Mientras las agujas del reloj avanzan inexorablemente, Santi permanece inmóvil: un cuarto de campeonato ha pasado prácticamente, y Giménez no ha conseguido marcar ni un solo gol en la Serie A. Son 627 los minutos que ha pasado en el campo —más de diez horas de juego—, pero sin anotar: una eternidad para un delantero profesional. La alarma ya ha sonado desde hace un tiempo.
Aún le queda medio giro de reloj para reaccionar: de aquí a enero faltan ocho partidos, eventualmente nueve si se llega a la final de la Supercopa italiana, y entre ellos está el derbi, que además tiene el poder especial de detener el tiempo. Un gol contra el Inter después del parón de noviembre permitiría reconsiderar la situación desde otra perspectiva. Pero un delantero que no dispara a puerta, ¿cómo puede encontrar el gol?
Esa es la pregunta que marca el destino de Santiago Giménez, llegado al Milan el pasado enero por 28 millones y medio de euros, y que ya podría estar en la rampa de salida. Tiene dos meses para convencer al club y ganarse más tiempo: Santi es hincha del Milan, y recibió con gran entusiasmo la oportunidad de jugar en San Siro. Ya en verano decidió quedarse con la camiseta rossonera, a pesar de los primeros intentos del club de venderlo a otro equipo.
Giménez consideró que su historia en el Milan había sido demasiado breve y convenció a la directiva para concederle otra oportunidad. Los acontecimientos jugaron a su favor: parecía fuera de la rotación cuando la lesión de Leao lo volvió a poner en el once. Luego, las condiciones físicas no óptimas de Nkunku y la baja de Pulisic hicieron el resto: Giménez se volvió indispensable.
Por eso fue titular en ocho de los nueve partidos de liga, y la única vez que empezó en el banquillo —contra la Fiorentina— no fue por decisión técnica, sino por estrategia: el Milan, sin delanteros suplentes, había dejado fuera a Santi para permitir que Max contara con un hipotético goleador de reserva. Giménez recompensó la confianza con actuaciones generosas y sacrificio por el equipo. El penalti del triunfo contra la Fiorentina, que cedió para que Leao lo ejecutara, fue el mayor ejemplo de altruismo.
Sin embargo, después también faltó su aporte al grupo, tanto contra el Pisa como hace dos días frente al Atalanta, y los goles, que antes no llegaban por mala suerte o imprecisión, se convirtieron en un espejismo. Basta con algunos datos: en Bérgamo no realizó ni un solo disparo a puerta. Difícil desbloquearse sin siquiera intentarlo. ¿Y su contribución al equipo? Reducida.
En menos de la mitad del tiempo, Loftus-Cheek recuperó el mismo número de balones (3), ganó más duelos aéreos (2 a 0) y sufrió las mismas faltas. La cantidad de balones jugados por Loftus fue ligeramente menor, pero su sensación de dominio físico y peligro fue mucho mayor. De cara al partido contra la Roma, Santi está en duda: tanto por un dolor en el tobillo como por la competencia que empieza a apretarle.
Para encontrar la única vez que Giménez fue decisivo en zona de gol hay que remontarse a finales de septiembre y al partido de Copa Italia contra el Lecce, su único tanto de la temporada. Desde que llegó al Milan ha marcado otros seis goles en 30 partidos: uno en Champions, como exjugador del Feyenoord, y cinco en la pasada liga (ante Empoli, Verona, Venecia y dos frente al Bolonia: en práctica, ninguno ante los grandes).
El Milan apostó por él para remontar en la lucha por la Champions, respaldado por un currículum respetable: 65 goles en 105 partidos con el Feyenoord, siete en nueve encuentros de Champions con los neerlandeses. Y aún más: 23 goles en 30 partidos en la liga neerlandesa 2023-24, 7 en 11 encuentros de la siguiente temporada, interrumpida en enero para volar a Milán. Enero, una vez más. El mes del mercado invernal se acerca, y para Santi puede convertirse en otro momento clave de su carrera: sin señales positivas en rossonero, su tiempo en el Milan corre serio riesgo de agotarse.
