Del scudetto al todos contra todos

Pero, ¿no fue ayer, anteayer a más tardar? ¿No estaba a la vuelta de la esquina el día en que el Milan ganó el Scudetto, con la gente invadiendo las calles, de pie frente al autocar y cantando, cantando hasta la noche? Han pasado dos años y medio -de mayo de 2022 a diciembre de 2024- y ese Milan ya no existe. Todo sucedió muy deprisa, incluso para una ciudad en la que la prisa es razón de vida. El Milan no sólo perdió puntos y posiciones en la clasificación, sino también el cariño de sus aficionados. Esta es una repetición de la caída en seis hitos.

Flashback, verano de 2022. Paolo Maldini, tras el Scudetto, dice: “En este punto de nuestro viaje no debemos coger jugadores medios, sino grandes jugadores con perspectiva”. El Milan en el verano de 2022 debe consolidarse, dar fuerza al grupo del Scudetto con 2-3 jugadores top, y la primera idea de Maldini y Massara es Sven Botman. El club concede un presupuesto absolutamente respetable, pero insuficiente para 2-3 fichajes de primer nivel.

Así que Maldini y Massara, tras años de gran intuición, apuestan por De Ketelaere (gran gasto por la ficha) y Origi (gran gasto por el salario), además de jugadores laterales. La tensión entre Maldini y el club siempre ha estado viva, perceptible, pero aquí se rompe -muy pronto- la gran armonía que llevó al Scudetto. La marcha de Kessié pesa y el Milan se convierte en un equipo corto, muy corto: titulares fuertes, reservas que no dan la talla.

La ruptura con la afición se abrió en el verano de 2023. El club confirma a Pioli, considerado por muchos en el límite de sus fuerzas pese a la semifinal de la Liga de Campeones, y destituye a Maldini, ya incompatible con los propietarios y con Giorgio Furlani, mientras tanto ascendido a director general. Massara, con coherencia, se hace a un lado.

Ese mismo verano, el Milan aceptó la oferta de 59 millones del Newcastle por Sandro Tonali, un jugador que la antigua directiva nunca habría vendido. ¿Verdad? ¿Incorrecto? Cada cual tiene su opinión, incluso teniendo en cuenta el problema de apuestas que surgió poco después y que provocó la descalificación. La afición pierde sin duda un símbolo, el capitán del futuro, la camiseta número 8 que pertenecía a Gattuso, la más vendida.

La grieta se convierte en abismo a lo largo de 2023. Un vía crucis. El Milan de Pioli perdió cinco derbis en un año natural: 0-3 en la Supercopa, 0-1 en la liga, 0-2 y 0-1 los dos partidos de las semifinales de la Liga de Campeones, 1-5 al principio de la temporada siguiente. El complejo de inferioridad hacia los primos se hizo muy patente y estalló en despachos, aulas, cenas familiares.

Cuando el Milan pierde su sexto derbi en abril de 2024 -y el Inter celebra en ese partido el Scudetto, que nunca antes había visto-, los milanistas deciden que ya es suficiente y rompen el pacto. Pioli, eliminado por la Roma en cuartos de final de la Europa League, se convierte oficialmente en persona non grata y la magia del Scudetto se evapora para siempre.

A principios del verano de 2024, los aficionados sólo piden una cosa: un entrenador con personalidad. Digamos una persona: Antonio Conte. El club, sin embargo, se decide por otro perfil, un entrenador más dispuesto a trabajar en equipo, menos impulsivo y más manejable.

La elección es Julen Lopetegui pero los milanistas protestan y la curva, que pesa algo, más que ellos. Objeción aceptada por Furlani e Ibra: se van todos. Mientras los aficionados votan en las urnas por Conceiçao, el club elige a Fonseca. Y los aficionados se enfadan aún más.

Corrección: para hablar de las exigencias del verano, hay un epílogo. Los aficionados también sueñan durante toda la primavera con un gran número 9, digamos un delantero generacional: un chico de 20 años con los hombros lo suficientemente anchos como para ser el delantero centro del Milan durante 10 años (vale, dados los tiempos que corren que sean 5).

Los aficionados están divididos: mejor Zirkzee, mejor Sesko, mejor Gyokeres (que de todas formas habría costado demasiado). Al final, el club elige a Morata por la relación calidad-precio, efectivamente alta. A largo plazo, se lo pensarán. No sólo eso, durante todo el verano no renunciará a la regla no escrita del techo de gasto: en 2023, sólo llegarán 20 millones de futbolistas.

Y los milanistas, acostumbrados a los Balones de Oro amontonados en Milanello por Silvio Berlusconi (o incluso simplemente impresionados por los 6 millones dados por el Inter a Thuram) protestan. Milan-Génova es el enfrentamiento, tras meses de agitación, con la investigación de la curva como telón de fondo. No es un partido como los demás.

Curiosamente, Sud ya había organizado una protesta para el Milan-Génova de mayo. Estas eran las pancartas que se exhibían: “Estrategia de comunicación, presencia institucional, compras selectivas. Cohesión, ambición, capacidad. Un proyecto ganador parte de la sociedad, Milán no se conforma”.

Un manifiesto programático, reforzado por el abandono de las gradas. Meses después, la situación empeoró: todos los milanistas seguían viendo al Inter más fuerte dentro y fuera del campo, al Milan dividido y en dificultades. El Milan-Génova de este invierno marcó la ruptura total, entre los abucheos a Ibra, las pancartas que no se dejaban entrar y luego se exhibían fuera, los trapos volados delante de las leyendas del club, que habían llegado a San Siro para la fiesta.

El Milan se encuentra inmerso en una crisis de relaciones sin precedentes. Aparentemente, nada funciona: la afición hostil, los jugadores a los que les gustan los mensajes de Maldini contra el club actual, Fonseca al que no se escucha, Theo Hernández en el banquillo, los delanteros que dejan de marcar. Sin embargo, no está dicha la última palabra.

El Milan irá a Verona el viernes, y luego jugará contra la Roma y la Juve en la Supercopa. Ese es el momento clave, cuando todo puede romperse o todo puede volver a empezar. Alguna base, después de todo, hay. El equipo tiene calidad para estar entre los cuatro primeros y Fonseca es optimista, reforzado por el regreso de Rafa Leao a un buen nivel. Volver a empezar no es imposible.