
Álvaro Morata es un hombre. Cuando llegó a Italia en 2014, era un chico de 21 años que tenía que labrarse un futuro: de niño se acostaba con un balón, de adolescente jugaba al fútbol y al tenis simultáneamente, de joven tuvo un romance con la representante de España en Miss Mundo.
Mírenlo hoy: está casado y es padre de cuatro hijos, ha jugado a un gran nivel en cuatro grandes clubes y acaba de convertirse en capitán de España. En sus primeras frases como líder de la Roja, se estrenó con decisión: “Trabajaremos a muerte para conseguir nuestros objetivos”.
Si este nuevo Morata elige la Serie A como el niño Morata, no sería ninguna sorpresa: a Álvaro le gusta el Milan y lo sabe. El mercado rossonero de 2023 está todo por construir, pero los requisitos para la tercera entrega italiana en la vida de Morata están ahí. El visto bueno técnico. Un contrato corto. Un precio que no es inalcanzable.
El Milan considera a Morata un delantero top, y el pasado lo confirma. Álvaro no es un goleador en serie, pero sí sabe encontrarse cuando hace falta: lleva desde la 2014-15 con dobles dígitos en la temporada. Lleva casi una década marcando al menos 10 goles entre Liga y Copa y en esta 2022-23 está en 12, a pesar de que el Atlético fue eliminado de la Champions en los grupos y en la Copa del Rey en cuartos.
Doce goles esta temporada como Giroud, el máximo goleador de Pioli. Morata también sería muy útil en el Milan porque sabe jugar solo o con otro delantero, conoce la liga italiana y tiene experiencia a alto nivel: desde que juega al fútbol profesional ha vivido el ambiente de la Liga de Campeones, a la que ha accedido regularmente, año tras año.
Ha sido eficaz a menudo, pero nunca tanto como en 2015, cuando, con 22 años, marcó en las semifinales -primero y vuelta- contra el Real Madrid y en la final contra el Barcelona. Aquella era la mejor Juve de Allegri, aquel era el mejor Morata, llamado a convertirse en uno de los mejores delanteros del mundo.
Las promesas sólo se han cumplido parcialmente, pero la operación tendría sentido, en un verano en el que muy probablemente el Milan cambie algo en ataque. Olivier Giroud va camino de la renovación, sobre la que ya ha hablado con Maldini y Massara: está a la espera de una nueva cita, prevista para abril. Zlatan Ibrahimovic, por su parte, tiene un contrato que expira.
¿Quién se incorporará? Un camino lógico lleva a una compra joven, en línea con el proyecto del club de estos años, pero no es el único: Morata está muy cotizado y Álvaro lo sabe. La ventaja para el Milan es el coste de la ficha. Morata tiene contrato hasta 2024 y, a falta de un año, el Atlético no podría pedir más de 15-20 millones. Una cantidad nada despreciable para el presupuesto del Milan, pero pequeña si se tiene en cuenta la calidad y experiencia de Morata.
Se esperan discusiones, si acaso, sobre el contrato porque Morata en la Juve ganaba 5 millones por temporada, por encima del sueldo de los jugadores mejor pagados del Milan. Sería un asunto a tratar en los próximos meses, cuando el Milan conozca el presupuesto para el verano -dependerá sobre todo de la clasificación para la Liga de Campeones- y el destino de Rafa Leao.
Morata, por su parte, del Madrid, elegirá su futuro e Italia es, sin duda, una opción. Álvaro ha recibido llamadas de Estados Unidos en los últimos meses, porque en la Mls hay más de un equipo dispuesto a ofrecerle un contrato. La opción al final sería sencilla: otro año en el Madrid y luego Estados Unidos, que puede ser un destino que también guste a su familia.
A sus 30 años, sin embargo, parece decididamente pronto para mirar a la segunda categoría del fútbol mundial. Como capitán de España, con una Eurocopa en el horizonte, el reto italiano sería muy ilusionante. En las últimas semanas se ha escrito sobre un posible regreso a la Juve -Allegri le conoce mejor que ningún entrenador-, pero lo de los rossoneri para sus agentes tampoco es nada nuevo.
El Milan ya estuvo enamorado de Morata en el pasado, durante mucho tiempo un gran objetivo bajo la dirección china de Fassone y Mirabelli. Fue el verano de los cien fichajes, cuando Morata firmó por el Chelsea y el Milan se hizo con André Silva y Kalinic. Podría haber sido mejor.
Familia, se dijo. Todo el mundo sabe que Álvaro se casó con Alice Campello, una empresaria e influencer veneciana, con la que tuvo cuatro hijos que parecen sacados de una película: guapos, rubios, con una sonrisa pícara. Los difíciles días de enero, con Alice en cuidados intensivos tras el nacimiento de Bella, han quedado atrás y ahora todos juntos pueden mirar al futuro.
El Milan está ahora en juego y Álvaro ha dejado claro en los últimos días que un cambio es posible. “Sí, me gustaría jugar más, pero entiendo que Memphis Depay lo está haciendo bien”, asegura. Sólo por los números: 16 partidos como titular en Liga y 10 empezó en el banquillo; el último partido de la liguilla de Champions, decisivo para la repesca a la Europa League, lo vivió todo desde el banquillo. Así que, atentos a otra frase: “¿El futuro? Hablaré con el entrenador y el club, estoy bien en Madrid, pero nunca se sabe”. El partido no ha hecho más que empezar.