
C como Champions, el objetivo que el Milan pensó en confiarle. ¿Cuando aparecieron los primeros contactos?
“Finales de octubre, cuando el equipo estaba en una situación complicada: a tres puntos del descenso”.
¿Los contactos prosiguieron durante varios meses?
“Si lo han escrito es porque alguno se lo habrá dicho. Yo nunca hablé en público. Pero para poner en claro ningún contrato o penalización, hasta hace tres semanas yo estaba empeñado con la Red Bull”.
El Milan confirmó a Pioli: ¿sorprendido?
“El equipo fue el mejor tras el confinamiento. Cambiar no habría sido ni sabio ni respetuoso. Pioli se mereció la confirmación, también por la persona que es: lo aprecié en sus entrevistas, siempre concentrado en los objetivos. Si luego es la mejor opción a medio y largo plazo es otro tema”.
De usted hablaron tanto Maldini como Boban en tonos para nada positivos: ¿disgustado?
“En la vida una de mis reglas es: no hablar de quien no conoces personalmente. Y por mi parte nunca dije media palabra del Milan, jamás. Puedo hablar de Maldini como ex-jugador: extraordinario, una leyenda real y propia”.
“Pero no puedo decir lo mismo como director deportivo: simplemente, no le conozco en esa posición. Desde fuera te puedes preguntar si el club está contenta de los resultados en relación al dinero invertido en los últimos años”.
“¿Yo la causa del divorcio entre Zvone y el Milan? Eso mejor pregúntenle a quien representa el club”.
De llegar al club, ¿habría cortado de raíz a Ibrahimovic?
“La pregunta a hacerse es otra: ¿Por qué el Milan se dirigió a mí? ¿Qué querían hacer? Si lo hicieron es quizás porque querían dar un cambio radical. Trabajo en el crecimiento y los jóvenes aprenden más rápidamente”.
“No es mi estilo apostar en jugadores de 38 años, no porque no sean buenos, donde Ibra ciertamente lo es, sino porque prefiero crear valor, desarrollar el talento. Para mí tiene poco sentido puntar por Kjaer e Ibra, pero es mi idea, que sea justa o no, es simplemente diferente”.
“Cuando Ibra dijo que no me conocía no se equivocó, porque no me conoce personalmente, ya que jamás hemos hablado”.
¿Qué necesita el Milan para volver de manera estable a lo más alto?
“Ponerse un objetivo concreto, en este caso la Champions porque nadie es feliz de jugar en Europa League, quizás el jueves estás en Baku y el domingo en Cagliari. Será algo paradójico, pero el ejemplo está a 30 kilómetros de Milán: el Atalanta tiene un tercio de la facturación del Milan pero van por delante”.
“Hacen fichajes inteligentes, tienen una cantera de las mejores de Europa. Si alguno es bueno, yo busco saber qué camino han tomado. Gasperini es muy bueno pero no es lo único. Se gana como equipo”.
“Entre los entrenadores italianos cito a Conte: tiene un estilo de fútbol sofisticado, activo y agresivo”.
¿Es también su estilo?
“Si se quiere tener éxito, un club debe saber cuales son sus valores. En la Red Bull la idea de juego fue un fútbol de alta velocidad con presión y contra presión, en América ahora lo llaman ‘RalfBall’. Cada joven jugador está formado así”.
Modelo que ha funcionado en Austria y Alemania, donde Salzsburgo y Lipzieg se han dado a conocer en Europa: ¿hay algún secreto?
“En junio de 2012, Mateschitz (cofundador de Red Bull) me llamó para entrenar al Salzsburgo. Insistió tanto que llegó en helicóptero a mi casa, Backnang. Me preguntó como tener en el fútbol el mismo éxito con Vettel en la Fórmula 1”.
“Mi respuesta fue apostar por gente joven en su primer o segundo contrato como profesionales, no en el último. Luego sugerí que todos los clubes del grupo tuvieran el mismo estilo de juego y ojeadores comunes”.
“Me convenció para hacer de director deportivo de los dos equipos. Tomamos al Lipzieg en cuarta división, hemos llegado donde sabemos con jugadores que estaban o llevaban años con nosotros: Klostermann, Demme, Poulsen, Halstenberg, Gulacsi, Sabitzer, Forsberg, Werner, Upamecano”.
“En el Lipzieg jamás tuvimos una crisis: en los próximos cien años será difícil repetir lo realizado. Hoy el club vale 800 millones. A Mateschitz siempre le dije: ‘Gasto tu dinero como si fuera mío’. Fichajes seguros, como Haaland, que vi hace tres años por primera vez en el Molde”.
“Entre Hoffenheim, Lizpieg y Salzsburgo el crecimiento en valor de los jugadores fichados por nosotros pasó de 120 a 1.200 millones, 10 veces más”.
¿En el futuro se ve como entrenador, director o ambos?
“Depende del proyecto. En los últimos 36 años, siempre tuve éxito cuando podía ser algo más que un simple técnico, una mezcla entre entrenador y mánager. Pero me considero parte de un engranaje con muchas piezas”.
“Busco las mejores personas, los mejores profesionales, desde el staff a los nutricionistas, desde el psicólogo a los analistas de vídeos hasta obviamente a los ojeadores”.
¿Eso funcionaría también en Italia?
“En todas partes, si hay apoyo y compartición de ideas. Klopp no porta un jugador donde su mentalidad no se adapte a la idea de juego que tiene. Lo mismo Guardiola. Jugadores que no buscan los mejores salarios, sino un entrenador que muestre exactamente lo que se quiere hacer con ellos”.
¿Es más de Sacchi o de Zeman?
“Jugué en un amistoso (como entrenador-jugador) ante el Dinamo de Kiev de Lobanowski y me impresionó: parecían que corrían 14 en el campo. En 1991 estaba con mi mujer en Trentino y descubrí que cerca estaba el Foggia de Zeman entrenando: fui todos los días a verle”.
“Y luego Sacchi. De él tengo un recuerdo que me une a Milán: ante el Schalke ganamos en San Siro 5-2 ante el Inter del triplete, los eliminamos en cuartos de Champions”.
“La noche antes, en el hotel, encontré a Galliani que leyó algunas de mis entrevistas y me propuso hablar con Sacchi por teléfono. Le dije que su Milan me impresionó y plasmó más que cualquier otro equipo”.
“Hoy la satisfacción es tener 8 de los 18 técnicos de la Bundesliga que hayan trabajado conmigo. Más otros tantos que están fuera: Schmidt, Hasenhuttl, Struber, Low, el segundo de Tuchel”.
¿Podemos acabar con un hasta luego a lo italiano?
“Quien sabe”.