En el día de Santa Lucía, el Milan se coló en la Europa League. Es lógico: Santa Lucía en la Divina Comedia acompaña a Dante al Purgatorio y la Europa League es más o menos lo mismo: una larga y ardua subida, con un premio en la cima. El paraíso de la Liga de Campeones es otra cosa. Los que parten -y el Milan lo hará a partir de mediados de febrero- saben que lo hacen por su cuenta y riesgo, porque la Europa League condiciona el campeonato. No se puede prescindir de ella, es inevitable. Sí, ¿pero cómo la condiciona? A veces positivamente, a menudo negativamente.
Pongamos tres ejemplos más uno de las tres últimas temporadas, teniendo en cuenta el equipo italiano que ha llegado más lejos. En 2022-23, el Roma alcanzó la fase final eliminando a Salzburgo, Real Sociedad, Feyenoord y Bayer Leverkusen. Un camino nada fácil, que comenzó el 16 de febrero y terminó el 31 de mayo. Ojo a la clasificación. El Roma era tercero a mediados de febrero junto con el Milan y el Atalanta, en plena zona de Liga de Campeones; al final del año acabó sexto, a -7 del Milan.
Por el camino también perdió puntos ante Cremonese, Sassuolo, Monza, Bolonia y Salernitana. Hubo un elemento perturbador: ella, la copa, que le restó energía. Tanto, que en un momento dado Mourinho optó por abandonar la carrera por el cuarto puesto en favor de Europa. Un año antes, el mejor italiano era el Atalanta, que llegó hasta cuartos de final de la segunda copa.
En liga, mismos problemas: en febrero era quinto a -1 del cuarto puesto, a final de año octavo a -11 del cuarto. Mismo guion en 2020-21. La Roma, de nuevo pero con Fonseca, llegó a semifinales, derrumbándose por el camino: era cuarto a +3 del quinto puesto, acabó séptimo a -16 del cuarto. Una barbaridad. Nota al margen: ese año el Milan de Pioli llegó a octavos, perdió con el Manchester United y se dejó un Scudetto por el camino. En febrero era primero, +1 sobre el Inter, en mayo segundo con 12 puntos menos.
Tres pistas hacen una prueba. La Europa League te lleva por toda Europa y, sobre todo, te trae a casa la noche entre el jueves y el viernes, cuando no el viernes de día. Así que es difícil preparar el partido del domingo (o el del lunes, mucho menos): no hay tiempo para ensayar ni siquiera para descansar. El Milan conocerá su rival en la eliminatoria el lunes y ya sabe que, tras esos dos partidos, tendrá el de fuera en Monza y el de casa con el Atalanta. Ni dos paseos.
Otro tema fuerte, las lesiones. Un tema relacionado, con el razonamiento clásico: jugar mucho aumenta el riesgo de lesiones y tener muchas lesiones aumenta los riesgos para los pocos jugadores en condiciones, que no pueden descansar. El Milan conoce el problema mejor que nadie, porque tuvo problemas físicos como nadie en otoño y lo pagó perdiendo puntos en la clasificación. Hay buenas noticias: hasta febrero, será un viaje a los noventa. Un partido por semana, con algunas excepciones. Desaparecerán los partidos A entre semana, como mucho se insertará tímidamente la Coppa Italia. Una buena vida.
A partir de mediados de febrero, sin embargo, la Europa League aumentará el ritmo de todos, y el del Milan aún más, porque tiene que jugar la repesca -en la práctica, los octavos de final- y para ello tendrá dos partidos más que el Atalanta. Calculadora, por favor. En 100 días, entre el 5 de febrero y el 26 de mayo, el Milan espera jugar 26 partidos: 14 de liga, 9 de Europa League, 3 de Copa Italia.
Llegar al final de todas las competiciones significaría jugar cada cuatro días. Dos partidos a la semana siempre, con un viaje de selecciones en marzo y la Eurocopa a continuación. Cansa sólo de pensarlo. Por eso la situación de las lesiones es fundamental: a partir de febrero, el Milan deberá reducir al máximo el número de jugadores no disponibles, digamos a uno, dos, máximo tres por partido.
Espacio para todos Sí, pero ¿esta Europa League traerá al menos algo bueno? Desde luego, en un futuro inmediato. El Milan de Newcastle necesitaba una buena noticia: demasiada negatividad, demasiada presión. Sonreír, en el vestuario como en la vida, siempre es importante. A medio plazo, la consecuencia positiva es otra: Pioli, con copa y campeonato, podrá rotar, dar espacio a todos y anular el riesgo de tener jugadores descontentos en el banquillo.
El ataque es un buen ejemplo. Pulisic, Giroud y Leao se han ganado el estatus de titulares, Chukwueze, Jovic y Okafor son reservas, Romero nunca juega. Unos cuantos partidos más darán a todos al menos una oportunidad por semana. Y aquí Pioli tiene trabajo que hacer. Hasta ahora le ha ido bien sobre todo entre agosto y septiembre, cuando hacía copy-paste y utilizaba siempre la misma formación. En primavera también tendrá que encontrar respuestas utilizando la rotación, porque los deseos del club son claros. Bien la copa, bien el espectáculo, pero la prioridad es otra: el cuarto puesto, gracias.
LA SITUACIÓN ANTE EL MONZA
El Milan tendrá hoy su entrenamiento de víspera y en cierto modo será el primer anti-Monza. Ayer los titulares del Newcastle se entrenaron por separado, haciendo sólo trabajo atlético, y Pioli cerró con un partidillo. La formación, al menos en parte, será sorprendente. La primera novedad: Yunus Musah no está bien, ya estaba fatigado antes del Newcastle-Milán y no se ha recuperado. Es casi imposible que esté mañana en el campo, sobre todo desde el principio.
Así pues, el centro del campo cambiará: más que Yacine Adli, el candidato a jugar es Ismael Bennacer, que regresó a los terrenos de juego hace quince días contra el Frosinone y estuvo entre los mejores el pasado fin de semana con el Atalanta. Probablemente jugará junto a Tijjani Reijnders. La otra sorpresa se encuentra en la defensa. El hombre clave aquí es Simon Kjaer, que ayer se entrenó por primera vez con el equipo. Pioli valorará hoy si le manda desde el primer minuto y la sensación es que mucho dependerá de Simon, de cómo se encuentre tras la lesión muscular que le mantiene de baja desde finales de octubre: casi 50 días de baja.
Esta puede ser una de las razones por las que Pioli probó ayer con Bartesaghi como lateral e incluso con la defensa de tres, una solución que permitiría proteger a Kjaer pero que sería difícil de poner en práctica con los jugadores disponibles. Y así, vamos hacia una papeleta entre Kjaer y Jan-Carlo Simic, nacido en 2005, el central visto en verano con el Real Madrid que debería haber jugado con el Frosinone. Pioli preparó el partido con él hasta la víspera, luego en los últimos minutos del entrenamiento probó a Theo Hernández y cambió. Este podría ser el momento adecuado.
Después de un periodo de tantos partidos reñidos, con los compromisos de la Liga de Campeones y de la Serie A sucediéndose a tambor batiente con las consiguientes entrevistas, hoy el entrenador Pioli no hablará en rueda de prensa, como ha sucedido otras veces en el pasado en periodos tan repletos de partidos, para presentar el Milan-Monza de mañana (12:30 PM).