El análisis de Samu Chukwueze

Samuel Chukwueze se presenta al mundo una tarde de noviembre, en Chile, en el Estadio Sausalito de Viña del Mar, durante la final del Mundial sub-17 entre Nigeria y Mali. Es 2015, tiene dieciséis años y el pelo recogido en coletas, un poco como ahora, pero más seco, más inmaduro y más impulsivo, aunque las cualidades ya son evidentes. En la segunda parte hace una jugada de las suyas. La tarjeta de presentación de un jugador al que le encanta apuntar al hombre y jugar en banda, pero también levantar la cabeza y actuar de 10. Como en Chile.

En un momento dado mueve el balón hacia la izquierda y sirve al número 7, Funsho Bamgboye, que chuta con la zurda y dobla. Nigeria se deshace de Malí y gana el Mundial sub-17. La estrella del torneo es Victor Osimhen, máximo goleador de la última Serie A y delantero del Nápoles ganador del Scudetto, pero detrás de él, un poco eclipsado, crece Samu, el nuevo extremo derecho del Milan, procedente del Villarreal, una ciudad a escala humana conocida por su cerámica.

En los últimos años ha traído mucho bueno a los italianos: Giuseppe Rossi, Roberto Soriano, Nicola Sansone. Ahora, San Siro está listo para acoger al centrocampista de bello regate y gran carrera, séptimo fichaje del verano rossonero. Chukwueze es uno de los extremos más clásicos.

Su ‘core business’ es su capacidad para saltar por encima del hombre y crear ocasiones de gol. En España le han apodado el ‘Robben nigeriano’ porque es zurdo, devuelve y chuta. El año pasado marcó 13 goles y repartió 11 asistencias en 50 partidos, otro concepto que no hay que subestimar. ‘Samu’ -como Castillejo, que también llegó del Villarreal al Milan- es continuista. Un producto de la ‘cantera’ construido para crear superioridad numérica.

Su punto fuerte es el regate. Presume de una media de 3,40 uno contra uno acertados por partido, además de 1,73 pases clave y unas 5 asistencias esperadas cada 90 minutos. Eso significa que puede poner a sus compañeros delante de la portería con mucha frecuencia. Además, también es un jugador muy útil en la fase defensiva, un poco como Saelemaekers, ya que su mapa de calor es especialmente llamativo para la “zona roja” a lo largo de toda la banda, desde la defensa hasta el ataque, como si Chukwueze tuviera una vía para correr cada noventa minutos como un tren.

El nigeriano, que ha marcado cuatro goles en 24 partidos con la selección, empuja, esprinta y corre. Comparado con Leao, consigue un poco más de equilibrio, pero le gusta desafiar al rival de frente, como al portugués, incluso en situaciones difíciles. Asumir riesgos forma parte de él, al igual que el descaro para ir a por el hombre en cualquier situación.

Al Milan “pioliano” se le ha reprochado a menudo no tener otro Leao en la banda derecha, sacrificado en el altar del equilibrio, pero con Samuel es diferente. El Milan tendrá estilo, personalidad y coraje, incluso demasiado, por lo que Pioli deberá situarle en un contexto global.

Por momentos, en Vila-real le reprocharon al nigeriano que era un “solista” y que buscaba demasiado la gloria. Pero a la larga salió airoso. Una vez, Unai Emery, uno de los entrenadores más importantes de su carrera, dijo lo siguiente sobre su actitud en el campo: “Samuel tiene calidad, y los que tienen calidad siempre salen al final”. Así fue.

Cabeza alta desde niño. Si hubiera hecho caso a las regañinas de su madre, hoy llevaría una bonita bata blanca: ‘Me escondía los zapatos entre los entrenamientos, soñaba con un futuro como médico’. Pero no. Al final fue su abuela, santa mujer, la primera en indicarle el camino. En 2015, antes de participar en el Mundial sub17, su nieto estaba un poco escéptico, tenía miedo, pero ella lo llevó aparte y le aconsejó que mantuviera la calma. “Eres bueno, ten fe”. El resto es historia. Campeón del mundo con el gol más rápido del torneo, que llegó en la segunda jornada contra Chile con una asistencia de Osimhen. Ambos ya han marcado el Nápoles-Milán en su calendario.