
Una operación de corazón, pero menos sangrienta. El Milan tiene mucho trabajo que hacer en verano, y parece que empezará por el centro del campo, donde en verano pasará como con el turismo: muchos se irán. Bakayoko está al final de su contrato, lo más probable es que Vranckx no sea rescatado por 12 millones del Wolfsburgo, para Adli se buscará una solución.
Sobre todo, la lesión de Ismael Bennacer -de baja seis meses, sin contar los problemas lógicos de un regreso gradual- quita un titular al Milan. Para un equipo que ya busca un “nuevo Kessie”, es una alarma que suena con fuerza.
El Milan ha movido ficha y ha recibido un primer sí. El centrocampista del Chelsea Ruben Loftus-Cheek está definitivamente interesado. Digamos incluso que el gusto es mutuo. Es cuestión de hablar con el Chelsea -al que alguien del Milan debe haber hecho más de una llamada…. – que piden 25 millones por él. ¿Mucho? Sí. ¿Se puede rebajar? También. El contrato de Loftus-Cheek expira en 2024, con opción del club a un año más, y Boehly sabe que tiene que recortar, recortar mucho si quiere rehacer el Chelsea.
¿Quién es Loftus-Cheek? Una historia tan larga como su nombre. Rubén tiene 27 años, pero se habla de él desde que debutó con la sub-18 a los 14. Desde entonces ganó una Youth League con el Chelsea 2015, en la que jugaron Abraham, Christensen, Boga, Solanke y un tal Fikayo Tomori.
Luego, como “pro”, Loftus-Cheek ganó dos Premier, una Europa League y una Supercopa de Europa, nunca llegó a ser el jugador que se esperaba de él, pero sí a tiempo para enamorar a Maurizio Sarri. Pros: tiene un gran físico y técnica box-to-box y en el campo puede hacer mucho, por no decir todo. Defectos: continuidad y lesiones, entre las que destaca la rotura de un tendón de Aquiles hace cuatro años.
Con Loftus-Cheek o sin él, hay que hablar del tres cuartos. El Milan tendrá que tomar pronto una decisión sobre Brahim Díaz, que regresará al Real Madrid a finales de junio. Ayer se habló mucho en España de su inminente renovación con el Madrid -falsa, si se produce no será ahora- y se espera para dentro de unos días una reunión entre el Milan y su padre-agente.
Maldini, Massara y Pioli aprecian a Brahim, pero el mal derby no ayudó a su reputación. Habrá que ver cuál será el presupuesto del Milan (depende de la clasificación para la Liga de Campeones) y si el club querrá gastarse al menos 20 millones, que puede ser poco para el Real, desde luego no para el presupuesto rossonero. Brahim, de momento, queda en duda.

El Milan, entonces, mira a su alrededor, mira al norte. Y en Frankfurt vieron a un jugador interesante: en el Eintracht, Daichi Kamada, jugador de la selección japonesa, clase 1996, candidato mediapunta. La afición técnica está ahí y también hay una buena noticia: el contrato de Kamada expira en junio.
Si la marcha de Loftus-Cheek cuesta 25 millones, no hace falta ningún coste por él. No falta competencia internacional, pero Kamada tendría sentido para el Milan: es un futbolista inteligente, chuta bien desde el punto de penalti -el Milan lo necesitaría- y marca goles, todo un detalle. En los tres últimos campeonatos de Alemania, 17 goles. Entre la última Europa League y esta Liga de Campeones, ocho más.
La gran historia del mercado de 2023 no ha hecho más que empezar, pero aquí ya tenemos personajes en escena. El Milan con Loftus-Cheek está hablando, Kamada está pensando y en las últimas semanas ha barajado varias opciones más.
Una del pasado: Carney Chukwuemeka, ya tratado en verano, que puede salir cedido. Una fascinante: Exequiel Palacios, del Leverkusen, campeón del mundo con Argentina. ¿Quién llegará? Imposible decirlo ahora. ¿Quién votará por Loftus-Cheek? Seguramente Tomori, un amigo. ¿Quién por Kamada? Quizá Leao porque, aunque nadie ha traído el mar a Milán todavía, hay dos surfistas profesionales en la familia de Kamada. Si necesitas un tutorial para animar, listo.