La revancha de Fonseca

Ahora puede respirar y mirar al futuro con optimismo. El suyo y el del Milan. Paulo Fonseca sigue siendo el mismo entrenador después del derbi. Al menos en su percepción de sí mismo, porque, en su momento de dificultad, no ha cambiado su forma de interpretar el fútbol, ni se ha dejado influir por los rumores sobre su futuro en la balanza.

Ahora, sin embargo, son otros los que lo ven de otra manera y en las redes sociales el viento #Fonsecaout, que sopló con fuerza hasta el domingo por la tarde, se ha calmado. ¿Va todo bien? El portugués sabe muy bien que no, que bastaría un paso en falso a medias contra el Lecce o actuaciones por debajo de lo esperado contra el Leverkusen y el Fiorentina (los otros dos partidos o antes del parón) para arruinar las buenas sensaciones dejadas por el éxito con el Inter y hacer tambalearse de nuevo su banquillo.

Por eso, el domingo por la noche, cuando habló brevemente en el vestuario durante las celebraciones, el seleccionador hizo hincapié en la necesidad de seguir por este camino. En términos de resultados y rendimiento. Antes de dar un día libre por lo de ayer.

Engancharse al Inter en la clasificación hace que, de repente, este inicio de temporada, en el que los errores defensivos ante Torino, Parma y Lazio fueron graves y llevaron a perder puntos, parezca menos negativo. Al mismo tiempo, el futuro de Paulo ya no es tema de discusión y los nombres de posibles sustitutos, de Sarri a Tudor, pasando por Allegri, son menos populares. Todo, sin embargo, puede volver a cambiar muy rápidamente si la curva de resultados se invierte.

En este caso, un cambio en el banquillo volvería a ser actualidad. En Via Aldo Rossi están deseando que el equipo encuentre ahora la continuidad que necesita para luchar por el segundo scudetto de la estrella, el sueño de una temporada que tiene como objetivo mínimo la clasificación para la próxima Liga de Campeones. La idea de cambiar de entrenador a finales de septiembre no gustó (ni gusta) a Ibrahimovic, Furlani y Moncada, pero una derrota contra el Inter habría llevado casi con toda seguridad a tomar tal decisión.

Ahora el antiguo entrenador del Lille tiene más mérito. Porque, aparte del resultado, muchas señales importantes antes, durante y después de los noventa minutos no pasaron desapercibidas. Al mismo tiempo, sin embargo, el club quiere evitar los altibajos de rendimiento. Esperan que el grupo demuestre madurez y, sobre todo, que no repita los errores de actitud y personalidad que les costaron caros antes del derbi. Confianza no falta y el Milan está convencido de que el del derbi es el punto de inflexión. Las pistas en este sentido son numerosas.

¿Cuáles son estas pistas? Leao, que salió enfadado porque quería aportar su granito de arena hasta el final, fue de los más desenfrenados en las celebraciones y antepuso el importante resultado obtenido por el grupo a su amargura. Pavlovic, inicialmente en el banquillo para dejar sitio a Gabbia, fue el primero en festejar a su colega abrazándolo tras el gol decisivo.

El defensa italiano también elogió el trabajo de Fonseca en rueda de prensa, destacando que todo el mundo está con él. Una buena… seguridad sobre el futuro para el entrenador, que nunca tuvo dudas de que el equipo estaba de su lado. El domingo obtuvo la confirmación de ello gracias al sacrificio de todos por el objetivo común.

Con el Lecce será necesaria una actuación como la ofrecida contra el Venezia, porque el enfrentamiento con los Salentini será muy diferente a nivel táctico en comparación con el derbi. Inevitablemente entonces la motivación será menor que en el desafío contra los primos y existe el riesgo de desplazar, incluso inconscientemente, el pensamiento hacia la Liga de Campeones y el viaje del martes a Leverkusen.

En resumen, el club espera el próximo compromiso en casa con aprensión y lo considera una prueba de madurez. Para el grupo y para el entrenador. Pero al mismo tiempo, los directivos están convencidos de que no habrá marcha atrás, sino que el grupo seguirá mejorando. Porque Fonseca en el momento más complicado ha demostrado que tiene las ideas claras, sangre fría y capacidad para sacar lo mejor de cada uno.

Por eso se cuenta con que la palabra “exonero” en la sede rossonera no vuelva a repetirse. Una noche como la del derbi, en cambio, los Diavolo cuentan con revivirla pronto. O mejor dicho, que se convertirá en… normalidad. Con el portugués en el banquillo.

CORAJE EN TODOS LOS IDIOMAS

Coraje. La misma palabra en diferentes idiomas para enviar el mismo mensaje a los veinticinco integrantes de la plantilla rossonera para el derbi. Paulo Fonseca y sus colaboradores cuidaron el planteamiento del derbi hasta el más mínimo detalle. No sólo el aspecto táctico, con Abraham y Morata alineados juntos por primera vez desde el principio, sino también el psicológico tuvieron un peso decisivo para el técnico portugués. Y la palabra “coraje” fue fundamental.

El domingo jugaba en casa el Inter y, según el acuerdo entre ambos clubes, fue el equipo de Inzaghi el que se reservó tanto su “propio” vestuario como el que suele utilizar el Milan cuando juega sus partidos como local en San Siro. Así, los hombres de Fonseca se prepararon en la “sala” reservada a los equipos visitantes, que los portugueses pidieron personalizar: el lugar de cada jugador estaba marcado con el número de su camiseta, el escudo del Milan y la palabra “coraje” escrita en el idioma que hablaba el jugador en cuestión. Una curiosidad: courage se escribe igual en inglés y francés, pero también había “versiones” de la palabra en holandés, serbio, alemán y portugués. El mensaje es inequívoco: todos al campo sin miedo a los campeones italianos.

Importante para liberar al jefe del grupo fue también la barbacoa organizada en Milanello el viernes, es decir, menos de setenta y dos horas después de la eliminatoria contra el Liverpool. El miércoles, Fonseca había hablado durante más de hora y media en la sala de reuniones técnicas sin mencionar los errores tácticos cometidos contra los Reds: había sido una forma de mirarse a la cara… como hombres. De entender que cada uno tenía que dar más del 100% por el bien de la causa.

Fue entonces cuando el ex entrenador del Lille se dio cuenta de que tenía al equipo en sus manos y que todos seguirían remando en la misma dirección. El jueves fue la mañana de Ibrahimovic, que llevó el mensaje de apoyo y ánimo del club. Frases conciliadoras y ninguna crítica dura como ocurrió tras la debacle de Parma. Después, Fonseca habló de táctica y vio en el campo las respuestas que esperaba. La barbacoa del viernes cerró el círculo, con los chefs del Milanello cocinando para Calabria y sus compañeros, pero también para el Milan Futuro.

Y luego llegó la fiesta final, a la que asistió todo el mundo, incluidos los que trabajan entre bastidores y los directivos. El equipo estuvo en el campo para recibir los coros de agradecimiento de la Curva Sud, y cuando regresó a los vestuarios se encontró con los fisioterapeutas, los miembros del cuerpo técnico, los trabajadores de los almacenes y los directivos, que le saludaron con aplausos, abrazos y cumplidos. Final con cena y música en un conocido club de la ciudad. Varios jugadores presentes, gracias al día libre de ayer. Dulce epílogo para una noche rossonera para recordar después de tantos derbies amargos.