¿Quién será el segundo de Maignan?

La importancia del segundo portero en una liga apretada como la Serie A a menudo se subestima, pero basta con mirar la última temporada para entender lo esencial que es tener un suplente fiable en la portería. La referencia no es tanto por el tremendo error del Interista Radu en Bolonia (ahí el Inter perdió la liga, pero nunca puede ser un solo error lo que determina el valor de un jugador), sino a la actuación de Tatarusanu cuando Maignan tuvo que operarse de la muñeca izquierda.

El “Tata” respondió enseguida a la llamada de Stefano Pioli, también cometiendo un error en una ocasión (balón no retenido en un córner en Florencia) pero resultando decisivo en el derbi de la ida, con el penalti detenido por Lautaro.

De manera más general, más allá de los “puntos destacados” positivos o negativos, el gigante rumano ha demostrado su fiabilidad. Lo que sirvió para reemplazar temporalmente a un campeón como “Magic Mike”. En definitiva, un punto fuerte en la plantilla. Pero, ¿seguirá Tatarusanu como suplente del francés la próxima temporada? Probable, pero no se da por descontado.

Mayo para Ciprian fue un mes mágico. El campeonato, por supuesto, pero también la boda en Villa d’Este, en el lago de Como, con su pareja Anfoaneta. El futuro del bucarestiano de 36 años aún debe teñirse con el Milan, que tiene un año más de contrato (junio de 2023), pero aún no hay una certeza absoluta.

Existe la posibilidad, de hecho, de que forme parte de una de las negociaciones de fichaje que preocuparán al Milan en los próximos meses, como un elemento de valor a poner en el plato y a sumar a los millones necesarios para comprar un jugador top (clave Zaniolo).

Tampoco se puede descartar que sea el propio Tata quien quiera más espacio como titular, en esta fase final de su carrera. Sin duda cuenta con la confianza de Pioli y es un “segundo” ideal: por eso es el principal candidato a repetir lo que hizo en la temporada que acaba de terminar, esperando que Maignan no tenga más problemas.

Una tentación, en Milán, podría ser promocionar a Alessandro Plizzari, también mirando en perspectiva. Después de una tendinopatía rotuliana tan molesta que se perdió la mayor parte del año pasado, el portero Sub-21 se fue cedido al Lecce, para recuperarse y ponerse a prueba.

Que se ha recuperado a buen nivel de rendimiento es un hecho: estuvo ahí para defender los puestos de Italia, en la victoria ante Irlanda que abrió las puertas de la Eurocopa a los Azzurri. De vuelta a la base, Plizzari se encuentra ahora en una encrucijada: seguir madurando en otro lado (Brescia y Cagliari están interesados, pero sería adecuado ir a jugar a la Serie A) o crecer en Milanello, aprendiendo de un “monstruo” como Maignan y por un maestro como el preparador Dida.

Un argumento a favor de la permanencia de Plizzari es el de la lista de la Serie A: puede insertarse tanto en la lista de Sub-22 como en la de jugadores formados en el sector juvenil. Y su futuro también podría influir indirectamente en el de Antonio Mirante.

Las posibilidades de renovación, para el jugador de 38 años que se registró a toda prisa el otoño pasado, no son nulas. Y por tanto no es automático que el 30 de junio acabe su aventura como rossonero, por razones de experiencia, influencia positiva en el vestuario y, de nuevo, de listas. Seguro que Mirante no será el segundo de Maignan, pero como tercer portero pocos tienen perfiles más válidos con los que contar.