En Champions nada es imposible

El Milanello ha montado el mayor columpio del mundo. Esta loca temporada milanista tiene vaivenes sismográficos: partidos trágicos mezclados con tardes gloriosas. Los mismos milanistas que en enero llegaban a la oficina con ojeras, ayer por la mañana tenían una sonrisa de viernes. Demasiado para el lunes.

El Milan sacó el domingo todo lo que llevaba meses trabajando: jugó el mejor partido de la temporada. Así, me viene a la mente una frase de hace quince días de Stefano Pioli: “La Liga de Campeones es un objetivo, queremos llegar hasta el final”. El Milan empieza a creer que puede volver a ver Estambul, la ciudad maldita. ¿Es complejo? Por supuesto. ¿Es imposible? No. El Milan, el domingo, puede dar un susto al Nápoles, al Inter y al Benfica.

Pero, ¿cómo ha sucedido? El 5 de febrero, Pioli trazó una línea en su equipo del Milan y, en el derbi, envió a un equipo defensivo, que no atacaba, no jugaba al hombre a hombre, utilizaba una defensa de tres, no buscaba el juego. Terapia de choque. El Milan se reseteó. Desde ese día, ha sumado una tarjeta tras otra.

El siguiente partido, con el Torino, le devolvió la alegría y las ganas de correr con la cabeza despejada. El Milan-Atalanta, a finales de mes, devolvió a Mike Maignan, fundamental. La noche en el estadio del Tottenham dio la conciencia de poder superar los altos obstáculos. Luego el Nápoles, con sus dones.

Milán hace dos noches fue total. Volvió a su forma clásica, el 4-2-3-1, pero eso es lo de menos. Ganó todos los duelos, sobre todo en el centro del campo: 15 duelos ganados para Krunic-Tonali-Bennacer, 6 para Anguissa-Lobotka-Zielinski. Recuperó el balón con una regularidad y una ferocidad impresionantes. Produjo juego y ocasiones.

Fue lúcido en sus lecturas, con Kjaer a la cabeza en la charla previa al partido y sobre el terreno de juego. Puso en apuros al Nápoles con posiciones poco habituales: Bennacer un trequartista-mediocentro sobre Lobotka; Krunic un mediocentro que en la posesión a veces se bajaba, regateando a centrales o centrales derechos

Díaz formalmente ancho pero muy bueno girando hacia dentro y jugando en el semiespacio derecho, esa zona entre la banda y el centro del área. Sobre todo, los jugadores estaban dispuestos a sacrificarse, a correr por los demás, a permanecer compactos para no estirar al equipo.

Así que, por un lado, el Milan es el equipo con menos opciones de ganar la Liga de Campeones para las casas de apuestas: octavo de los ocho que quedan en liza. Por otro, es mucho mejor que Inter y Chelsea, sin duda mejor que el Nápoles visto el domingo. El próximo miércoles será otra historia, pero Pioli, pieza a pieza, casi ha reconstruido su mosaico.

Pero, ¿cómo ha sucedido? El 5 de febrero, Pioli trazó una línea en su equipo del Milan y, en el derbi, envió a un equipo defensivo, que no atacaba, no jugaba al hombre a hombre, utilizaba una defensa de tres, no buscaba el juego. Terapia de choque. El Milan se reseteó.

Desde ese día, ha sumado una tarjeta tras otra. El siguiente partido, con el Torino, le devolvió la alegría y las ganas de correr con la cabeza despejada. El Milan-Atalanta, a finales de mes, devolvió a Mike Maignan, fundamental. La noche en el estadio del Tottenham dio la conciencia de poder superar los altos obstáculos. Luego el Nápoles, con sus dones.

Milán hace dos noches fue total. Volvió a su forma clásica, el 4-2-3-1, pero eso es lo de menos. Ganó todos los duelos, sobre todo en el centro del campo: 15 duelos ganados para Krunic-Tonali-Bennacer, 6 para Anguissa-Lobotka-Zielinski. Recuperó el balón con una regularidad y una ferocidad impresionantes. Produjo juego y ocasiones.

Fue lúcido en sus lecturas, con Kjaer a la cabeza en la charla previa al partido y sobre el terreno de juego. Puso en apuros al Nápoles con posiciones poco habituales: Bennacer un trequartista-mediocentro sobre Lobotka; Krunic un mediocentro que en la posesión a veces se bajaba, regateando a centrales o centrales derechos.

Díaz formalmente ancho pero muy bueno girando hacia dentro y jugando en el semiespacio derecho, esa zona entre la banda y el centro del área. Sobre todo, los jugadores estaban dispuestos a sacrificarse, a correr por los demás, a permanecer compactos para no estirar al equipo.

Así que Pioli tiene ahora un objetivo: consolidar, hacer de la excepción la regla. En definitiva, dar continuidad. Si luego añadiera algo de peligro en las jugadas a balón parado, una preocupación estacional, sería perfecto.

La lógica dice que contra el Nápoles, en San Siro, jugará con el mismo equipo, si las lesiones lo permiten. Ha encontrado un Milan que funciona y no lo cambiará. Podrá rotar a su trío de centrocampistas, pero sobre los hombres de confianza no hay marcha atrás: son estos, con Krunic en el papel de sospechoso habitual.

Como hace un año, cuando la temporada está decidida, juega Rade. En todo esto, evidentemente, hay una variable incontrolable: Rafa Leao. Si el 17 coge confianza y se divierte, corre el riesgo de jugar dos meses al nivel de mayo de 2022.

Y en ese caso, en Italia, simplemente no da la talla. Rafa concedió una entrevista a Cbs el domingo, antes de saltar con los chicos de la curva: ‘El próximo partido será diferente, pero en la Liga de Campeones estaremos listos’.

Y eso suena a promesa. Y de nuevo: ‘Estoy mejor en el 4-2-3-1. Si juego abierto, puedo cortar hacia el centro, mientras que en el centro, a veces no tengo espacio para girar y hacer mi juego”. Se entendió, Rafa.