
Once años son muchos y los milaneses milanistas están discretamente preparándose a sacar las banderas largamente guardadas en los armarios. No es que se hayan olvidado de quitar la naftalina en estos meses: el estadio ya se llenó de entusiasmo y energía tras el confinamiento, para Milan-Fiorentina los hinchas ya estaban en estado de gracia.
El número 19 sería un scudetto quizás inesperado, un poco como el ganado por Alberto Zaccheroni en 1999, año del centenario del club. Combatido, pero no inesperado viendo la calidad de los protagonistas, el título conquistado por el Milan de Allegri en 2011. Han pasado años, cambios de propiedad, pequeñas y grandes borrascas. Ahora, el público está en espera del título y hay varios motivos que lo hacen especial.
Ganando el scudetto, el Milan alcanzaría al Inter con 19 scudettos y sobre todo sería el equipo con más títulos de la ciudad, teniendo en cuenta el palmarés europeo (siete Copas de Europa contra los tres del Inter, más otros de un tipo y de otro). Pero es sobre todo el modo que intriga: en la historia probablemente no hay una liga más luchada que esta.
Además entre dos equipos de la misma ciudad. Podría ser asignado en base al encuentro directo y nunca ha sucedido. Esto cuenta bien el equilibrio y tensión positiva en la ciudad: hay una gran espera para los dos últimos partidos, como es lógico que sea viendo el objetivo.
El Milan ganando la liga iría en el primer bombo de la UEFA: esto le podría asegurar un camino ciertamente más fácil que la fase de grupos que tuvieron esta temporada. Volver a Champions tras siete años de ausencia presenta más de una complicación, porque el pasado cuenta hasta cierto punto. Presentarse como campeón de Italia asegura según las bases de la UEFA una cierta ventaja en la fase de grupos.
Ganando el título además tendría todavía mejor marca para la nueva propiedad. Elliott hace tiempo que está negociando la venta que se hará oficial seguramente al acabar la temporada y quiere dejar un club cada vez más revalorizado.
Y aquí entran también los valores comerciales, fundamentales en el fútbol moderno para poder permitirse jugadores de clase sin infringir las reglas de la Uefa. La marca Milan ya cumplió un notable avance en los últimos años, pero ganando incrementaría las entradas de patrocinadores y acuerdos comerciales en diversas plataformas. Y esto, más que los ingresos de las entradas, es lo que marca diferencias entre los grandes clubes.
Las valoraciones de los jóvenes jugadores milanistas van en ascenso. Rafael Leao, por poner un ejemplo, fue pagado 24 millones, pero ahora vale más de setenta. El Milan no quiere separarse de sus joyas, no quiso hacerlo Elliott y no lo hará la nueva propiedad, pero frente al mercado europeo la valoración de los rossoneri van en crecimiento.
Y aumentar todavía más el valor del grupo de jugadores es un importante elemento para las finanzas y la estabilidad de un club que ambiciona a estar en lo más alto también en Europa. Un scudetto tan un periodo tan breve al mando del área técnica consagraría a Paolo Maldini como alguien ganador no como jugador, también como directivo: un paso adelante para uno que ya ha realizado tanto.
Paolo representa un punto de referencia para los jugadores y una garantía para quien, club o agentes, quieren negociar con el Milan. Con su brazo derecho Massara, en armonía con el a.d. Gazidis y el jefe de ojeadores Moncada, Paolo ha construido un equipo joven, afamado y ganador. ¿El bien mayor? El grupo.
Un scudetto tan inesperado tendría un positivo efecto incluso entre los más escépticos, aumentando todavía más la presencia de hinchas en el estadio y daría el empujón hacia la idea de un estadio moderno. Las discusiones sobre el lugar siguen abiertas, pero pronto el Milan tendrá un proyecto definitivo para el nuevo estadio.
En San Siro o en otro lugar, pero mientras tanto el domingo será el último partido en casa de la temporada, delante un público totalmente enamorado.