Stefano Pioli será mucho más que el entrenador, psicólogo, amigo y confidente que ha sido en estos años rossoneri. Así le han descrito quienes han estado cerca de él: técnico en el campo, empeñado en desmontar y volver a montar el equipo según las necesidades. Psicólogo, que ha recogido a un grupo desmoralizado para devolverle certezas.
Ha sido amigo o familiar (“Pioli es como un padre”, ha dicho Rafa Leao), confidente cuando recibía a los jugadores en su despacho de Milanello. En el futuro se convertirá en un referente técnico del club, el primer responsable de lo que ocurra en la ciudad deportiva, tendrá voz y voto en compras y cesiones. Sus tareas no se limitarán al campo, sino que participará cada vez más en las decisiones del club: comparado con el ex entrenador Maldini, tenía un papel subordinado; pronto, en cambio, intervendrá en las decisiones del club.
Todas las decisiones técnicas se tomarán a nivel colegial. En el centro deportivo será la figura con más autoridad: Maldini y Massara han sido presencias constantes en los últimos años. No será el caso de Geoffrey Moncada, que se ocupará del mercado internacional, y del consejero delegado Giorgio Furlani, que gestionará personalmente el área financiera del club y más allá. En el mercado, Pioli deberá indicar las áreas de intervención, definir un esquema identikit.
Será entonces Moncada quien le presente los perfiles más interesantes, teniendo Furlani la última palabra en materia de gastos y contratos. Pioli ya ha esbozado los contornos principales: “Para mantenerse a un alto nivel tanto en la liga como en la Liga de Campeones se necesitan jugadores fuertes: si son jóvenes estoy contento, porque son esponjas y tienen entusiasmo. Pero hay que saber esperarlos: siempre pongo los ejemplos de Leao y Tonali. Creo que el club debe llevar adelante su idea, es un club virtuoso”.
Como Capello Nuevas tareas que le fueron confiadas a Pioli en la reunión de ayer con el consejero delegado Furlani, en la que se le reafirmó la confianza y la estima, renovadas incluso en los momentos oscuros de la última temporada: el acuerdo hasta el verano de 2025 ya no está en absoluto en cuestión. Pioli es el octavo entrenador con más banquillos en la historia del club: 188, con 102 victorias (55%).
Le sigue Sacchi en el séptimo puesto: Arrigo está en 220, que puede alcanzar ya el año que viene. Otro objetivo posible es el sexto puesto que ocupa Nils Liedholm, con 280. El top 5 está más lejos, con Capello (300 apariciones) quinto. El propio Capello puede ser el punto de comparación más reciente: en el Milan de Berlusconi y el CEO Galliani, se le dio un papel destacado, más responsabilidad técnica y no sólo táctica y de esquemas.
Así fructificó el proyecto que el club tenía en mente para Pioli, apreciado por su habilidad en el campo y sus buenas maneras fuera de él: “Pioli es un caballero, nunca pone excusas. Hemos sufrido muchas lesiones importantes durante la temporada y él nunca se ha quejado. Me parece una prueba de nuestro estilo”, confirmó el presidente Paolo Scaroni. En comparación con sus colegas de la Serie A, Pioli tendrá un papel más importante.
El trabajo del entrenador no empezará en los primeros días de julio con la reunión del equipo, sino mucho antes. Afectará a la propia construcción del grupo que luego tendrá que dirigir. Será operativo incluso sin ponerse el traje y saltar al terreno de juego. Antes de despedirse de San Siro tras la victoria ante el Verona, explicó: “Tenemos una base sólida, pero si hay alguna posibilidad de mejorar la plantilla, lo haremos. Será necesario ser competitivos en los dos frentes, como lo son hoy pocos equipos en el mundo”.
Para subir el nivel pedirá un centrocampista, teniendo en cuenta también la ausencia de Bennacer en los primeros meses de la próxima temporada. Necesitará un exterior derecho, un 10 que ocupe el puesto de Brahim y, desde luego, un delantero que llene el área de nuevos goles. También dirá a quién ya no considera parte de su grupo: sin duda Origi y Rebic, habrá que evaluar el caso de De Ketelaere.
BRAHIM VUELVE AL REAL MADRID – IDEA PULISIC
Si hubiera podido opinar sobre Brahim, Stefano Pioli habría hecho todo lo posible por retenerlo: “Es un jugador completo, con personalidad, con el que da gusto trabajar”. Sin embargo, ningún jugador del Milan, ni siquiera Pioli con nuevos poderes, podría oponerse al Real. Tal y como anunció, el Madrid lo ha decidido: se quedará con Díaz cuando regrese de su cesión de dos años en el Milan. Y no sólo eso: le renovarán el contrato hasta el verano de 2027.
Se le considera la pieza ideal para llenar el vacío dejado por el saliente Asensio. El Milan podría haber ejercido el derecho de rescate recogido en los acuerdos, pero la última palabra la habría tenido el Real, que tiene la potestad de contrarrestarlo. El día del gran adiós de Ibra no hubo espacio para la despedida de Brahim, pero él sabía que dejaba San Siro por última vez: se marcha tras 124 partidos y 18 goles.
El tres cuartos se convierte en una de las zonas prioritarias para el nuevo Milan. Se seguirá trabajando en Kamada: el japonés goza de la consideración de Pioli. Está en paro y pesará en el presupuesto sólo tres millones de salario anual: teniendo en cuenta los dieciséis goles marcados en la última temporada en el Eintracht de Fráncfort, sigue siendo un buen negocio. El fichaje sólo tardará lo que se tarde en resolver algunos trámites burocráticos de los agentes.
Pero no será suficiente: entre los comodines ofensivos se añade a la lista de objetivos Christian Pulisic, de 24 años, en el Chelsea desde 2019 y con contrato que expira en 2024. Un detalle siempre útil en las negociaciones: el inglés no podrá subir demasiado sus exigencias.
Otro detalle interesante: Pulisic es ciudadano de la UE gracias a su pasaporte croata, pero es estadounidense de Hersey, un pueblo de Pensilvania. Enarbola la misma bandera milanista que Cardinale: además de sus reconocidas aptitudes técnicas, el Milan podría utilizar su imagen para atraer la atención del público estadounidense y promover así nuevas interacciones entre el club y la afición de Estados Unidos.
En el centro del área, en cambio, sería útil el físico de Marcus Thuram, nacido en Parma (cuando su padre Lilian jugaba en defensa con el Gialloblù) y jugador de la selección francesa. La temporada pasada, con el Borussia Mönchengladbach, marcó 16 goles en 32 partidos. Otro dato interesante: su contrato expira a finales de junio. Sin embargo, se lo llevarían por cero, pero habrá que superar la competencia del PSG.