¿Es esto el Milan? Hace dos años el Milan ganó el Scudetto, luego empezó a deslizarse, como en un plano inclinado: cada vez más rápido. Perdió jugadores, perdió posiciones en la clasificación, sobre todo perdió su alma. El equipo no es pobre, algunos jugadores que llegaron en los dos últimos mercados tienen calidad, pero los errores se suman, sobre todo no hay espíritu.
El Milan no tiene nada de los equipos fuertes: no tiene líderes, no gana partidos con cinismo, fuerza y personalidad, no comunica fuerza con sus directivos. A sus aficionados les parece experimental, construido para el intercambio de jugadores más que para ganar partidos.
Los problemas se acumulan y quizá puedan desglosarse, empezando por la protesta contra el club. Este Milan ha perdido todo el amor de la afición y nunca da la impresión de querer ir en una dirección con fuerza. Los directivos nunca hablan al final de las tardes negras, sólo Ibrahimovic en la previa del partido, como pasó en la Champions y también ayer.
Los milanistas le abuchean, impugnan a Furlani en las redes sociales, recuerdan a Galliani y se ponen nerviosos. Las elecciones del mercado, entre líneas, son discutidas: Reijnders y Pulisic fueron dos gangas, Fofana echó una gran mano, pero otros fichajes de 15-20 millones (más primas) son decepcionantes: Chukwueze, Loftus-Cheek, Okafor, Pavlovic, incluso Emerson Royal, que ni con el Genoa era de los peores.
Los aficionados no tienen ningún problema con Fonseca -de hecho, últimamente aprecian su sinceridad-, pero el entrenador es un símbolo de la crisis. En verano, los aficionados del Milan pedían a Conte, pedían un ganador, o al menos un entrenador con una imagen vanguardista como Conceiçao, que se llevó miles de votos en las encuestas sobre el candidato ideal. En lugar de eso, el club eligió a Lopetegui y se llevó a Fonseca, un hombre con sentido común que en conferencia no ataca al club ni pide 50 millones por jugadores.
Fonseca hizo muchos intentos, fue duro con Leao y Theo, pero en Italia empató con Torino, Cagliari y Genoa, perdió con Parma, Fiorentina, Nápoles y Atalanta. El Milan es octavo y es inevitable pensar que hace un año acabó segundo con una plantilla parecida, quizá peor.
El Milan es una hoja de papel al viento: no tiene fuerza, siempre puede caer de un lado u otro. Carece de una línea y de líderes que puedan llevarlo adelante, dentro y fuera del campo. Leao, el capitán ayer, es un jugador muy fuerte, no un líder.
Y de nuevo, Calabria y Theo están en una ruptura prolongada con el entrenador, Reijnders es un proyecto de campeón pero no un líder. El Milan no tiene líderes, quizás Maignan que tiene un carácter particular, quizás Morata que todavía no se ha hecho cargo del equipo.
El Milan es la quinta mejor defensa de la liga y más que el cuánto, importa el cómo. Esta temporada se ha llevado muchos goles evitables, muchos similares (centros de izquierda a derecha, con laterales pillados fuera de posición), por errores individuales. En defensa el único fiable es Gabbia, Theo Hernández es un problema defensivo, Emerson Royal sube y baja.
El equipo está sostenido por dos centrocampistas -Fofana y Reijnders- que tienen que jugar todo el tiempo y defender por tres, a pesar de tener un espíritu ofensivo, de mediapunta box-to-box en el mejor de los casos. Musah en la derecha ha mejorado la situación, pero encontrar un equilibrio es una lucha.
Este equipo al menos tenía una certeza: talento ofensivo. Pulisic, Leao, Morata, Reijnders. Desde el banquillo Abraham, Okafor, Chukwueze. Una baraja superior en cantidad a casi todos los equipos italianos. El campeonato, paso a paso, le ha quitado incluso esta certeza.
En ocho de los quince partidos de liga, el Milan no ha marcado más de un gol, y con el Genoa era un hombre intentando abrir una cerradura con un manojo de llaves equivocadas. Mil intentos, todos en vano. Ojo al número: los dos delanteros llegados del mercado marcaron 6 goles (4 Morata, 2 Abraham), la mitad que Retegui, comprado al Atalanta en 48 horas.
Y ahora se avecinan semanas de protestas. El Milan sólo jugará en San Siro una vez antes de Reyes: el 29 de diciembre contra la Roma. Paradójicamente, esto es una ventaja. Sin embargo, mirando un poco más lejos, es crucial entender qué será de RedBird, ya que el préstamo del vendedor debe devolverse antes del 31 de agosto a Elliott. A la espera, hay una certeza razonable: Cardinale no hablará de Milan en las próximas semanas. A pesar de las peticiones y las pruebas, lleva meses sin hacerlo.