Los cuatro pasos en falso

Excelente contra el Udinese, ganador ante el Nápoles, al menos sólido frente a la Juventus, y decidido en la remontada contra la Fiorentina. El Milan, ante el Pisa, recuperó un punto, pero dio un paso atrás después de un mes en el que había impuesto en Italia su candidatura al scudetto. Más que un paso, fue un salto mortal hacia atrás. Veamos en qué ha empeorado el Milan respecto a los partidos anteriores.

«He visto señales en la primera parte», dijo Allegri al final del partido. También las vieron las otras 72 615 personas sentadas en San Siro. El Milan entró con suavidad, marcó enseguida y quizá pensó inconscientemente que ganaría fácilmente. No jugó mal, nunca intentó cerrar el partido, incluso cuando parecía que había espacios. No por casualidad, al comienzo de la segunda parte se notó que el ambiente en San Siro era diferente. El Pisa volvió mucho mejor, el Milan, tras una primera parte con un 72 % de posesión del balón, cedió el balón y el partido cambió. Sin embargo, el cinismo del Milan siguió sin aparecer.

Quienes vieron el partido por televisión antes de salir se arriesgaron a arruinar su viernes por la noche: el Milan-Pisa, antes del final con fuegos artificiales, fue un somnífero natural. El Milan mantuvo un ritmo bajo, nunca logró acelerar y sorprender a la defensa del Pisa. «Había que ser más lúcidos y rápidos», dijo Allegri, y obviamente tiene razón. Más que nadie, se echó en falta a Christian Pulisic, que sabe acelerar el ritmo del partido con un regate, una jugada, un solo con el balón en los pies.

El Milan, a menudo perfecto en su área, volvió a los apagones del pasado. Antes de irse a dormir, Allegri habrá pensado sobre todo en el 2-2: según sus principios, con el partido en equilibrio, no es aceptable que el equipo se deje sorprender por un lanzamiento de Akinsanmiro. Aparte de la falta o no falta sobre Gabbia, la defensa estaba demasiado descubierta. Y en otros momentos, a lo largo de todo el partido, el Milan fue menos preciso de lo habitual, más ligero, nunca implacable. Incluso el brazo extendido de De Winter es un detalle que cambia el partido. Y Allegri, sobre esos detalles, construye las temporadas.

Un detalle, para terminar. Mike Maignan, en su primera etapa en el Milan, era un portero que paraba muchos penaltis: Salah, Berardi, Depay, Kvara en la semifinal de la Champions. Un especialista incluso contra los campeones. Desde hace tiempo, ya no es así. Cuadrado lo ha descolocado y está bien, aunque Allegri al final haya dicho: «Sabía que iba a cruzar». Sin embargo, el último penalti parado por Maignan con la camiseta rossonera es el de Kean, en el Fiorentina-Milan de hace más de un año. Esa sensación de portero que para penaltis se ha desvanecido en el aire.

FALTA DE PROFUNDIDAD EN LA PLANTILLA

¿Sabéis cuántos cambios hizo el Milan, en total, en los partidos contra la Fiorentina y el Pisa? Cinco. Tres el domingo pasado, dos de ellos a partir del minuto 90, con la entrada de un defensa y un joven del equipo sub-23; dos ayer por la noche. Un dato que vuelve a poner de moda —y quizá nunca habían desaparecido— las dudas sobre la profundidad de la plantilla rossonera.

Cuando, al final de la sesión de verano del mercado de fichajes, se hablaba de que una plantilla con 19 jugadores, sin copas y con la aportación de los jóvenes del Milan Futuro, podía ser demasiado reducida, se tenía en cuenta el hecho de que en el deporte hay un componente de imprevisibilidad que nunca se puede controlar: las lesiones. Puntualmente, la espada de los problemas físicos se abatió sobre Milanello, ya que el Diablo tuvo que prescindir de varios jugadores, muchos de ellos titulares, entre la Fiorentina y el Pisa: Rabiot, Pulisic, Loftus-Cheek, Estupinan, el lesionado Jashari y Nkunku, que regresó al menos para el segundo de estos dos partidos.

Si, por un lado, hay que aplaudir a Max Allegri y a su equipo por haber salido indemnes, a pesar de contar con un banquillo reducido al mínimo, por otro, en el partido de ayer se notó todo el cansancio de los jugadores en la segunda parte y en los minutos finales. Y, por supuesto, esto habría sido así incluso si el balón de Saelemaekers hubiera entrado en el minuto 98.

Es cierto que la mala suerte nos ha acompañado, pero también es cierto que, a la hora de confeccionar la plantilla, el dicho «más vale prevenir que curar» cobra más vigencia que nunca. En pocas palabras: la plantilla es corta y en enero hay que ampliarla. El Milan, si quiere alcanzar el objetivo que se ha fijado, no puede encontrarse en una situación como la de estas semanas, que, por cierto, aún no ha concluido, ya que habrá que ver si alguno de los ausentes se recupera para el partido contra el Atalanta.

A esto hay que añadir el hecho de que hay claras carencias en la plantilla. Sin duda, falta un delantero centro, si no para sustituir a Giménez, que lleva 0 goles en 8 partidos de liga, al menos para competir con el mexicano; falta un defensa que amplíe las posibilidades de elección de Allegri; también falta un jugador en el centro del campo, un lateral que pueda ser un sustituto fiable de Saelmaekers. Igli Tare y su equipo tendrán que pensar muy bien en todo esto en enero.