El club —que por ahora lo niega— buscaría en el mercado un sustituto con características más afines al juego de Max (quien públicamente defiende a Santi: “Que se mantenga tranquilo, siempre ha marcado y lo hará también en el Milan”). Pero si empiezan a llegar los goles, el tiempo correrá mucho más despacio. Según contrato, podría mantener la camiseta hasta el verano de 2029.

LOS DELANTEROS QUE INTERESAN AL MILAN
Un delantero que no marca es como un juguete sin pilas: incompleto. Así debe sentirse más o menos Santiago Giménez, autor de más de 90 goles en su carrera entre Cruz Azul, Feyenoord y Serie A, pero con cero tantos en el campeonato actual a pesar de sus nueve apariciones —ocho como titular y una como suplente—. Una sequía de 627 minutos, suavizada solo por el gol en la Copa Italia contra el Lecce.
Massimiliano Allegri, tras el partido ante el Atalanta, le reafirmó su confianza:
«Nos está dando una gran mano en la fase defensiva, trabaja mucho para el equipo. Solo debe seguir trabajando y los goles llegarán». Sin embargo, la situación empieza a ser un tanto preocupante, y es inevitable que el director general Giorgio Furlani y el director deportivo Igli Tare estén observando el mercado en busca de un delantero que ofrezca más garantías.
En octubre es prematuro hablar de negociaciones, sondeos o contactos, pero el Milan sin duda se mantiene atento al frente ofensivo. Giménez tiene un contrato largo (hasta 2029) y llegó a Milán hace menos de un año, comprado por 28,5 millones de euros al Feyenoord, pero ya en junio fue puesto en el mercado.
Se habló, y se negoció durante bastante tiempo, de un intercambio con Artem Dovbyk, otro delantero en crisis de identidad (solo un gol en liga con la Roma en la temporada 2025-26). Sin embargo, al final no se concretó nada porque los dos clubes no llegaron a un acuerdo sobre la fórmula: los rossoneri querían una cesión simple, mientras que los giallorossi preferían incluir una opción u obligación de compra.
No obstante, el intercambio podría volver a estar sobre la mesa en enero, especialmente si el ucraniano —que contra el Parma volvió a partir desde el banquillo pero marcó— sigue mostrando un rendimiento irregular. Para ambos jugadores podría ser la oportunidad de relanzarse, de volver a divertirse y ser decisivos. Los otros nombres provienen todos del extranjero.
Mucho dependerá de las oportunidades que se generen de aquí a la reapertura del mercado: un delantero descontento se convierte en un peso del que conviene desprenderse rápidamente. Entre los decepcionados figura sin duda Joshua Zirkzee, neerlandés con pasado en el Bolonia y actualmente en el Manchester United, quien ya rechazó al Milan una vez. Difícilmente los rossoneri darán el primer paso, pero si fuera él quien se ofreciera, quizá con la ventajosa fórmula de una cesión, entonces la actitud hacia él podría cambiar.
En el escaparate de los delanteros destaca Joaquín Panichelli, de 23 años, ariete argentino del Estrasburgo. Llegó en verano por poco más de 15 millones, se formó en las divisiones inferiores de River Plate y, en su primera temporada europea, ha tenido un impacto inmediato: técnicamente dotado, físicamente potente, eficaz en el juego aéreo e inteligente tácticamente, ha marcado 9 goles en 10 partidos de la Ligue 1, más uno en la Conference League, una chilena al más puro estilo Ibrahimovic que se volvió viral en redes y medios. Gusta a muchos clubes importantes de Europa, incluido el Milan.
De Francia a Alemania, otro perfil que podría encajar en el Milan es Jonathan Burkardt, delantero alemán de 25 años del Eintracht Frankfurt, con un registro de 9 goles en 12 partidos entre liga, copa y Champions League. Gran definidor incluso desde fuera del área, está valorado en unos 30 millones. El Milan ya lo había seguido cuando jugaba en el Mainz y podría intentarlo de nuevo en enero, aunque no será fácil convencer al Eintracht, que lo acaba de fichar.





