Moneyball puede esperar

Han llegado Loftus-Cheek, Pulisic y los de parámetro cero Romero y Sportiello, Reijnders y Chukwueze y pronto podría sumarse alguno de Morata, Taremi o Scamacca: pero, ¿no se suponía que el Milan iba a hacer un mercado “Moneyball” todo a base de algoritmos y estadísticas?

Puede que la oleada a lo Billy Beane aún no se haya materializado. Por ahora, que se diga sin ánimo de ofender ni de sarcasmo, el Milan está en el mercado a la vieja y sempiterna manera de Adriano Galliani o Beppe Marotta, sobre todo buscando gangas entre perfiles conocidos.

El emparejamiento Loftus-Cheek/Pulisic recuerda a la relación entre Todd Boehly, propietario del Chelsea, y Gerry Cardinale, nuevo mecenas del Milan: más que secuencias algorítmicas, la hermandad de estadounidenses en busca de inversiones y negocios en la vieja Europa ha tenido su repercusión.

El método Moneyball. Es el título original de una película de éxito, en italiano ‘L’arte di vincere’ (El arte de ganar), estrenada en 2011, protagonizada por Brad Pitt en el papel de Billy Beane, ahora de 61 años, antiguo jugador de béisbol, luego mánager de los Oakland Athletics, donde introdujo un método matemático-algebraico para elegir jugadores.

No más reflexiones ni intuiciones ni apuestas, sino datos, una innumerable cantidad de cifras: ese era y es el método Billy Beane, hoy asesor de mercado del Milan de Cardinale. En el fútbol italiano prevalece, o al menos ha prevalecido hasta ahora, el llamado “occhiometro”.

Ojeadores, entrenadores y directivos estudian a un jugador, lo ‘olfatean’ y deciden si se lo llevan o no en función de su propia experiencia, de las sensaciones que les dicta su propia visión del balón y, no menos importante, dentro del perímetro presupuestario. Algoritmo frente a ‘olfato’, pero nada impide utilizar uno y otro, cruzar ‘big data’ y percepciones.

No se puede decir que Loftus-Cheek venga de hacer una gran temporada, en el Chelsea 2022/23 no marcó un gol en 33 partidos oficiales, como mucho se le atribuyen dos asistencias. Cierto es que hablamos de un centrocampista de ruptura y el gol no es un parámetro primordial. Sin embargo, en el caso de Pulisic, un delantero, el gol cuenta y el estadounidense en el Chelsea la temporada pasada marcó un gol, con dos asistencias aparte.

Tanto Loftus-Cheek como Pulisic se vieron frenados por las lesiones, un atenuante no genérico, pero dudamos que el Milan los fichara por recomendación de Billy Beane, a menos que el hombre de los algoritmos bendijera los fichajes con informes globales, sobre el conjunto de sus carreras.

Quizá Reijnders sea el tipo de jugador que más se presta al método Moneyball, pero conviene aclarar un punto: ¿esperamos que el ordenador ojee a jugadores semidesconocidos, desconocidos para el gran público, o puede aplicarse a los que se han hecho un nombre? Quizá aquí se esconda el malentendido. Tal vez Billy Beane tiene tantos números y tanto poder que cada solución de mercado de la gestión Cardinale-Furlani pasa por su escrutinio y aprobación.

No lo sabemos y volvemos a la postura inicial: Galliani y Marotta habrían apostado por perfiles similares, si no exactamente idénticos. Hace un año, Paolo Maldini, con Vranckx y Thiaw, parecía más en plan Billy Beane. Sin embargo, el mercado aún no ha terminado, el hombre de la película tiene tiempo suficiente para sorprendernos con compras no tan ‘llamativas’ y muy ‘Moneyball’.

PARA EL ATAQUE SUENA TAREMI

La misión tiene la misma prioridad que las que han dado a Stefano Pioli dos refuerzos en diez días, Loftus-Cheek en el centro del campo y Pulisic en ataque, pero se espera que el plazo sea más largo: el Milan debe dotarse de un delantero centro que flanquee a Giroud y habrá razonamientos al respecto. Por costes, perfiles y oportunidades.

En la corta lista del director general Furlani y de la mano derecha Moncada, hay un 9 navegado como Álvaro Morata, un joven con hambre de revancha como Gianluca Scamacca y luego está Mehdi Taremi, el bombardero del Oporto que nunca ha salido del radar rossonero y que ha vuelto a la palestra en las últimas horas. El partido se juega en torno a este trío: Furlani, Moncada y el resto del equipo de mercado rossonero consideran que son tres 9 dignos del Diavolo, Pioli está de acuerdo.

Mientras Álvaro Morata pasa sus vacaciones en los Faraglioni de Capri con su mujer Alice, continúan los rumores sobre las negociaciones para su desembarco en el Milan. En Via Aldo Rossi llegaban ayer noticias negativas sobre el Decreto Crescita: el español no cumplía los requisitos para acogerse a la rebaja fiscal, según han dictaminado los profesionales que han estudiado su expediente en los últimos días, lo que obliga a las partes a revisar el plan económico.

Morata ha dado su disposición a bajar a 5 millones netos anuales durante los próximos cuatro años, pero a la luz de esta noticia el coste para el club se eleva a 10 millones por temporada. Y luego hay que aclarar la postura del Atlético: desde Madrid presionan para que Álvaro se vaya a Arabia, garantizando los 20 millones de cláusula.

¿La carta del Milan? Morata puja por los rossoneri, también en virtud de un pacto alcanzado con los colchoneros en el momento de la reciente renovación: el club había dicho que estaba dispuesto a reconocer su salida por 12 millones si la oferta llegaba en metálico. La negociación puede entrar en pleno apogeo, pero sólo bajo ciertas condiciones.

Taremi tiene la misma edad que Morata -el español cumplirá 31 años en octubre, el iraní dentro de diez días-, pero interpreta el papel de delantero centro de forma más parecida a Giroud: su peso también se nota en el juego aéreo y las acrobacias, y por eso mismo sería el terminal ideal en el 4-2-3-1 rossonero. Los goles, pues.

Taremi garantiza 20-25 por temporada, y en la última se ha superado a sí mismo: 31 goles en 51 partidos (incluidos 5 en 7 partidos de Champions) es mucho, el doble de los que marcó Morata en el Madrid. El Oporto hizo saber hace tiempo que su ficha vale 20 millones, pero el Milan sabe que Taremi expira dentro de un año: hay margen para mejores condiciones.

La cuestión, en todo caso, es el pasaporte iraní de Taremi: su compra cerraría la puerta a la llegada de Chukwueze, procedente del Villarreal, porque el Milan sólo tiene una plaza disponible para extracomunitarios. Las dos operaciones se entrelazarán inevitablemente, con Gustav Isaksen listo para entrar en escena: entre las alternativas a Chukwueze está el danés de 22 años del Midtjylland.

En segundo plano, la pista de Scamacca, que también gusta al Roma, sigue viva. Los rossoneri han propuesto al West Ham un intercambio con Origi, que por ahora no calienta motores. También porque el belga está decidido a quedarse, aunque en el Portello tienen otros planes en mente para él.