacia, pero ¡ay de decir que fue una coincidencia! Porque el vikingo puede estar un poco oxidado, pero sigue siendo perfectamente capaz de guiar a sus compañeros y hacerlos sentir tan seguros como en los viejos tiempos, y eso es lo que cuenta a las pocas horas de un partido que vale media temporada.
Hay un Milan con y sin Kjaer: con Simon sobre el césped el equipo sufre una media de 0,2 goles por partido, prácticamente nada; sin él la media sube a 1,3. Cuando Simon juega en el centro, los diablos sacan un gol cada 354 minutos: el muro rossoneri se vuelve casi impermeable a los pinchazos.
El Milan, revuelto por el 2-1 ante el Torino, necesita certezas, también por eso Pioli volverá a ser titular mañana desde su tótem, mantenido en reposo en la casa de las granadas: junto a Kjaer estará Tomori (tras volver de sanción).
Gabbia se sentará en el banquillo, y probablemente también Dest: la otra noche Kalulu no brilló, pero centrarse en el lateral derecho francés “híbrido” -es decir, dispuesto a convertirse en un central añadido si es necesario- sigue siendo la solución más convincente. en vista del Salzburgo.
Pioli intentó ampliar el juego por las bandas: «No quiero quitarle nada a sus cualidades, pero no somos adictos a Bennacer. Los centrocampistas estaban marcados por el hombre, deberíamos haberlo hecho mejor con los laterales”, explicó tras la derrota en casa del Toro.
Sus elecciones, antes y durante el partido, sin embargo, decían que Ismael y Tonali hay que manejarlos con mesura: los dos muy titulares hicieron el relevo, mientras que Pobega permaneció en el campo hasta el final.
Es cierto que el uno contra uno en el centro del campo diseñado por Juric podría haber asfixiado a cualquiera, pero también es cierto que sin Bennacer el Milán lucha por construir en vertical y en velocidad: ahora que los ritmos subirán, contra un Equipo que como el Salzburgo hace de la presión la mejor arma para romper el ritmo de unos rivales a los que les encanta regatear, encontrar las ideas y los tiempos del argelino será fundamental.
También para aligerar las funciones de Tonali, que podrá volver libre para atacar el área rival bailando como un asaltante, en apoyo de Díaz. El español jugó una vez el domingo y (al menos) sumará otra mañana por la noche en San Siro: al fin y al cabo, este De Ketelaere evaporado sin dejar rastro entre Zagreb y Turín no parece capaz de robarle su sitio entre líneas.
Por una noche, el Milan descubrió el efecto que tienen los errores de Leao de cara a la portería: Rafa demostró, a su pesar, dirigir los juegos de su equipo, para bien o para mal. El lado claro de la luna tendrá que volver a su sitio en veinticuatro horas, porque en Champions no habrá oportunidades de remediar: Pioli le recordó a su joya que en su casa no hay intocables -mensaje dirigido a ambos Rafa y sus compañeros- ahora le toca a Leao responder.
¿Cómo? Encontrar de un golpe la puntería perdida en Turín y sobre todo la capacidad de decidir en los partidos que importan: desde la primavera pasada hasta hoy, Rafa no ha fallado un tiro en este sentido (el campeonato de Reggio Emilia en mayo y el último derbi de septiembre son los carteles de sus días en lo más alto).
Para echarle una mano estará Giroud, un imán que atrae el gol como pocos en este Milan (un centro cada 166 minutos), y lo mismo hace con las asistencias del portugués: cuando la pareja ha hecho dúo, Olivier ha firmado 9 goles, 8 de los cuales florecieron de los pases ganadores de Leao. Por eso es suficiente un partido sin cruzar el terreno de juego (y sin marcar): los mellizos de los goles rossoneri llevan un año yendo de la mano y esperan seguir mañana.