Europa a cualquier coste

La buena noticia es que el día de la marmota de Monza -doble desventaja, remontada en diez contra once y doble desventaja de nuevo- duró 95 minutos. La mala es que el Milan, al despertar, se encontró atrapado, entre lamentaciones (la gran oportunidad de adelantar a la Juve se convirtió en una minirrecorrida de los bianconeri), los errores de siempre (la defensa hace aguas, la rotación no funciona) y la sensación de tener que cuidarse las espaldas: la distancia de seguridad sobre los perseguidores por la zona de Liga de Campeones se ha reducido y el domingo llega a San Siro el Atalanta.

Al igual que el Milan, Stefano Pioli también ha vivido su día de la marmota, que se prolonga desde hace más o menos una temporada: unas cuantas salidas de tono, un resbalón, críticas de la afición, una colección de certificados de estima de los mandamases del club -Ibra, Furlani, Scaroni y Cardinale- y luego otro resbalón. ¿Pesará lo de anoche en Monza en su destino en el banquillo del Milan? Muy poco, si a la derrota del domingo le sigue una recuperación convincente. Y si se recupera, ¿será suficiente para mantener al Milan a final de temporada?

Aquí, en este caso la respuesta es más complicada. Porque todo, o casi todo, se reducirá a Europa: la que el Milan debe conquistar con un puesto en el campeonato para regresar a la Liga de Campeones dentro de un año, ciertamente, pero también la que debe perseguir en la Europa League, el único trofeo aún al alcance de los rossoneri.

Así como el único trofeo continental que falta en el palmarés del Milan: llegar hasta el final y levantar la copa en Dublín -entrando también en la próxima Liga de Campeones- volcaría las perspectivas y las valoraciones sobre la temporada de Pioli, quizá incluso a ojos de muchos aficionados que hoy no lo querrían en el banquillo rossonero. Por lo demás, lograr la clasificación para la Liga de Campeones por cuarta temporada consecutiva significaría alcanzar el objetivo mínimo del club. ¿Sería suficiente para una reconfirmación?

Lo que es seguro, es que no puede ser el Milan visto en Monza: un equipo que saltó al campo con el planteamiento equivocado, distorsionado por la masiva rotación que rediseñó el tridente atacante, y luego incapaz de gestionar el empate conquistado en la segunda parte, gracias a los ‘superpoderes’ de los titulares à la Giroud o Pulisic.

Las limitaciones mostradas la otra noche corren el riesgo de convertirse en el peor enemigo del Milan en esta segunda mitad de la temporada, y el Atalanta las medirá el domingo: Gasp ya le ha ganado dos de dos a Pioli (en Liga y en Coppa Italia, entre diciembre y enero) y en caso de éxito en San Siro se acercaría a -4, con el partido contra el Inter por recuperar. Mientras que el Bolonia también podría acortar distancias con los rossoneri.

Se trata de entender qué Milan conformará el entrenador en las próximas semanas. La racha de nueve partidos sin ganar en liga, y la brillante victoria por 3-0 ante el Rennes en la ida de la eliminatoria de la Europa League, decían que Leao y sus compañeros son capaces de estar a la altura de los grandes; el batacazo en Monza les devolvió a la tierra: el equipo vuelve a caer cíclicamente en los mismos errores. Y Pioli, este año, parece incapaz de remediarlos definitivamente: “Toda la responsabilidad del mundo es mía. Soy yo quien elige a los jugadores, la estrategia, soy yo quien hace los cambios”.

La estrategia ha sido una cuestión crítica a lo largo de los primeros meses de la temporada: de los laterales ‘interiores’ en el derbi a la defensa alta en casa ante el Psg, del doble delantero centro con el Udinese a los cambios de posición de individualidades (Musah lateral en Lecce), la apuesta de Pioli a menudo no ha dado resultado.

Las rotaciones, por otra parte, volverán a estar a la orden del día en los próximos días: los octavos de final de la Europa League asegurados sugieren rotación incluso el jueves en Rennes, con vistas al choque directo con el Atalanta, pero la derrota en Monza podría volver a barajar las cartas, el Milan necesita ahora certezas.

Seguro que la gestión del doble compromiso es uno de los nudos del Milan de Pioli, nunca realmente competitivo cuando se divide entre campeonato y copas (también por la brecha entre titulares y reservas): el mismo maxi-desprendimiento del Inter, en este 2023-24, madurado en los veinte días entre los dos desafíos con el Psg en Champions.

El otro gran defecto de fábrica salió a relucir en Monza: los cuatro encajados elevaron a 24 el cómputo de goles recibidos a domicilio, tantos como los encajados por la Salernitana, última clasificada. La victoria por 3-0 en San Siro ha cavado una gran zanja, pero el jueves en Rennes es mejor no distraerse.