Arnault: una perpetrada estafa

Durante meses se ha hablado de una posible venta al Milan a Bernard Arnault, propietario del grupo LVMH. Pero finalmente parece que se trató de un intento de estafa, perpetrado por dos nombres que actuaron como si fuera el club rossonero y Arnault. La hipótesis de estafa está en valoración por parte de los investigadores, donde la culpa recae sobre el mediador financiero D.V. de 62 años, ex-funcionario de banca.

La Procura de Milán está profundizando sobre el caso. Nuevo embrollo para el Milan, que desde hace años no consigue estar tranquilo desde este punto de vista. En espera de saber como terminará la temporada. El diario La Repubblica reporta la noticia, que explica como el asunto en cuestión empezó de lejos y está compuesta por dos fases.

La primera antes de la pandemoa, la segunda en plena emergencia sanitaria y financiera unida al Covid. El nombre de Arnault fue asociado por primera vez al Milan como potencial comprador en julio de 2018, una época donde el mundo del fútbol estaba perfectamente a nivel económico. Los desmentidos llegaron puntuales, pero no alejaron las esperanzas de los hinchas.

Los milanistas soñaban con grandes fichajes y el regreso a los buenos tiempos del pasado. El primer dato extraño era la cifra de la operación. 1.000 millones, algo excesivo. Circulaban con mayor credibilidad los rumores sobre el asunto del nuevo estadio y del centro comercial, lleno de marcas de lujo. En enero de 2020 el mismo Arnault, en ocasión del informe anual de LVMH, desmentió el hecho. Luego llegó la pandemia.

Precisamente durante la emergencia, la cosa estaba por vivir en la fase más ambigua, luego acabó en la mesa de la Procura milanesa, donde hoy es investigado. En verano de 2019, por tanto antes de la pandemia y cuando los rumores fueron reportados hasta por WWD, el más veloz fue el intermediario bresciano D.V, el cual, mientras trabaja financiando un gran proyecto inmobiliario en una finca suiza en el área de Ticino, obtuvo parte de las cuotas de la empresa contratista gracias a una garantía no escrita, que acrecentó su nombre y prestigio. Hasta declaró ser hombre de confianza de Arnault, colocándose como interlocutor privilegiado en la negociación por la compra del Milan.

Aseguraba que nadie mejor que él para negociar con el Fondo Elliott, cuando se hicieron cargo por parte de Yonghong Li, que a su vez lo compró de Fininvest en abril de 2017, tras una larguísima negociación. D.V. sostenía que había sido encargado por Arnault en persona de la parte más operativa del proyecto. Es decir, poner en pie el equipo italiano que tendría que gestionar el futuro Milan francés. Del director general al responsable de las relaciones internacionales. Del director deportivo al bufete de abogados.

Fichado por tanto el potencial director general, un conocido empresario con varias experiencias del fútbol de primer nivel, lo convenció para formar este equipo. Que se consolidó rápidamente y que estaba compuesto por otros profesionales de primer nivel del fútbol italiano.

Este grupo empezó rápidamente las reuniones, que luego se intensificaron. ¿Cómo? Con llamadas entre D.V. al presunto Arnault delante de otros miembros del equipo. Con la presentación de los hipotéticos planes para el calciomercato y con el nuevo estadio, más la llegada de nuevas figuras.

Los dos más habituales fueron A.A, socio de D.V. más un agente financiero que se quedó solo como una voz por teléfono o un código postal con nombre francés. El nombre era Christiane Valier. Una primera alarma saltó en los primeros meses, con un encuentro declarado con un miembro del CDA del Milan, programado y que luego no se realizó por la ausencia de garantía bancaria del teórico mediador.

Pero algo que no frenó la construcción cada vez más intricada de la negociación, la presunta negociación. No faltaron los correos de direcciones que parecían reales: una donde el directivo de un importante banco internacional avalaba las garantías del intermediario (pero el verdadero directivo culpa a D.V. de usurpar su identidad) y sobre todo una donde Arnault preanunciaba a través de su dirección de correo personal el inminente acuerdo, fijando la reunión decisiva, que sería muy pronto en Francia o Inglaterra. Inútil decir que ese correo no fue enviado obviamente por el real Arnault.

El problema es que, obviamente, este encuentro no se produciría jamás. Cada vez por diversos motivos. Las dudas del equipo, con el paso del tiempo, se transformó en desilusión. Alguno estaba convencido de haber perdido un año con una operación aleatoria. Epílogo casi cercano. El pasado verano, el verdadero brazo derecho de Arnault escribió respondiendo a un correo lleno de dudas del equipo italiano.

Este es el mensaje de Antonio Belloni: “No conozco a ninguna de las personas que me comenta”. Así, la confianza frente al intermediario desapareció del todo. También porque no había más excusas para justificar que no se celebraran las reuniones.

Las negativas verificaciones sobre la autenticidad de algunos otros correos acentuaron la sensación de negociación falsa. En 2021, el caso acabó en manos de la Procura. Ahora confían las verificaciones a los Carabinieri y están valorando la hipótesis de intento de estafa.