Se retrasa cada vez más el nuevo estadio

El juego sigue algo abierto, pero, como era de imaginar, cada vez es más complejo de gestionar y de sacar adelante. El último nudo no es sólo un nudo, es otro jarro de agua fría sobre el futuro de San Siro: cuando la Uefa pidió al Ayuntamiento de Milán garantías sobre la viabilidad del Meazza para la final de la Liga de Campeones de 2027, el Palazzo Marino no pudo darlas.

Demasiadas dudas sobre el camino que seguirán Milán e Inter, demasiadas dudas sobre qué será de la principal instalación de la ciudad: imposible asegurar la ausencia de obras para esa fecha. Y así, desde Nyon le han quitado al Milan el encargo del último acto del torneo.

Básicamente, un estadio sin futuro. Al que nadie va a meter mano: al menos, no para seguir jugando al fútbol en él. Porque entre tantos interrogantes, hay una certeza: entre los caminos viables no hay en modo alguno uno que conduzca a la renovación de la actual instalación. Milán e Inter se lo dejaron claro a Sala en la última reunión, explicándole que el proyecto de WeBuild no cumplía sus requisitos. Una cuestión de costes, esencialmente.

Al mismo tiempo, los milaneses han dejado claro que no tienen intención de presentar proyectos alternativos. Desde su punto de vista, por tanto, el Meazza es un estadio del que hay que despedirse. La única cuestión es cuándo, y el cuándo es uno de los factores primordiales. Si la hipótesis de construir un nuevo estadio junto al actual, que barajan el Milan y el Inter, se convirtiera en la vía principal, transcurriría sin duda mucho tiempo entre el nuevo proyecto y los tejemanejes burocráticos, por no hablar de las feroces protestas de algunos vecinos, con el correspondiente referéndum. ¿Estarían dispuestos los dos clubes a esperar, digamos, otros diez años?

Son meses en los que la principal preocupación de los clubes es dónde alojarse cuando se produzca el adiós definitivo al Meazza. La hipótesis de una nueva instalación que se construirá junto a la vieja retrasa el calendario a 2019. Con unos costes que podrían ser similares: unos 1.200 millones para el conjunto, de los cuales 6-700 millones para el estadio.

¿Cuáles son los próximos pasos al respecto? El más importante es la tasación de la Agenzia delle Entrate -ya consultada formalmente-, que establecerá el valor de la zona. Es el paso que todos esperan con expectación, porque será entonces la misma cifra que el Palazzo Marino propondrá a los clubes: no se esperan descuentos, ya que se trata de un organismo público.

A continuación, Milan e Inter se reunirían con la Superintendencia para aclarar las dudas sobre las limitaciones del Meazza (que habrá que resolver en cualquier caso). Pero es la valoración de la Agencia Tributaria el factor decisivo: la sensación es que los clubes no están muy dispuestos (eufemismo) a meterse la mano en el bolsillo, pero siguen esperando respuestas precisas del ayuntamiento sobre plazos y costes.

En función de estas respuestas, decidirán qué camino tomar. El razonamiento básico es siempre el mismo: voluntad de escuchar las propuestas de Palazzo Marino, pero al mismo tiempo -confirman las empresas- desarrollo de los respectivos proyectos alternativos en San Donato (donde Milán ya ha invertido unos 40 millones para la compra de los terrenos y el inicio de los trámites, y donde las obras de recuperación y seguridad de la zona ya han comenzado recientemente) y en Rozzano.

En lo que, en cambio, están de acuerdo los milaneses, no sólo entre ellos (en este aspecto los clubes han reanudado un fructífero diálogo), sino también con el Ayuntamiento, es en la obligación de refuncionalizar el Meazza en el momento en que se opte por construir un nuevo estadio a pocos pasos del antiguo. Hotel, cine, restaurante, teatro, tiendas: las hipótesis son siempre las mismas, evidentemente en función de las limitaciones arquitectónicas.

Por el momento, sin embargo, se trata de meras intenciones: aún no existe un plan real para la refuncionalización. Mientras tanto, ayer Sala volvió sobre el tema, aclarando un par de puntos. El primero sobre un plazo concreto: “El contrato de arrendamiento que el Ayuntamiento tiene con el Inter y el Milan por el estadio de San Siro tiene fecha de caducidad en junio de 2030, por lo que está claro que si no quieren seguir allí, no pueden dar por hecho que se lo vamos a renovar”, dijo el alcalde al margen del acto “La Grande Milano. Dimensión Smart City’ -.

Así que si deciden construir sus estadios en San Donato y Rozzano, deben asegurarse de tenerlos listos para esa fecha, porque no podemos quedarnos con el agua al cuello, debemos intentar vender San Siro a los grandes promotores de conciertos. De lo contrario podríamos crear un daño a un bien de la comunidad. Si en lugar de eso quieren renovarlo, estamos todos contentos”. A continuación, un pasaje sobre la final de la Liga de Campeones del 26-27: “Fui yo mismo quien habló con la Uefa, porque si me piden una garantía de que no habrá obras en San Siro, ¿cómo puedo darla?”.

En una telenovela que dura ya cinco años, y que está destinada a añadir más años al guión, una cosa está ciertamente clara: Milán e Inter no tienen intención de plantearse renovar el Meazza porque, sencillamente, no lo consideran conveniente. Por eso, el proyecto WeBuild, en el que el alcalde Sala tenía puestas algunas esperanzas, no pasó el examen de los dos clubes.

Tanto en términos de desembolso global por parte de los clubes, como en términos de pérdida de ingresos. La razón es sencilla: por mucho que se trate de un proyecto que pretende afectar lo menos posible a la capacidad del estadio, el mero hecho de realizar obras en él, garantizando que los equipos puedan utilizarlo, supondría en cualquier caso disminuir la capacidad a medida que avancen las obras.

Capienza ultimamente è una parola chiave sia per il Milan che per l’Inter. Il Meazza è ormai entrato da qualche anno in un circolo virtuoso di affluenza, che ovviamente produce benefici a cascata sugli incassi. L’ultimo esempio, fresco fresco e illuminante, è quello del derby (Inter in casa): 75.366 spettatori per un incasso di 7.626.430 euro, ovvero la cifra più alta nella storia della Serie A (superato di un milione il primato precedente).

Y aquí estamos hablando del campeonato. Porque luego, cuando entra en escena la Liga de Campeones, sube. Incluso bastante, como el derbi de vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones que se jugará en mayo de 2023 (de nuevo con el Inter en casa): 12,5 millones. En general, los milaneses superan ya casi constantemente los 70.000 espectadores en el Meazza, cifra facilitada por la venta de abonos.

Basta decir que el índice de ocupación de San Siro la temporada pasada fue del 95% para el AC Milan y del 96% para el Inter. Las cifras del campeonato ’23-24 dan una media de 72.008 espectadores para los rossoneri, que se reduce a 70.711 considerando todas las competiciones.

En cuanto al Inter: 72.838 en liga, o 72.023 en temporada. Ante estas cifras, es comprensible que los milaneses vuelvan la nariz ante la posibilidad de perder cuota de audiencia. No en vano, ambos superaron la temporada pasada los 80 millones (brutos) en taquilla.