
Un pensamiento aterra a la Liga: ¿qué pasaría si Rafa Leao empeorara de cara al gol? El 17 rossonero jugó ante el Wolfsberger su primer partido como titular del verano y lo dominó con la naturalidad de quien no puede evitar saltarse siempre al primer rival. Resultado final: 5-0. Goles de Leao, que sólo estuvo sobre el césped la primera parte, y de Rebic antes del descanso, Messias, Adli y Gabbia en la segunda mitad.
Todo francamente demasiado fácil, contra un equipo muy modesto, pero la noche adecuada para olvidar a Zalaegerszegi y la derrota por 3-2 en Hungría. El Milan jugaba por primera vez con un once cercano al titular. Defensa completa: Maignan más Calabria-Kalulu-Tomori-Hernandez. En la delantera, junto a Leao, jugaban Saelemaekers y Adli, con Rebic como número 9.
Un equipo demasiado fuerte para el Wolfsberger, cuarto en el último campeonato de Austria. El partido no fue bueno durante la media hora pero el Milán siempre lo ha controlado: el ritmo no es demasiado alto pero sí el regate, los automatismos conocidos y muchos jugadores con ganas de empezar de nuevo por el buen camino.
La primera ocasión fue de Krunic, la segunda de Adli, luego empezaron los 20 minutos de Leao: dos ocasiones en casa, producidas por él mismo, y un gol. Ahí está, el 1-0 de Leao: tiro de Calabria, capitán de esta temporada, elegante compromiso de Rafa, regate a Veratschnig y tanto.
Un minuto después, Rebic remataba una combinación entre Saelemakers y Adli, ennoblecido por la asistencia del francés. En el segundo tiempo, Theo Hernández se comió a su rival directo y puso en puerta a Messias, luego Adli se dio una ovación con el pie derecho vacío tras un defensa pateado por Saelemaekers.
El gol menos esperado, el quinto: centro de Ballo-Touré y cabezazo de Gabbia, al que alguien en la grada también le dedicó una cartelera… Dado que ni siquiera se vota por el mejor del campo -Leao, fácil-, algunos aficionados del Milan ya parecían en buenas condiciones: Kalulu reactivo, Adli siempre dispuesto a probar el partido, Rebic quizás impreciso pero con muchas ganas.
Entre los austriacos, sólo uno mejor en el campo: el chaval que invadió el campo a diez minutos del final a balón parado. Primero se equivocó con la portería vacía, luego recuperó el balón, marcó y por un minuto se le escapó a uno, dos, tres, cuatro comisarios que lo perseguían. Inmarcable, casi como Leao.