Las respuestas que el mercado no ha dado

Mirando el marcador del Bayer-Milan, hay una peculiaridad -aunque puede calificarse sin temor a equivocarse de rareza- que llamó la atención a más de uno. Fonseca, a pesar de la desventaja, sólo hizo dos sustituciones. Desde que cambió la norma que aumentaba a cinco (en algunos casos incluso a seis) el número de sustituciones a disposición de los entrenadores, por lo general casi nunca baja de cuatro.

En el caso del BayArena es fácil pensar que Fonseca en algún momento recurrió al banquillo y, aparte de un par de hombres, no encontró otros recursos considerados funcionales para la remontada. Quizá no sea ésta la única explicación, pero la idea es legítima.

El Milan, sin embargo, ni siquiera tiene problemas especialmente graves en la enfermería en estos momentos. Al Leverkusen le faltaban los sufridos Bennacer y Florenzi, y luego estaba Jovic, fuera de la lista de la Uefa tras la llegada de Abraham. El problema de fondo es que reforzar una plantilla año tras año cuando se tienen ambiciones de Scudetto y larga vida en la Liga de Campeones, respetando al mismo tiempo los estrictos parámetros financieros dictados por la propiedad, lleva tiempo. En el sentido de años.

Y así, a pesar de que en las dos últimas ventanas de mercado el club ha invertido -neta la recaudación por la venta de Tonali- más de cien millones de euros, sigue habiendo zonas del campo en las que el desfase entre la primera y la segunda línea es excesivo o incluso en las que hay una falta total de recambios.

La directiva -Ibra, en particular- ha dado una explicación parcial al aclarar que la plantilla del primer equipo es deliberadamente reducida (23 jugadores en movimiento) porque el objetivo es la inclusión gradual de los mejores elementos del Milan del futuro. Es, sin embargo, un camino que lleva su tiempo. Jiménez, por poner un ejemplo, está incluido oficialmente en la lista del primer equipo, pero aún no ha jugado ni un minuto este año y sólo ha sido convocado dos veces.

¿Dónde hay que trabajar más? Esta primera parte de la temporada ha demostrado que el Milan tiene dificultades a ambos lados de los carriles exteriores de ataque cuando Leao y Pulisic no están sobre el terreno de juego. Porque Chukwueze ni siquiera es un pariente lejano del chispeante delantero exterior visto en pretemporada y las huellas de Okafor se perdieron ya en la primera jornada, tras el prometedor gol contra el Torino.

El suizo lleva tiempo en horas bajas, como demuestran sus “cero minutos” en la Eurocopa y su exclusión de la convocatoria en la última jornada de la Nations League. Fonseca, en Leverkusen, ni siquiera lo tuvo en cuenta. Volviendo al mediocampo, hay que felicitar a la directiva por haber traído a Milanello a alguien como Fofana, que se está echando el equipo a los hombros también en virtud de sus características únicas. Así es: características únicas.

Y esencial para el equilibrio del juego de Fonseca. Pero el francés en la plantilla no tiene un alter ego, como ha reconocido el entrenador. Si faltara, la propia estructura del Diavolo cambiaría. Por último, los laterales. Si, en la izquierda, la ausencia de un verdadero vice-Theo es ya antigua (Florenzi y Terracciano son dos adaptaciones, ya hemos mencionado a Jiménez), en la derecha, hay dos laterales de rol – Calabria y Emerson Royal – pero las dificultades por parte de ambos, al menos hasta ahora, han sido evidentes.

Todas zonas del campo, las analizadas, donde será necesario elevar aún más la calidad para mantenerse en la estela de los propios objetivos de alto nivel. Y también causa cierta impresión pensar que en toda esta situación el Milan se encuentra con dos jugadores – Ballo-Touré, Origi – fuera de la plantilla.