Nueve y once son sólo algunos de los números del ataque rossonero. Nueve, como los distintos goleadores del grupo. Once, como el número total de goles marcados: un total que convierte al Milan en el mejor departamento de la liga. Y el equipo con más goleadores distintos. La idea de Fonseca del fútbol ofensivo encuentra una aplicación concreta. No es sólo teoría, hay sustancia. Al Milan nunca se le acabaron los goles: empezó a tope contra el Torino, un pequeño añadido en Parma, luego más dobletes contra el Lazio y el Inter y el póquer contra el Venezia.
Cambiar los intérpretes no cambia el resultado: la matemática del ataque no es una opinión. Los hechos dicen que el Milan ha marcado en todos los partidos y de muchas maneras diferentes. Morata contra el Torino encontró el primer gol de la temporada con un toque desde dos pasos, Okafor fue el autor del doblete cuando el Milan se había adelantado por completo. Los goles llegaron de cabeza en jugadas a balón parado (de Gabbia a Pavlovic), de penalti (celebración para Abraham), en la diagonal con Leao o en acción personal con Pulisic.
Con Theo explotando la calidad de la banda izquierda, o con Fofana. Defensas, centrocampistas, delanteros. Viejos y nuevos rossoneri. Un total de nueve goleadores diferentes, nadie en la liga tiene tanta variedad. Parma, Nápoles e Inter, segundos en esta particular clasificación, han llevado seis hombres a la portería. El Milan tres más. El mejor goleador es Christian Pulisic, tres goles en la Serie A y uno en la Liga de Campeones. Considerando todas las competiciones, lleva tres partidos consecutivos marcando.
Y si nos fijamos en el periodo de liga desde principios de marzo hasta hoy, nadie lo ha hecho mejor que él: ocho goles. Pulisic, como el Milan, no juega con favoritos: ha impresionado al Venezia y al Inter, a equipos pequeños y grandes por igual. Ha variado su forma de jugar y los resultados le recompensan: más dentro del campo, no sólo presionando fuera en la banda. Retrocede a menudo y así aprovechó los dos balones que convirtió en otros tantos goles entre el derbi y Europa.
Entre las intenciones de Fonseca, la única que no ha tenido continuidad se refiere a Leao: el técnico quiere hacer de él un jugador continuo y cada vez más incisivo. Rafa propuso el gol de Pulisic en Parma, pero al mismo tiempo inició el contragolpe del acierto rival. Demasiado para la continuidad. Segundo ejemplo: remontó el partido contra el Lazio tras empezar desde el banquillo, culpable de la falta de compromiso en partidos anteriores.
Con el Venezia se le vio con el gran taconazo con el que mandó a Hernández a la portería, pero en el derbi volvió a aparecer y desaparecer. Un 10 intermitente: el próximo objetivo de Fonseca es que participe cada vez más. Esperando también a Okafor y sobre todo a Chukwueze, la estrella de la pretemporada que luego apagó su luz. En el superataque rossonero, sólo falta Samu en la lista de convocados: más oportunidades para responder pronto.