Si el tiempo ya apremiaba a Fonseca, que de todos modos llegó regularmente a mediados de junio, imagínese lo que Conceiçao debe exprimirse en sólo cinco meses. Hablando de prisas. Prácticamente hay que volar, recogiendo en tiempo récord las migajas de un Milan que se ha dispersado como gotas de mercurio: hay que volver a meterlas en el mismo recipiente.
Porque al final, incluso en medio de mil dificultades, todos convergen en el mismo razonamiento: el Milan tiene plantilla para seguir en el podio del campeonato. Y, a falta de otros cinco meses, está claro que el cuarto (o quinto) puesto sigue estando absolutamente al alcance de la mano.
¿Qué encuentra Conceiçao en Milanello? Pues, obviamente, bastante confusión y una depresión deportiva palpable. Ese Milan enfermo del alma -es decir, de la cabeza- del que Fonseca ha hablado a menudo en las últimas semanas está bien representado por la reacción tras el empate del Roma. En el sentido de que la reacción… no existió.
El gol de Dybala aplanó el electroencefalograma del Diavolo. El Milan fanfarrón y chispeante de los primeros veinte minutos se convirtió en el equipo de siempre, visto y no visto: desconectado, torpe, lento, temeroso. Pulsa el interruptor: la luz se ha vuelto oscura.
Normalmente, la llegada de un nuevo entrenador es un buen remedio para volver a encenderla, pero Conceiçao tendrá que asegurarse de que el estímulo no sea sólo un arrebato inicial generado por el deseo de quedar bien a los ojos del técnico. Sergio tendrá que trabajar para dar un nuevo perfil mental, una resistencia mental a las dificultades. Aportar soluciones para aguantar los momentos críticos de un partido.
En la cabeza todos estamos de acuerdo con Fonseca. Sobre la táctica, en cambio, habría discusión, porque el ahora ex-entrenador rossonero siempre la excluyó de la lista de problemas. Sin embargo, su Milan careció, en la mayoría de los partidos, de identidad táctica. Pregunta contundente: ¿era reconocible el Milan en el juego? No. Hubo tardes fantásticas, como el derby y en Madrid, pero en general el equipo siempre avanzó a trompicones.
Encendido, apagado, encendido, apagado. Sobre todo apagado. Y luego, un gran malentendido: Fonseca siempre creyó tener un equipo capaz de proponer un fútbol dominante a través de cualidades técnicas, mientras que este Milan sigue dando la clarísima impresión de ser un equipo que da lo mejor de sí mismo en transición. En velocidad, y no con una posesión razonada del balón. Tácticamente, sin embargo, hay mucho que arreglar defensivamente, ya que Maignan sigue encajando goles que en muchos casos eran evitables.
Después, serán necesarias conversaciones individuales para “devolver a la causa” a algunos hombres que han pasado por turbulencias bastante fuertes. Traducido: hacer que los jugadores vuelvan a ser conscientes de su potencial. Empezando, sencillamente, por los más fuertes. Encontrar al verdadero Theo, continuar con el impulso de Leao, permitir a los delanteros centro rendir mejor de lo que lo han hecho hasta ahora.
UNA CLAUSULA DE SEIS MESES
El Milan ha anunciado que Sergio Conceicao es el nuevo entrenador del primer equipo, con un contrato hasta el 30 de junio de 2026. El club rossonero, informa gianlucadimarzio.com, podrá decidir unilateralmente poner fin a la relación al cabo de seis meses, al final de la temporada. El técnico portugués y el personal percibirán un millón y medio hasta el 30 de junio de 2025. Si la relación continúa, el salario aumentará a 3,5 millones de euros, incluido el personal.